Género y Derechos Humanos

¿Se puede comprar el amor? Venta de novias en Vietnam

“Lloré muchas veces, era carne humana vendida [1]”

Por Ángela Barraza

01/10/2015

Publicado en

Género / Justicia y DD.HH / Mundo

0 0


“Lloré muchas veces, era carne humana vendida [1]”.

Es difícil hablar de algo que todavía me duele. Ahora que recuerdo mi infancia, nunca hubiera imaginado que el día con el que muchas veces soñé de pequeña se convertiría en una pesadilla. En ese momento no sabía qué pensar, los sentimientos me habían abandonado para dejar un vacío que sólo los murmullos podían llenar.

Años atrás era una niña “normal”. Me gustaba jugar con las muñecas y simular que eran mis hijas. Luego llegaron mis dos hermanas. Jugaba con ellas y pretendía que eran mis hijas. Formar una familia era algo muy importante para mí. Nunca dudé que ese día llegaría. Estaba segura que en cuanto fuera mayor encontraría al amor de mi vida. Soñaba con casarme y tener un esposo que me amara, uno que se convirtiera en el padre de mis hijas.

Estaba muy equivocada. Tal vez era demasiado ingenua, aunque todavía hay muchas mujeres que sueñan con ese día. El día en que se pondrán el vestido largo y blanco con los zapatos de tacón. El día en que caminarán con un ramo de flores entre las manos y jurarán amor eterno a otra persona. 

Me gustaría decir que mi historia es feliz, que ahora estoy casada con un hombre que me ama y con el que he podido hacer mi vida. Pero, la realidad es que no fue así. Siempre creí que había ciertas cosas que el dinero no podía comprar, hasta que me compraron a mí.

 

*

 

Dinero, dinero y más dinero. Es éste el motor que impulsa la vida de miles de personas en todo el mundo. Hoy se comercia con todo. Pero, ¿qué sucede cuando se comercia una persona?

Hemos escuchado hablar de secuestros, tráfico de órganos y trata de blancas, pero ¿qué hay con la venta y compra de novias? Con todas esas mujeres, que con su consentimiento o sin él, son enviadas a otro país para casarse con un hombre del que lo único que conocen es su procedencia.

“Lloré muchas veces, era carne humana vendida”, son palabras fuertes que pronuncia Autumn Fan cuando habla sobre el día en que su familia la vendió a través de un agente de matrimonios.

Fan es una de las miles de jóvenes que han sido víctimas de los matrimonios pagados, en los que por una suma de mil dólares las familias aceptan vender a sus hijas, en la mayoría de los casos vietnamitas para enviarlas a Taiwán o China.

 

Ho Chi Minh, Vietnam. 2003. Parejas presentan documentos de identidad y matrimonio para que las mujeres puedan obtener visas para Taiwán.

La vida de Fan cambió cuando dejó las montañas y los ríos por los automóviles y las avenidas pobladas de Ho Chi Minh en Vietnam. Junto con otras cien mujeres fue ofrecida a un grupo de jóvenes solteros que estaban dispuestos a pagar para casarse con alguna de ellas. El negocio era simple, a través de un intermediario se hacía un evento en el que acudía un gran número de mujeres que lo único que debían hacer era permanecer sentadas en una silla. Los hombres entraban a la sala y comenzaban a ver lo que había frente a ellos, hasta encontrar a la mujer por la que estaban dispuestos a pagar una suma que rondaba los 7 mil dólares.

© Chien-Chi Chang/Magnum Photos Ho Chi Minh, Vietnam. 2003. Jóvenes vietnamitas son reclutadas por agentes matrimoniales para que hombres taiwaneses escojan a su futura esposa.

© Chien-Chi Chang/Magnum Photos Ho Chi Minh, 2004. Primer beso después de la boda.

De los más de 7 mil dólares que uno de los jóvenes pagó por Fan, la familia de ella sólo vería mil. El resto se quedaría en manos de los intermediarios.

La mayor parte de venta y compra de novias se realiza en el Sureste de Asia, con un gran intercambio entre China, Taiwán y Vietnam. Las razones pueden variar. En la mayoría de los casos, las novias vienen de familias que viven en zonas rurales, con poca educación y pocos ingresos. Por su lado, los compradores buscan a alguien más joven –de una década de diferencia o incluso dos–, una esposa que los ayude con el aseo de la casa, una cuidadora para los padres o simplemente un vientre que cargue con sus hijos.

En los últimos años los matrimonios entre hombres provenientes de Taiwán y mujeres extranjeras ha aumentado. La mayoría de las mujeres provienen de Vietnam, Tailandia, Indonesia y Filipinas. Éstas acceden para ayudar a sus familias y aliviar la necesidad económica en la que se encuentran; debido a que la mayoría de ellas ha vivido bajo una estructura patriarcal, obedecer es lo más importante. Con la venta las familias esperan obtener al menos mil dólares por sus hijas, aunque el corredor pueda venderlas entre 7 mil y 10 mil dólares.

Para realizar la compra-venta, el interesado viaja a Vietnam y escoge entre una gran oferta a la mujer con la que desea casarse. Después de verla y elegirla, se llega a un acuerdo y la novia es trasladada a Taiwán para vivir con su nuevo esposo. La mayoría de los matrimonios arreglados se llevan a cabo a través de un intermediario, quien obtiene la mayor parte de las ganancias. 

La mayoría de las novias vienen de los lugares más pobres de Asia. Para algunas familias la situación económica se torna complicada y la respuesta para salir de las deudas parece encontrase en sus hijas. Son éstas las que en muchos casos acceden casarse con alguien para liberar a sus familias de la carga económica. Se trata de jóvenes que también esperan encontrar una mejor vida al lado de su nuevo esposo, aunque se trate de un hombre que no conocen y con quien no comparten ni el mismo idioma. 

La comunicación se torna difícil, pues viven junto a un extraño que pagó por su compañía. En algunos casos el matrimonio puede resultar benéfico para ambas partes y puede tener un final feliz, pero existe también la otra parte en donde las “novias” terminan siendo todo menos una esposa. 

© Chien-Chi Chang/Magnum Photos

© Chien-Chi Chang/Magnum Photos Ho Chi Minh, Vietnam. 2003. Jóvenes vietnamitas son reclutadas por agentes matrimoniales para que hombres taiwaneses escojan a su futura esposa.


En los casos más dramáticos y en los que la situación es más grave, la compra-venta se realiza sin el consentimiento de las “novias”. Se han reportado casos en los que la misma familia engaña a las jóvenes para venderlas sin su consentimiento. 

“Mi hermano ya no es un ser humano ante mis ojos, vendió a su propia hermana”, comenta Kiab, una joven que relata el engaño de su hermano, cuando éste la vendió y envió a China [2].

Ofertas de trabajo o supuestos novios son el gancho perfecto para seducir a las víctimas y negociar con ellas. “Esposa vietnamita por 6 mil dólares” es el slogan con el que se vendían la mayoría de las mujeres, y “Virgen garantizada” con la que se cotizaban a precios más altos antes de que se cambiaran por frases más “aceptadas” como “Mujeres vietnamitas son esposas ideales: lindas, amas de casa y obedientes”.

Ho Chi Minh podría considerarse la capital de los matrimonios pagados, es ahí donde muchas mujeres son trasladadas para encontrar esposo. Se trata de una cuidad ideal para los hombres que buscan comprar una mujer vietnamita. 

Hay esposos cariñosos, pero cuando la situación se torna difícil, frases como “yo te compré”, golpean con fuerza a mujeres como Fan que lo único que les gustaría escuchar es un “yo me casé contigo”. Los reclamos y problemas como en cualquier otro matrimonio son parte de la vida cotidiana, sin embargo siempre existirá ese intercambio, en el que el hombre tiene control sobre la mujer, pues para él se trata de un activo.

Mientras el gobierno no intervenga para prohibir este tipo de matrimonios, las compra de novias seguirá existiendo. Los motivos pueden ser varios, pero al final se trata de jóvenes que no tienen más de 23 años, que carecen de educación y que viven con la ilusión de encontrar una mejor vida. 

© Chien-Chi Chang/Magnum Photos Ho Chi Minh, Vietnam. 2003. Jóvenes vietnamitas son reclutadas por agentes matrimoniales para que hombres taiwaneses escojan a su futura esposa.

© Chien-Chi Chang/Magnum Photos Ho Chi Minh, 2004. Primer beso después de la boda

***

Referencias:

[1] Testimonio de Autumn Fan, publicado en la revista Time.

Fuente

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones