Los sirios huyen de sus hogares temerosos de una limpieza étnica

Los miembros de la minoría alauita de Siria huyen de sus hogares para esconderse, temerosos de que los rebeldes más vengativos empiecen a perseguirlos a medida que más zonas del país van quedando bajo el control de los combatientes que tratan de derrocar al presidente Bashar al-Assad

Por Mauricio Becerra

24/02/2012

Publicado en

Justicia y DD.HH / Pueblos

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Los miembros de la minoría alauita de Siria huyen de sus hogares para esconderse, temerosos de que los rebeldes más vengativos empiecen a perseguirlos a medida que más zonas del país van quedando bajo el control de los combatientes que tratan de derrocar al presidente Bashar al-Assad.

Aunque muchos países han apoyado a la oposición, la Asamblea General de la ONU aprobó a última hora del jueves una resolución instando a que el presidente Assad abandone el poder y Gran Bretaña ha prometido una ayuda de dos millones de libras esterlinas para los sirios afectados por los combates, la situación continúa siendo grave.

Los soldados sirios continúan bombardeando la principal plaza fuerte de la oposición en Homs y las habituales líneas de falla diplomática prevalecen. China y Rusia votaron en contra de la resolución de la ONU y Pequín ha enviado un diplomático a Damasco. Sin embargo, en París, David Cameron y Nicholas Sarkozy, el presidente francés, declararon ayer que estaban analizando qué otra ayuda podían proporcionar a la oposición.

Pero son las líneas de falla sectarias sobre el terreno las que amenazan con acrecentar el derramamiento de sangre, alimentado, según dicen algunos, por la determinación con la que el presidente Assad, alauita, prefiere sumir a Siria en el caos antes que reconocer la derrota.

Wafaa Ahmad, una comercial de seguros de una familia alauita de clase media, ha llevado una vida tranquila desde hace 42 años. Sin embargo, si se le pregunta por la actual masacre que se está produciendo en su ciudad natal de Homs, se transforma irrumpiendo en lágrimas y estallando de ira y manifiesta un apoyo furibundo a la matanza depravada del presidente Assad.

«Si eres un asesino, te tienen que matar. Se trata de tú o yo, ¿no le parece? Es una situación de vida o muerte: tu vida o la mía. Yo no soy una asesina, pero estoy preparada para tomar las armas y matar si es eso lo que va a poner fin a lo que está pasando», declaró The Independent.

Es el miedo lo que impulsa la ira de Wafaa Ahmad. Los alauitas y los cristianos tienen miedo por la experiencia de Egipto, donde derrocar a Hosni Mubarak desencadenó más persecuciones de cristianos y el ascenso de los partidos políticos islámicos. Peor destino aguardaba a los leales al gobierno de Libia, donde las milicias armadas castigaron con brutalidad a quienes entendían que respaldaban al difundo coronel Muammar Gaddafi.

Siria conforma un frágil tapiz de religiones. Los miembros de la rama musulmana suní del Islam constituyen más del 70 por ciento de los 22 millones de habitantes de Siria. Pero los miembros de la secta alauita de la familia de Assad, una rama chií del Islam que representa el 12 por ciento de la población de Siria, llevan décadas marginándolos de los puestos de poder. Unida a esta combinación hay una proporción significativa de población cristiana y drusa.

Y aunque muchos miembros de la oposición se desviven por que su revolución siga siendo secular, las informaciones procedentes de las autoridades estadounidenses según las cuales extremistas suníes y guerrilleros vinculados a Al Qaida están penetrando en Siria desde Irak alimentan aún más el miedo y empiezan a hacer aparición en la narración que hace el gobierno de que se trata de un levantamiento islamista. Muchos suníes también sienten odio hacia los alauitas aliados con el gobierno, aun cuando cometa atrocidades.

Distribución geográfica de credos religiosos en Siria y sus inmediaciones *Fuente: The Independent

«Ya había sectarismo en la sociedad siria, y [el gobierno de Assad] la utilizaba y jugaba su partida con él», afirmaba un ingeniero de Damasco, un cristiano que apoya a la oposición.

Para Wafaa Ahmad, el acoso comenzó hace seis meses, cuando en su domicilio familiar, situado en un barrio de Homs con predominio suní, clavaron el siguiente cartel: «Marchaos o moriréis». De modo que su familia, compuesta por siete personas adultas y cinco niños se trasladó a la zona cristiana armenia. Dijo que la mayor parte de sus vecinos alauitas hicieron lo mismo. Mientras ambos bandos del conflicto se esfuerzan por demostrar que son ellos quienes pueden proteger a las minorías, es la familia de Assad la que tiene historial de haberlo hecho.

«Apoyamos a este gobierno porque es bueno para nosotros… no tenemos que pagar la electricidad de las iglesias, ni de las mezquitas; no tenemos que pagar el agua», decía Boutros Esber, sacerdote de la catedral ortodoxa griega maronita de Damasco. Mientras hablaba, centenares de cristianos y musulmanes participaban en una concentración convocada por el gobierno para demostrar lo unidos que están todos los credos religiosos; un acto, según los partidarios de la oposición, concebido para lo contrario y para abrir una brecha entre las diversas poblaciones. «Hay cierta tendencia a afirmar que el gobierno sirio protegía a las minorías —señalaba el ingeniero de Damasco—, pero Assad no protege a las minorías; se protege a sí mismo con las minorías».

 

Charlotte McDonald-Gibson

The Independent

Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

 

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