República Centroafricana: Musulmanes desprotegidos, obligados a abandonar su religión

Los musulmanes que regresan a las zonas del oeste de la República Centroafricana que han sido sometidas a limpieza étnica se han visto obligados en algunos casos a abandonar su religión. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional en un informe publicado este viernes.

Por Marta Ubeda

31/07/2015

Publicado en

Justicia y DD.HH / Mundo

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Amnistía internacional

El informe, titulado Erased identity: Muslims in ethnically cleansed areas of the Central African Republic, revela de qué manera la milicia armada antibalaka impide practicar o manifestar su religión en público a los musulmanes que han regresado a sus casas en grandes zonas del oeste de la República Centroafricana tras la serie de matanzas y los desplazamientos forzados en masa de 2014. A algunos de estos musulmanes los han obligado a convertirse al cristianismo, bajo amenaza de muerte.

En las zonas en las que la ausencia de las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU es notable, la población musulmana es atacada impunemente. A algunas personas las han obligado a convertirse al cristianismo, y a otras les han prohibido manifestar su identidad musulmana

Un ex musulmán de 23 años de la prefectura de Sangha-Mbaéré dijo a Amnistía Internacional: “No nos quedó más opción que unirnos a la Iglesia Católica. Los antibalaka juraron que nos matarían si no lo hacíamos”.

“Es preciso redoblar los esfuerzos para proteger a la población musulmana amenazada en el oeste de la República Centroafricana», ha manifestado Joanne Mariner.

Amnistía Internacional concluyó que, en el oeste de la República Centroafricana, fuera de las áreas en las que la población musulmana vive bajo la protección de las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU, los musulmanes no tienen libertad para practicar su religión en público. Las oraciones están prohibidas en la práctica, no se pueden vestir libremente ropas musulmanas tradicionales, y no se permite reconstruir mezquitas, de las que se calcula que se han destruido unas 400 en todo el país. En otros lugares del país, como Bangui y Carnot, sólo se han reconstruido unas pocas mezquitas.

En la práctica, es ilegal que recemos”, manifestó un comerciante musulmán de Mbaiki. “Tenemos que escondernos para rezar, y hacerlo rápidamente y a solas. Las oraciones colectivas de los viernes son imposibles”.

Amnistía Internacional ha pedido al gobierno de la República Centroafricana, a la Misión de las Naciones Unidas en la República Centroafricana y a la comunidad internacional en general que respalden los esfuerzos de los musulmanes por reintegrarse en las ciudades y pueblos del oeste del país, y que refuercen la presencia de fuerzas de mantenimiento de la paz para proteger mejor a las comunidades frente a las milicias antibalaka.

Muchas de las miles de personas refugiadas musulmanas que fueron expulsadas del país en 2014 desearían regresar algún día a su casa, pero esperan hasta poder hacerlo de manera segura y sostenible. La suerte de los musulmanes que han intentado reintegrarse en los pueblos y ciudades del oeste de la República Centroafricana puede determinar si se sienten capaces o no de hacerlo. Es preciso proteger su seguridad, su libertad de religión y otros derechos

En la República Centroafricana, más de 30.000 musulmanes viven en un puñado de zonas en localidades protegidas por fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU, descritas habitualmente como «enclaves«, mientras que decenas de miles más viven como refugiados en países vecinos, y otros viven en zonas controladas por ex rebeldes de Seleka en el nordeste de país. La investigación realizada por Amnistía Internacional se centró en la situación de cientos de musulmanes que han tratado de regresar a zonas fuera de esas áreas protegidas.

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