«Es vergonzoso que Guaidó esté rogando la intervención militar de los gringos»

Entrevista con Enrique Ochoa Antich, dirigente de una coalición opositora venezolana

Por Alexis Rodriguez

30/05/2019

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ocho guaido

Los dos polos del extremismo en Venezuela le hacen daño al país y lamentablemente un lado legitima el extremismo del otro. Esa es la percepción que tiene el experimentado político, quien durante 20 años ha adversado la política del Gobierno Bolivariano


“Divide y vencerás” es una frase de dudoso origen. Algunos se la atribuyen a Julio César, otros a Nicolás Maquiavelo. En Venezuela permanece muy latente hoy en el plano político, debido a las marcadas divisiones que existen dentro del seno de una oposición ávida de victorias o de, al menos, un logro que celebrar en medio de un país convulsionado, con un Gobierno que domina todas las facetas del poder.

Hay quienes consideran que la administración de Nicolás Maduro ha logrado dividir a la oposición. En cambio, otros sostienen que las ambiciones de poder y las decisiones erradas de los máximos dirigentes opositores son los únicos responsables de esa división. En este último grupo se ubica Enrique Ochoa Antich.

El Ciudadano conversó con Ochoa Antich, político, escritor y columnista de 64 años de edad, con una vida política que comenzó en los años ’70 del siglo pasado. En las décadas de 1980 y 1990 fue dos veces diputado al Congreso, y también secretario general del partido de gobierno, Copei, durante la presidencia de Rafael Caldera (1994-1999).

Desde la llegada de Hugo Chávez a la presidencia, ha sido un constante detractor del Gobierno Bolivariano. Hoy integra la “Alianza por el Referendo Consultivo”, una coalición de pequeños partidos que se presentan como una alternativa política diferente al Gobierno de Maduro y a la oposición radical.

Ochoa Antich rechaza tajantemente la visión del grupo de oposición que lidera Juan Guaidó que apuesta por la intervención militar en Venezuela. Sostiene que frente a ese extremismo es necesario impulsar un movimiento opositor aparte, que retome la ruta electoral y pueda sentarse a negociar con el Gobierno, por el bien del país y del pueblo venezolano

A continuación la entrevista completa:

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Enrique Ochoa Antich se desvincula de la estrategia violenta por la cual ha apostado una oposición que lidera Juan Guaidó. Foto: El Ciudadano

¿Quién es el presidente constitucional de Venezuela?

El presidente constitucional de Venezuela es Nicolás Maduro, sin lugar a dudas. Más allá de las críticas que se le puedan hacer, reúne al menos más condiciones de Presidente Constitucional que el otro. Pero si tú me dices cuál de los dos es más legítimo, yo creo que Guaidó es más legítimo como presidente de la Asamblea (parlamento) que Maduro como Presidente de la República, porque el gobierno y el sistema político se ha venido deslegitimando progresivamente, ha venido cometiendo un conjunto de acciones, arbitrariedades y abusos que han quebrantado la constitucionalidad, la legalidad y la legitimidad del Gobierno y del régimen político.

Eso por supuesto hace que la última institución electa en unos comicios reconocidos por todos, legítimos, sea la Asamblea Nacional. Por lo tanto Guaidó como presidente de la Asamblea es más legítimo que Maduro como Presidente de la República, pero sin lugar a dudas que Maduro es un Presidente de la República que es más legítimo que Guaidó como Presidente.

¿Qué condiciones debe tener una persona para ser proclamada Presidente de la República?

No se puede decir, como algunos señalan, que la condición fundamental, lo dice mucho el madurismo y los voceros del Gobierno, es ser electo por el pueblo.

En circunstancias extremas de quebrantamiento político se puede dar el caso de la designación del Presidente por otras vías. Cuando se logró la salida de Carlos Andrés Pérez del poder, presionamos suficientemente para que el Tribunal Supremo de Justicia decidiera enjuiciarlo en 1993. Para esos últimos meses que le quedaban de gobierno, se reunió el Congreso -lo establecía la Constitución- y se eligió como presidente a Ramón J. Velázquez, quien tuvo la legitimidad suficiente.

Pero, claro, en condiciones normales, lo fundamental es que sea electo por el pueblo. Porque la autojuramentación en plazas públicas, ni siquiera por una decisión formal del Parlamento, es absolutamente inconstitucional. La lectura ellos hicieron del artículo 233 de la Constitución y el estatuto que aprobaron en la Asamblea Nacional es absolutamente antidemocrático, porque parte de una premisa falsa según la cual las elecciones del 20 de mayo (de 2018) fueron ilegales e ilegítimas.

Esas elecciones tuvieron muchísimos abusos por parte del Gobierno, que atropelló a sus adversarios, ilegalizó partidos, inhabilitó candidatos; pero de ahí a decir que las elecciones mismas son inconstitucionales e ilegales no es verdad.

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No reconocer los procesos electorales ha sido el leitmotiv de la oposición cada vez que sale derrotada en unos comicios. En 2018 le tocó el turno a Henri Falcón. Foto: Web

¿Reconoce los resultados de las elecciones del 20 de mayo de 2018?

Yo reconozco los resultados y a su vez los cuestiono. Creo que esos resultados fueron también provocados por un abuso de poder muy grande por parte del Gobierno, usando todos los recursos públicos, algo que ha venido ocurriendo además en muchas elecciones precedentes. Yo creo que en ningún país, al menos de América, se produce una injerencia de los recursos públicos a favor de una parcialidad política como ocurre en Venezuela.

Ahora, la causa fundamental de los resultados no fue esa, sino la abstención de la inmensa mayoría de la oposición, de electores que se dejaron confundir por un liderazgo -desde muchísimo tiempo antes, incluso desde 2002 y la abstención de 2005- cuya estrategia es la supuesta deslegitimación del régimen por la vía de abstenerse, de no participar en elecciones. Eso fue lo que al final produjo el resultado.

Tan es así que, aun con los abusos de poder y estando prácticamente solos en competencia, porque quienes respaldábamos la candidatura de (Henri) Falcón sabíamos que no teníamos chance de ganar (…) el Gobierno obtuvo solamente el 29 % de la población electoral, aunque se diga que ganó con más del 60 % de los votos. Lo que quiero señalar -en todo caso- es que ganando Maduro con 29 % del electorado, está claro que si la oposición hubiese concurrido con un solo candidato habría ganado sin ningún tipo de problema. Pero prefirieron llamar a la abstención.

¿Por qué la oposición no concurrió en unidad a esos comicios?

Porque desde que la oposición ganó la Asamblea Nacional, el Gobierno, no sé si a conciencia, como una provocación calculada o simplemente atropellando con una voracidad de poder, fue cometiendo un conjunto de atropellos que le hicieron creer a la oposición que no valía la pena votar. Por ejemplo, ganamos la Asamblea en 2015, en esas elecciones todos participamos, nos sentimos contentos con ese resultado. Yo habría pedido que esa Asamblea hubiese abierto un canal de diálogo y de negociación del Gobierno en vez de haberse orientado hacia la política del derrocamiento.

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Henry Ramos Allup asumió la presidencia de la Asamblea Nacional en enero de 2016 y sus primeras palabras, en nombre de la oposición, fueron: «Sacaremos a Maduro en seis meses». Foto: Web

Pero el Gobierno inmediatamente, la Asamblea Nacional anterior (de mayoría chavista), buscando la jubilación anticipada de unos magistrados del Tribunal Supremo, produjo un cambio para que la nueva Asamblea no designara a los magistrados que debía asignar. Luego, el Gobierno le quitó a la nueva asamblea tres diputados por supuestas irregularidades en la elección, quienes le daban dos tercios a la oposición en el Parlamento y les permitía convocar a una Asamblea Constituyente.

¿Por qué se abstuvo la gente? Porque llegó un momento en que después de golpe tras golpe sintió que no valía la pena votar y prevaleció la prédica de un pequeño grupito. Lamentablemente la oposición se decidió por el extremismo de derrocar a Maduro y no por el diálogo y la negociación.

¿Por qué después de esa victoria de 2015, la oposición en el Parlamento no se dedicó a legislar? Así sucede en cualquier país, incluso con el Ejecutivo en contra

Sin duda la línea fue equivocada. Debimos habernos trazado como objetivo ese año las elecciones de gobernadores que se aproximaban. (…) Pero los abusos fueron de tal magnitud que fortalecieron el extremismo opositor. Nuestra apuesta es que en el centro se produzca un movimiento político que logre equilibrar la situación venezolana y pueda aislar a los extremos y que los sectores moderados puedan encontrarse.

¿Y qué hacer con el extremismo?

Los dos polos del extremismo en Venezuela le hacen daño al país y lamentablemente un lado legitima el extremismo del otro. Cuando hay extremismos del Gobierno se fortalece al extremismo de la oposición, y cuando la oposición realiza acciones como el 30 de abril (intento de golpe de Estado) se fortalece el extremismo del Gobierno.

Los dos discursos extremistas se van retroalimentando y eso es una tragedia para el país, porque cuando nosotros no conseguimos comida, cuando se nos va la luz; es el resultado de la situación política y de los dos extremos que parecen vivir en un campo de batalla.

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La oposición promueve desde 2014 protestas violentas, conocidas como guarimbas, para las cuales compra con dólares a manifestantes para que se transformen en grupos de choque. Foto: Agencias

Y si el Gobierno domina todas las facetas del poder, ¿hacia dónde puede conducirnos ese extremismo de la oposición?

Por ejemplo, la posición extremista de la oposición hace que el gobierno ejerza el poder por la vía policial, por la vía represiva, por la fuerza (…) Sin embargo, el chavismo nació con un golpe de Estado militar en 1992 y luego alcanzó una victoria electoral en 1998. Evolucionó hacia la democracia. Chávez lo hizo, después de la rebelión militar evolucionó hacia la salida antidemocrática, al acto democrático del voto, y ganó.

Entonces, si la oposición no toma la vía democrática y prefiere las salidas violentas, antidemocráticas, eso termina beneficiando al Gobierno, le da legitimidad y lo amarra en el poder. Por eso la demanda de cambio que pedimos es la vía democrática.

Si la oposición continúa por las salidas inconstitucionales no tendrá éxito, excepto que consiga la intervención militar norteamericana que sería terrible para el país.

¿Cree en el concepto de intervención militar?

Rechazo cualquier tipo de intervención militar, aquí y en cualquier lugar del mundo. Claro, podría comprender que se dé en un caso excepcional y extremo -que no creo que sea el venezolano- aprobado por el Consejo de Seguridad.

Pero no creo que un país deba inmiscuirse en los asuntos internos de otro. No creo en la intervención militar, ningún país debe pasar por encima de otro.

Lamentablemente veo que la oposición (de Guaidó) solo tiene esa ruta sin oportunidad de éxito. Espero que rectifique, regrese a la ruta electoral, vaya a elecciones y conforme una alianza amplia que tendría muchísimas posibilidades de ganar.

Recordemos que el Gobierno está obligado a convocar elecciones, ese es su punto débil y ojalá la oposición lo entendiera. Porque su legitimidad es democrática y están obligados a defenderla. Pero si hacen el negocio del siglo, convocan elecciones, la oposición no participa y ganan con el 29 % de los electores, entonces no resolvemos los problemas del país.

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Las intervenciones militares lideradas por Estados Unidos solamente dejan rastros de muerte y destrucción a su paso. Un caso reciente es Libia. Foto: Agencias

Entonces, ¿cuál sería una solución al conflicto?

A estas alturas hay que conformar algunos acuerdos para ir a unas elecciones, que el Gobierno sabe que va a perder si la oposición va unida y decide participar. Entonces, para que el Gobierno acepte eso, debe tener garantías de que podrá seguir teniendo poder, como sucede en todas las transiciones políticas exitosas. Es decir, oposición y chavismo deben negociar para conseguir un gobierno de integración, de unidad. En ese tema se debe tomar en cuenta que el chavismo es la primera fuerza política individual, es organizada, con estructura, con raíces sociales, entonces, para que salga del gobierno se requiere que sigan participando en el poder.

La mejor salida es que el gobierno y la oposición pudieran pactar un gobierno de unidad nacional, de emergencia, que enfrente la crisis durante dos o tres años por consenso nacional. Yo creo que el madurismo debe tener derecho a una cuota de poder, como sucedió con Pinochet en Chile o después en Sudáfrica con los blancos.

Muchos me dicen: ¿cómo se te ocurre plantear diálogo y negociación si del comunismo no se sale sino por la fuerza? Pues no, ocho de nueve comunismos de Europa salieron por vía pacífica, con diálogo y negociación. Y los comunistas pudieron convertirse en partidos y ganar elecciones luego. Al madurismo habría que darle un pacto de gobernabilidad que les permita a ellos formar parte del nuevo Estado y compartir el poder.

¿A qué se refiere el numeral 11 del artículo 187 de la Constitución?

Los sectores de oposición que han sacado a relucir ese artículo son unos irresponsables y unos piratas, porque utilizan ese texto para hacer demagogia e intentar justificar una intervención militar.

Pero ese numeral está redactado de modo tal que se refiere es a misiones diplomáticas, no de fuerzas militares extranjeras. En Venezuela hubo una misión estadounidense que funcionaba en el Fuerte Tiuna (Caracas), y ciertamente tenía presencia de algunos efectivos militares como cualquier misión diplomática. Pero ese artículo sólo habla de autorizar presencia de una misión, no de un ejército invasor, con tanques y aviones y bombardeos.

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Partidos de derecha, entre ellos el de María Corina Machado, han manipulado a la población para hacerles creer que la Constitución permite la entrada de fuerzas militares extranjeras con carácter belicista. FOto: Web

Pero vamos a suponer que aceptáramos que una misión sean tanques y aviones. ¿Cómo van a entrar a Venezuela sin que haya una mortandad, enfrentándose al Ejército venezolano?

Quizás por eso están buscando alternativas y una de ellas es el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca). Es curioso que ahora lo saquen a relucir, solo porque están buscando la intervención militar.

Me parece muy penoso para Venezuela, muy vergonzoso para los venezolanos y en particular para la oposición, que el presidente de la Asamblea Nacional esté rogando obsecuentemente la intervención militar de los gringos, pidiendo a los norteamericanos que nos invadan. Eso me parece muy triste.

La oposición dice que volverá a firmar el TIAR, pero Venezuela ya no está suscrita en ese convenio que forma parte de la OEA. ¿Cómo explica eso?

Con el TIAR la oposición extremista busca es argumentar que ellos son el gobierno y que el gobierno que se fue de la OEA es ilegítimo. Ellos pueden aprobar, pero a efectos reales sólo serviría para dar un pequeño pretexto, una justificación efímera, una especie de hoja de parra para taparse las partes pudendas y que el imperialismo norteamericano pueda cometer el abuso que significaría una intervención militar. Sería solamente para eso.

En definitiva, ¿permite la Constitución venezolana en algunos de sus artículos la posibilidad invocar o autorizar una intervención militar?

Para nada, la Constitución, como la de cualquier lugar del mundo, es muy estricta. Claro, en condiciones muy extremas, como la invasión de los nazis, pudiera aprobarse una intervención militar. Pero nuestra Constitución no lo permite.

Algunos suelen sacar a relucir que en Venezuela están los rusos y los cubanos, pero, por Dios, hay que tener un poquito de sentido común. Aquí no hay tanques rusos ni cubanos. La Constitución defiende la soberanía nacional y nosotros, como soberanistas que somos, rechazamos cualquier intervención contra el país.

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Venezuela culminó el proceso legal que le permite abandonar la OEA el pasado 27 de abril, por ser un organismo completamente injerencista en los asuntos internos del país. Foto: Web

Problemas como la inflación o la escasez de medicamentos, ¿usted cree que son responsabilidad absoluta del Gobierno, en medio de tantas sanciones unilaterales y del bloqueo financiero?

Ya no es posible. Pero sin lugar a dudas las sanciones tienen una incidencia mínima en la situación económica. El conjunto de la crisis con su magnitud es el resultado de una política económica muy anterior a las sanciones. Yo lo relaciono con una visión estatista que no permitía el desarrollo de las fuerzas productivas y que liquidaba empresas privadas. Se puede ser un Estado social y poner en su sitio al empresario privado. No se puede creer que el Estado mismo sea el empresario. Esos errores son anteriores a Maduro, ocurrieron también en el chavismo y hasta en la cuarta república (1958-1998), y se deben a los grandes ingresos por el petróleo (…) A esos gobierno los cuestioné y no acepto la teoría de que éramos felices y no lo sabíamos, de que estábamos muy bien y ahora estamos mal, de que éramos un país espectacular y ahora uno terrible.

Solo por ejemplo, esas afirmaciones no retratan el 27 de Febrero de 1989 (El Caracazo). En esos días yo vi los cadáveres apilados en las puertas de la morgue, en las aceras. Ahora, sí es cierto de que si estábamos muy mal antes, ahora estamos peor.

Y en medio de esta crisis que usted retrata, ¿es justo pedir el bloqueo de activos para medicinas y alimentos, para dárselos a transnacionales?

Para nada. Yo rechazo todas las sanciones, incluso las individuales. A mí ningún Gobierno puede imponerme sanciones, excepto que sea un delito cometido en ese otro país y después de un proceso en tribunales. No comparto que venga otro gobierno a imponer la sanción a un militar por reprimir, así yo rechace esa represión.

Pero también reconozco que las fallas en Venezuela son estructurales. Chávez lo que hizo fue agudizar las atrofias del puntofijismo (cuarta república), donde también hubo estatismo, corrupción e ineficacia.

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El acuerdo de Mauricio Macri con el FMI ha provocado masivas y continuas protestas de miles de argentinos que rechazan el pacto por vender al país y acabar con políticas sociales. Foto: Agencias

¿Está usted de acuerdo en recurrir al FMI, al Banco Mundial y al BID para préstamos, luego de casos como el de Argentina?

En algunas circunstancias se puede hacer. Si bien el FMI suele poner algunas condiciones, el Gobierno debe negociarlas con ellos. Por un dinero no puedes cambiar tu política económica. No te pueden dictar tus políticas, pero sí puedes negociar con ellos.

Creo que la situación de Venezuela es tan lamentable que requiere la inyección de recursos de esos organismos. Venezuela podría abrirse a ellos y con el petróleo que tenemos podemos negociar (…) Y la cantidad de recursos que necesitamos ha ido aumentando. Economistas comenzaron en 50 mil millones y hay quienes dicen que hasta 150 mil millones.

¿Qué significa cada uno de estos términos para usted?

Venezuela

Crisis y convivencia.

Democracia

Libertad y progreso

Constitución

Convivencia.

Abstención

Estupidez.

Consejo Nacional Electoral

Organismo electoral.

Intervención militar

Inaceptable.

Estados Unidos

Imperialismo.

Rusia

Otro imperialismo.

China

Imperialismo económico.

Juan Guaidó

Liderazgo lamentable.

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Ochoa Antich apuesta por la construcción de un espacio para la reconciliación nacional, alejado completamente de la posición vergonzosa de Guaidó y compañía. Foto: El Ciudadano

¿Qué aspiraciones políticas tiene Enrique Ochoa Antich?

Organizar y construir una fuerza política junto con muchos otros que pueda reconciliar al país. Si yo pudiera participar en esa fuerza política y se abriera un cauce en el medio de esos dos polos extremos, por más improbable que sea, para construir un espacio para la reconciliación nacional, me sentiría suficientemente satisfecho.

Me había retirado de la política hace cinco años, pero regresé porque sentí que personas de mi edad eran requeridas. Junto a un grupo de la sociedad civil nos pasamos los años 2016 y 2017 dando recomendaciones y enviando decenas documentos a la MUD (plataforma de unidad opositora). Bueno, no hicieron caso en nada y se equivocaron en todo. Entonces decidimos colocar nuestra experiencia en la construcción de un nuevo movimiento político, de democracia social, de participación popular, que defiende el progreso de Venezuela, que logre reconciliar al país y darle un rumbo.

¿Qué mensaje le daría al pueblo venezolano, tanto a quienes creen en Maduro como aquellos que creen en Guaidó?

¡Dejen la vaina! A los dos. Ya está bueno de estar confrontándose, poniendo al país en juego de sus apetencias. Al Gobierno, que piense en lo que en su momento consideró hacer Allende cuando vio la amenaza del golpe de Estado, porque acá está la amenaza de la intervención militar. Allende, teniendo al Gobierno legítimamente constituido, planteó la posibilidad un plebiscito para decidir por la vía democrática su salida del poder.

Que piensen en la posibilidad de otorgarle al pueblo la decisión con un referendo consultivo, porque saldrían con una fuerza muy importante, con capacidad para volver al Gobierno en cuatro o cinco años, y que consideren la idea de la alternabilidad.

A la oposición, que se dé cuenta de que por la vía extremista -la historia de estos 20 años lo dice- no se ha conseguido nada y debe retomar la ruta democrática, que tiene cuatro valores fundamentales: 1) el voto siempre como principio; 2) el diálogo y la negociación siempre; 3) protesta sólo pacífica, si hay encapuchados, bombas molotov, yo me distancio; y 4) tutelaje extranjero nunca, soberanismo siempre, y que los problemas de Venezuela se resuelven entre venezolanos.

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