A cinco años de su fallecimiento

En los entierros de la gente pobre aún resuena la voz de Cheo Feliciano

A cinco años de su fallecimiento

Al cantante puertorriqueño la muerte lo sorprendió un  Jueves Santo

El azar le jugó una mala pasada un Jueves Santo a quien se inmortalizó como una leyenda de la música tropical y quedó bautizado como “Señor Sentimiento”: José “Cheo” Feliciano.

Con entereza, había superado más de una tragedia en su vida. En sus tempranos años de fama debió combatir su adicción a la heroína y ya en los últimos batallaría contra una neumonía y hasta con un cáncer en el hígado.

Se había mantenido firme en lo personal y profesional cuando un accidente automovilístico ocurrido el 17 de abril de 2014 en Cupey, al norte de su natal Puerto Rico, acabó con su vida.

Interpretó cientos de temas en sus más de cincuenta años de carrera que lo mantendrán vivo por siempre entre los amantes de la salsa.

1971 fue crucial para su carrera. Ese año la compañía “Vaya”, una de las subsidiarias del famoso sello Fania, publicó la primera producción del cantante. Foto Web.

Uno de los más emblemáticos de su carrera fue sin duda “Los entierros”, cuya letra le pertenece a su coterráneo Catalino “Tite” Curet Alonso. También conocida como «Los entierros de mi gente pobre», es otro de los himnos populares de Feliciano. El tema es un homenaje a las muestras verdaderas de afecto de los que menos tienen: «Las amapolas del cariño verdadero son el mayor homenaje de mi gente de arrabal».

1971 fue crucial para su carrera. Ese año la compañía “Vaya”, una de las subsidiarias del famoso sello Fania, publicó la primera producción del cantante.

Un viaje a Nueva York

“Cheo” había nacido en Ponce, al sur de Puerto Rico. Sus inicios en la música se dieron desde muy niño, cuando hizo parte de la agrupación infantil “El Combo Las Latas”, llamada así porque a la falta de instrumentos verdaderos, las latas de los tarros de galletas y algunas ollas y sartenes cumplían ese propósito, para que aquellos jovencitos entusiastas animaran las fiestas en el barrio y en la playa, contó Robert Tellez en su columna “Conversando la Salsa”, en el portal de Radio Nacional de Colombia.

Luego tuvo oportunidad de inscribirse en la Escuela Libre de Música Juan Morell Campos, en la que aprendió la teoría y el solfeo e incluso demostró interés por el trombón, instrumento que nunca llegó siquiera a tomar en su manos, ya que cuando apenas contaba con 17 años, Cheo y su familia tuvieron que salir de Puerto Rico rumbo a los Estados Unidos – al igual que muchas familias boricuas, buscando mejorar su situación económica–, estableciendo su residencia en la ciudad de Nueva York.

Feliciano junto al Tite «Curet» Alonso, el gran compositor de la salsa. Foto Web.

En la Gran Manzana “Cheo” Feliciano logró introducirse en el ambiente musical, convirtiéndose en el ayudante de las orquestas, sirviendo de apoyo como utilero, cargando los instrumentos. De esa manera logró estar presente no solamente en los ensayos, también en las descargas de barrio y en los shows del famoso Palladium.

Indica la historia que por ese tiempo “Cheo” logró aprender los secretos de la percusión, junto al Trabuco de su amigo Ángel “Kako” Bastar y que fue Tito Rodríguez quien luego de percatarse de su talento vocal, lo recomendó para el Sexteto de Joe Cuba, cuando éste andaba en busca de un cantante para el repertorio del grupo en idioma español.

Un inmortal de la salsa

El 5 de octubre de 1957 “Cheo” hizo su debut como cantante del Sexteto de Joe Cuba, luego de unas semanas de ensayo. Allí permaneció como cantante entre 1957 y 1966, popularizando piezas como “El pito”, “A las seis”, “Cachondea”, “Oriente”, “Tremendo coco” y “El ratón”, esta última de su propia inspiración.

Pero en 1967 “Cheo” comienza a dar muestras de sus excesos tras el consumo de alcohol y drogas, que desde luego comenzaron a menguarlo en el campo artístico. Incumplimientos y actos poco decorosos comenzaron a ser señal de amenaza para la continuidad en su prometedora carrera.

Hoy el mundo solo tiene elogios para recordar al cantante que cambió de paisaje hace cinco años a sus 78 años. Foto Web.

Afortunadamente gracias al apoyo de su esposa “Cocó”, doña Socorro Prieto, y de algunos amigos, se dispuso a buscar ayuda y logró enderezar el camino. Para la Navidad de 1969, “Cheo” Feliciano regresó a Puerto Rico y se vinculó al programa de rehabilitación de adictos de los Hogares Crea, donde permaneció de manera voluntaria por cerca de tres años, hasta que estuvo listo para regresar de manera triunfal a los escenarios.

Ese retorno, se manifestó hacia el público con la publicación del álbum titulado simplemente “Cheo”. El repertorio del álbum surgió de un sobre sellado con el rótulo “Proyecto Cheo Feliciano”, que se mantuvo durante mucho tiempo en la oficina de Jerry Masucci, el presidente de la compañía Fania, esperando por la recuperación definitiva del cantante.

Un legado musical

El sobre fue llevado a la oficina de Masucci por el compositor Catalino “Tite” Curet Alonso, contenía 6 composiciones suyas que terminaron dándole forma a la producción que contó con Bobby Valentín y Nick Jiménez en calidad de arreglistas.

Así aparecieron: “Pa que afinquen”, “Mi triste problema”, “Franqueza cruel”, “Mano caliente”, “Esto es el guaguancó” y el hoy clásico “Anacaona”.

Hoy el mundo solo tiene elogios para recordar al cantante que cambió de paisaje hace cinco años a sus 78 años y dejó un gran legado musical y humano que perdurará por siempre.

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