Once cofradías esparcidas por toda Venezuela afinan detalles para celebrar este jueves 31 de mayo el Corpus Christi

¡Los diablos andan sueltos!

En San Francisco de Yare, estado Miranda, los Diablos Danzantes celebrarán en grande los 269 años de la tradición religiosa-cultural declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. La riqueza de la tradición acuña elementos propios de cada región que recordamos en este recorrido

Por José Gabriel Diaz

28/05/2018

Publicado en

Cultura / Venezuela

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Este jueves 31 de mayo las fiestas de Corpus Christi, en honor a los Diablos Danzantes de Venezuela, celebran un año más. El triunfo del bien sobre el mal avanza en la tradición que rinde tributo al Santísimo Sacramento y que se desarrolla, a partir de la danza, la música y la fe en 11 regiones del país, exactamente nueve jueves después del Jueves Santo.

Una de las más importantes de Venezuela se desarrolla en la localidad de Yare, estado Miranda. Declarada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en el año 2012, por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en esta fiesta los promeseros -ataviados con indumentarias coloridas y máscaras de diablos hechas con cartón y papel-, se cruzan con los devotos, encargados de armar los altares y ofrendas.

Esta similitud se extiende a lo largo y ancho de territorio nacional coinicidiendo además en ser una tradición que data de la época de la Colonia en el que los esclavos prometieron al Santísimo Sacramento que si llovía y recogían buenos frutos, danzarían en su honor.

Al ritmo de maracas, tambores e instrumentos de cuerda, la música cobra protagonismo en los bailes que buscan espantar al maligno y que, según la región, incluyen elementos diferenciadores en el vestuario. Por ejemplo con máscaras de peces y no de diablos, en Naiguatá (estado Vargas) participan niños, mujeres y hombres por igual, hecho que no es para nada común en la fiesta pues suelen ser solo hombres. Algo similar ocurre en Guárico, donde los personajes que se representan incorporan a la mujer: La diabla, que baila coqueteando con los diablos y portando una máscara redonda.En muchos casos también se altera el color de las piezas de vestuario, en algunos floreados o coloridas, mientras que en otros exclusivamente con negro y rojo, algunos portando largas capas como los Diablos danzante de Cata (estado Aragua), o luciendo máscaras con rasgos humanos como ocurre en Tinaquillo, Cojedes.

Particularidades hay muchas. Por ejemplo, en Cuyagua (estado Aragua), los danzantes deciden cómo lucirán cada año. En Turiamo (también Aragua) los diablos llevan un látigo en la mano y un palo de madera como señal de autoridad. Y en Chuao (Aragua) las máscaras pintadas en negro, blanco y rojo, lleban una cinta tricolor colgada en los cachos.

En líneas generales, la danza inicia tras la solicitud de permiso y bendición al cura para llevar a cabo la actividad. La salida suele ser desde la iglesia principal y se recorren uno a uno los altares realizados por los devotos de la región. También se lleva a cabo una procesión con el Santísimo Sacramento, quien sale y entra de vuelta a la iglesia. Diferencia la ejecución de un velorio en honor a la Cruz del Calvario o de un baño de purificación en un río (como ocurre con los Diablo de Patanemo, estado Carabobo).Enérgica y animada, la ceremonia sin descanso continúa en la noche con rezos, salmos, cánticos, fulías y décimas.

El día de Corpus Cristi (este año es el jueves 31 de mayo), los promeseros realizan además visitas al cementerio para recordar a los difuntos y se juramentan los nuevos promeseros. La tradición mezcla la cultura africana, indígena y litúrgica de los europeos.

Otro dato interesante es que en Yare se encuentra la cofradía más grande del mundo, conformada por 2.579 promeseros.

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