Justicia y Derechos Humanos

¿Por qué la democracia mexicana es más sangrienta que una dictadura?

En México se vive una ola de protestas multitudinarias por la desaparición de 43 estudiantes en Iguala el pasado septiembre. Algunos analistas opinan que este caso demuestra que la democracia mexicana es peor que muchos regímenes autoritarios.

México

«Si las atrocidades ocurridas en México fueran cometidas por algún régimen dictatorial de Sudán o Birmania, medios de comunicación mundiales se habrían indignado, y EE.UU. junto con sus aliados de la OTAN se habrían reunido en el Consejo de Seguridad de la ONU con una propuesta para bombardear [el país] inmediatamente y derrocar a estos caníbales», escribió el politólogo Maxím Samorúkov en el portal ruso Slon.ru.

El analista recordó que después de que en Iguala estudiantes empezaran a manifestarse en contra de las autoridades, el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, ahora detenido, «decidió no dejarlos abandonar la ciudad para organizar un mitin en la capital del estado, Chilpancingo, y ordenó a la Policía que no dejara pasar a autobuses con los estudiantes de Iguala».

Los normalistas mexicanos decidieron protestar dentro de la ciudad y eligieron un lugar ‘especial’ para su manifestación: una conferencia de María de los Ángeles Pineda Villa, jefa de la rama local de la Seguridad Social, esposa del exalcalde y también candidata a la Alcaldía de la localidad.

«Al alcalde no le gustó que [los manifestantes] dificultaran la campaña de su esposa y sucesora, y ordenó la detención de los estudiantes molestos», explica Samorúkov.

La Policía abrió fuego contra los estudiantes, seis de ellos murieron y otros 25 resultaron heridos. Entre las víctimas también había transeúntes, añade el experto. «43 personas fueron detenidas. La Policía las llevó fuera de la ciudad y las entregó a representantes del cartel Guerreros Unidos. Los bandidos empujaron a los estudiantes a un camión y se marcharon. En el camino, 15 personas murieron por asfixia, otras fueron tiroteadas o quemadas», dice el politólogo.

«Estas atrocidades sorprenden con su escala y el total desprecio por la vida humana», señala Samorúkov y destaca que la culpa es del «disparate» total causado por la estructura unificada en la que participa el propio alcalde, traficantes de drogas y la Policía.

«Este caso no puede ser ignorado, ya que todo esto está sucediendo en una democracia real: con el alcalde elegido democráticamente que no pertenece al partido gobernante, con medios de comunicación libres y un sistema multipartidista», señala Samorúkov.

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