Tratado de Comercio internacional de Armas no logra consenso

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Tratado de Comercio internacional de Armas (TCA) que terminó en Nueva York el pasado 27 de julio fue una decepción

Por Mauricio Becerra

02/08/2012

Publicado en

Justicia y DD.HH / Portada / Pueblos

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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Tratado de Comercio internacional de Armas (TCA) que terminó en Nueva York el pasado 27 de julio fue una decepción. Tras casi un mes de negociaciones ningún texto fue aprobado por la obstrucción de varios países. Sin embargo, se trata de un primer paso, y las negociaciones podrían seguir en la Asamblea General de la ONU en octubre.

La tarea de establecer el primer Tratado de Comercio internacional de Armas (TCA), que hubiera representado un mayor progreso del derecho internacional en favor de la protección de la población civil, no se anunciaba fácil. Las negociaciones que tuvieron lugar en la sede de la ONU durante cuatro semanas confirmaron la dificultad del trabajo.

William Godnick, oficial de Asuntos Políticos del Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC), explica a El Ciudadano que “se dedicó mucho tiempo durante las primeras semanas a temas de proceso y solamente profundizaron sobre los temas de fondo durante la última semana”.

Los 193 países miembros de la ONU debían ponerse de acuerdo sobre la aprobación de un tratado exigente, estableciendo una “regla de oro”, es decir, una que prohibiera toda venta de armas a un país cuando existe el riesgo de que estas armas sean utilizadas para violar los derechos humanos. Parece urgente establecer un TCA ya que millones de personas sufren las consecuencias de la falta de regulación del comercio de armas al nivel internacional y de su tráfico ilícito cada año. Además, muchos crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos están cometidos debido a ventas de armas irresponsables.

Según Louis Belanger, vocero de Oxfam y presente en Nueva York durante las negociaciones -como muchos otros representantes de ONG y de la sociedad civil- se trató de “establecer una norma internacional, que crearía un precedente”. Es decir imponer la idea de que “no se puede vender armas de manera irresponsable sin consecuencias”. Incluso los países los más reticentes deberían aceptar esta nueva norma poco a poco, bajo la presión de los otros Estados, como lo que ocurrió con el Tratado de Ottawa, que apuntó a la prohibición de minas antipersonales.

FALTA DE VALOR POLÍTICO

 

Los delegados fracasaron en el intento de consensuar un texto final, a pesar de la existencia de un proyecto de tratado propuesto por el argentino Roberto Garcia Moritan, el presidente de la Conferencia. Fue una lástima, ya que la mayoría de los países estaban de acuerdo sobre el proyecto.

Varios diplomáticos y dirigentes de ONG denunciaron la actitud de los Estados Unidos, responsables del fracaso de las negociaciones que debían llegar a un acuerdo potencialmente histórico, por haber requerido más tiempo para pronunciarse sobre el proyecto de tratado. “Fue el último día de la conferencia, en la mañana, que anunciaron que querían más tiempo. Es decepcionante porque muchas concesiones fueron hechas en el proyecto para ellos”, indica Louis Belanger, también de Oxfam.

Estados Unidos fue inmediatamente seguido por Rusia y China, lo que impidió todo consenso. “Los rusos criticaron el liderazgo de Moritan al final de la conferencia, con palabras muy duras”, detalla Louis Belanger. Sin olvidar la conducta obstructiva y la falta de cooperación predecibles de siete países: Irán, Siria, Argelia, Venezuela, Cuba, Egipto y Corea del Norte.

La «falta de valor político» de los países mayores fue criticada por muchos responsables de ONG, indicando que no fueron a la altura de sus responsabilidades. Por ejemplo, se hubiera podido imaginar que Barack Obama desempeñara un papel de liderazgo más importante en las negociaciones, para defender las salvaguardias de derechos humanos. Pero no fue el caso.

Según Ana Piquer, Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional Chile, «las mayores potencias ejercieron muy poca presión sobre los  países ‘obstruccionistas’, lo cual revela la ausencia de voluntad política de alto nivel para lograr un acuerdo», mientras que «estos países dependen en gran medida de China, Rusia y Estados Unidos […] para obtener apoyo político y armas». Añade que «los líderes políticos de estos países deben reflexionar en torno a su incapacidad para respetar la opinión de la mayor parte del mundo».

PRINCIPAL EXPORTADOR DE ARMAS

La actitud de Estados Unidos no es tan sorprendente, ya que es el principal exportador de armas en el mundo, constituyendo la industria de la defensa un gran aporte a su economía. Antes del inicio de la conferencia, su posición con respecto a los derechos humanos ya era menos estricta que la de sus aliados. Eso se confirmó, ya que el país estudió la posibilidad de adoptar medidas debilitando las salvaguardias contenidas en el Tratado, durante las negociaciones. Los representantes estadounidenses alegaron que, en circunstancias excepcionales, consideraciones de “seguridad nacional” debían estar por encima de las cuestiones de derechos humanos.

Belanger plantea que querían esperar las elecciones presidenciales al fin del año para pronunciarse a favor de un texto exigente, con el fin de “evitar las críticas de la Asociación Nacional del Rifle”, la poderosa organización estadounidense que defiende el derecho a poseer armas y que tiene una fuerte influencia en el país.

En lo que concierne Rusia y China, que forman parte de los principales exportadores de armas en el mundo también, ambos países ya intentaban reducir el alcance del TCA sobre los derechos humanos, antes de la conferencia en Nueva York.

PRÓXIMA CITA EN LA ONU

El vocero del Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon señaló su decepción a propósito del desenlace de la conferencia, indicando que se trataba de un retroceso, después de tantos años de trabajo y esfuerzos. Sin embargo declaró que no significaba renunciar al tratado y que los Estados iban a perseguir este «objetivo noble».

Se trata de un punto de vista compartido, ya que Garcia Moritan, varios diplomáticos y dirigentes de ONG, a pesar de la decepción, afirmaron tener muchas esperanzas en cuanto a la posibilidad de llegar a un tratado exigente sobre el comercio internacional de armas.

William Godnick de UNLIREC, del Centro para la Paz, el Desarme y el Desarrollo de América Latina y el Caribe, explica que «muchas personas nunca pensaban que el comercio de armas iba a llegar a ser tema de una negociación formal de un tratado en el seno de las Naciones Unidas, pero es lo que ocurrió».

«Había una energía increíble durante las negociaciones – añade Belanger – No es un fracaso: se trata del inicio de un proceso, con la existencia de un proyecto de tratado por primera vez». Para Piquer «el resultado fue una desilusión, pero la Conferencia produjo un borrador de Tratado que todavía tiene mucho apoyo de la mayor parte de los gobiernos».

De hecho, 90 países firmaron un texto, donde afirman que están «decididos a obtener un tratado sobre el comercio de armas lo más rápidamente posible» y que el proyesto propuesto por Garcia Moritan es una «base para proseguir el trabajo». «El proyecto no era perfecto, necesita mejoras, pero constituye un base interesante para el futuro», dice Belanger.

Entre estos 90 países, se encuentran los de la Unión Europea, de América Latina, del Caribe y de Africa. Cabe señalar que «la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños estaban y siguen estando a favor de un tratado fuerte que incluya a las municiones», según Godnick, aunque precisa que «aún en el caso de que llegará a un acuerdo, era bastante claro que las municiones no iban a ser materia de regulación en el tratado».

Belanger en tanto subrayó la posición de México. «Sus dos embajadores fueron muy activos durante las negociaciones y influyeron la posición de muchos países latinoamericanos».

Godnick indica que muchos de los actores presentes «estarán nuevamente en la sede de la ONU a fines de agosto para la Conferencia de Revisión del Programa de Acción de las Naciones Unidas para prevenir, combatir y eliminar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras en todos sus aspectos, será una oportunidad de nuevamente ver las prioridades de los Estados».

Pero la solución podría llegar de la Asamblea General de la ONU, cuya próxima sesión tendrá lugar en octubre. La AG podría decidir proseguir las negociaciones, estableciendo un proceso para llegar a la aprobación final de un tratado. Una otra opción sería convocar una nueva conferencia especial en 2013, como «los Estados Unidos ya lo propusieron formalmente mientras que otros países han dicho que prefieren que sea la propia AG la que afine el texto y vote para adoptarlo», explica Piquer, quien agrega que «por lo tanto, permanecemos optimistas de que un tratado que ayude a proteger los derechos humanos pueda adoptarse prontamente».

Chloé Lauvergnier

El Ciudadano

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