El mundo es un pañuelo: Reporteros Sin Fronteras reconoce a la CIA como uno de sus financistas

«Reporteros Sin Fonteras ha sido financiada por el Gobierno de Estados Unidos mediante la National Endowment for Democracy (NED)

Por Absalón Opazo

12/05/2019

Publicado en

Bolivia / Latinoamérica / Medios

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«Reporteros Sin Fonteras ha sido financiada por el Gobierno de Estados Unidos mediante la National Endowment for Democracy (NED). La organización lo reivindica: Efectivamente, recibimos dinero de la NED. Y no es ningún problema para nosotros», apunta el periodista y Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani, en un artículo titulado «25 verdades sobre Reporteros Sin Fronteras», publicado por el sitio Aporrea.org.

La Fundación Nacional para la Democracia (NED) fue creada por el presidente Ronald Reagan en 1983, en una época en que la violencia militar había tomado el paso sobre la diplomacia tradicional en los asuntos internacionales. Gracias a su poderosa capacidad de penetración financiera, la NED tiene como objetivo debilitar a los gobiernos que se opondrían a la política exterior de Washington.

Según señala el New York Times en un artículo de marzo de 1997, la NED se creó para realizar públicamente lo que la CIA ha hecho subrepticiamente durante décadas. «Gasta 30 millones de dólares al año para apoyar a partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en decenas de países», añade el artículo del periodista Lamrani.

En ese contexto, el portal Primera Línea se refirió a la presencia de Reporteros Sin Fronteras en Bolivia, criticando a la organización que -señalan- «mientras recibe financiamiento de EEUU y de los millonarios más poderosos del planeta, considera que México y Colombia son los países más seguros para el periodismo».

«Para RSF, Colombia y México son el paraíso para la prensa. Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, desde el año 2000 a la fecha, fueron asesinados con total impunidad más de 160 periodistas. En el mismo lapso de tiempo, se registraron 158 casos de periodistas asesinados en Colombia. Pero, un reciente informe de Reporteros Sin Fronteras, solo califica los asesinatos de periodistas en México y Colombia como una situación difícil», añade el texto.

Así, «mientras minimiza los abusos a los derechos humanos de sus aliados políticos como México y Colombia, condenan a Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, por una supuesta falta de liberta de prensa. Sin embargo, en esos países no existe ni un periodista asesinado», puntualiza la nota, que recuerda además que «en repetidas oportunidades la Unesco excluyó a Reporteros Sin Fronteras de la lista de instituciones asociadas a la ONU, por considerar que es una entidad subsidiada directamente por el Departamento de Estado de EEUU y por una constante falta de ética».

En este punto, el periodista Salim Lamrani recuerda que «RSF hizo apología de la invasión de Irak en 2003 al afirmar que el derrocamiento de la dictadura de Sadam Husein puso término a treinta años de propaganda oficial y ha abierto una era de libertad nueva, llena de esperanzas y de incertidumbres, para los periodistas iraquíes. Para los medios iraquíes, decenios de privación total de libertad de prensa, llegaron a su fin con el bombardeo del ministerio de Información, el 9 de abril en Bagdad».

Pero, a pesar de estos antecedentes, desde Primera Línea critican que «en Bolivia, decenas de canales de televisión, periódicos y emisoras de radio, toman sus afirmaciones como ciertas y las divulgan», olvidando, por ejemplo, que tras el golpe de Estado contra Hugo Chávez el 11 de abril de 2002 que organizó Washington, RSF publicó un artículo el 12 de abril de 2002 que retomaba sin reserva alguna la versión de los golpistas y trató de convencer a la opinión pública internacional de que Chávez había renunciado».

«Así, a pesar de las reivindicaciones de imparcialidad y de defensa de la libertad de prensa, RSF tiene efectivamente una agenda política y arremete regularmente contra los países de la Nueva América Latina», concluye el artículo de Lamrani.

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