Bolivia: así fue la masacre de Senkata de acuerdo con el relato de víctimas de la represión

Las medidas tomadas por el Gobierno de facto de Jeanine Áñez dejaron diez muertos, 65 heridos y decenas de detenidos La paz que reinaba en Bolivia se truncó cuando sectores opositores forzaron la renuncia, en noviembre de 2019, del entonces presidente Evo Morales y, después, avalaron la asunción de la autoproclamada Jeanine Añez

Por Marian Martinez

14/01/2020

Publicado en

Bolivia / Latinoamérica

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Las medidas tomadas por el Gobierno de facto de Jeanine Áñez dejaron diez muertos, 65 heridos y decenas de detenidos


La paz que reinaba en Bolivia se truncó cuando sectores opositores forzaron la renuncia, en noviembre de 2019, del entonces presidente Evo Morales y, después, avalaron la asunción de la autoproclamada Jeanine Añez.

Represión y persecución son dos de las palabras que han caracterizado ese nuevo «gobierno» que se instauró en la nación sudamericana. Entre los hechos que revelan los abusos perpetrados por la «administración» boliviana, está la masacre de Senkata, ocurrida el martes 19 de noviembre de 2019 en esa localidad del Distrito 8 de la ciudad de El Alto.

En esa localidad hay una planta de gas que abastece a buena parte del país y que se encontraba bloqueada en señal de protesta tras los hechos que obligaron a Morales a dejar el poder. La protesta recibió como respuesta un cinematográfico operativo militar y policial que dejó diez muertos, 65 heridos y decenas de detenidos. 

De acuerdo con los testimonios que una delegación de familiares y víctimas directas compartieron con Página 12, la mayoría de quienes se encontraban ese día en el lugar eran vecinos y, en menor medida, algunos dirigentes sociales.

«Estaban unas cincuenta personas cuidando la planta de gas. Empiezan a lanzar gases, sobrevolaban aviones y helicópteros. Entonces pedimos ayuda, que acompañen otros distritos. Ahí empezó la represión», contó el dirigente de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (FEJUVE), Félix Rojas.

Desde Buenos Aires, Argentina, a donde llegó la delegación para reunirse con Morales y denunciar los hechos ante la comunidad internacional, detalló que cuando el despliegue militar y policial llegó hasta Senkata, los uniformados lograron superar el bloqueo y escoltar un convoy de 49 camiones cisterna para abastecer a las ciudades de La Paz y El Alto. El objetivo del gobierno, con dificultades y a fuerza de gases lacrimógenos y algún que otro bastonazo, parecía cumplido, reseñó Página 12.

«Ellos quieren mentir diciendo que metimos dinamita en Senkata, eso es mentira. Si queríamos hacer eso, lo hacíamos el primer día y explotaba el yacimiento. No somos tan tontos para estar arruinando nuestros recursos naturales. Obviamente, había infiltrados de su gente para arruinar las cosas», reveló, por su parte, Néstor Limachi, presidente de la Asociación de Víctimas de la Masacre.

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Por otro lado, Josimar Choque Flores, un albañil de profesión que tiene 24 años, mencionó que ese día iba al banco a saldar una deuda. «Pasé por allí, vi lo que estaba pasando y me quedé. Me puse la mano en el pecho porque vi a la gente desesperada. Vi mucha gente herida y necesitaba ayudar. Las señoras para escaparse se tropezaban y se golpeaban entre ellas mismas (…) Una bala me rozó el pecho, gracias a Dios no me tocó nada grave pero me destrozó los nervios del codo», comentó.

Mientras que Eulogio Vásquez Cuba, padre del fallecido Rudy Cristian Vásquez de 23 años, dijo que su hijo salió a comprar carne y pan y, de pronto, un vecino le alertó que lo vio sumergido entre gases y balas. Salió corriendo a buscarlo, vio que «los hermanos estaban resistiendo en la avenida», que los manifestantes no tenían «nada de armas» y que, igualmente, «ellos habían llegado con ametralladoras”. Rudy resistió la feroz represión unas pocas horas, porque las balas se alojaron directamente en su cráneo.

René Augusto Huanca, de 21 años, y quien recién había regresado del cuartel donde realizaba el servicio militar, fue otro de los afectados por el operativo. Su madre, Paulina Siñani, explicó que «René tuvo una herida en el pie derecho y él mismo se sacó la bala rapidito, con una pinza. Policías vestidos de civil decían que lo dejara ahí en el hospital, que ellos iban a avisar al doctor para que lo cure. Pero mi hijo me pidió por favor que no lo dejara. Que estaban diciendo que eran vándalos, terroristas. Tenía miedo».

El gobierno ilegítimo de Añez negó que los militares hayan disparado sus armas. Acusaron a los manifestantes de terroristas. Pero en los «enfrentamientos» que denunciaron los funcionarios, no hubo bajas ni heridos entre los uniformados, agrega el medio argentino.

Sin embargo, la misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos presente en Bolivia no dudó en afirmar que «estos hechos pueden caracterizarse como masacres dado el número de personas que perdieron la vida en un mismo modo, tiempo y lugar, y a que se cometieron en contra de un grupo específico de personas».

Fuentes: Página 12, Telesur.

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