¿Quién es Nicolás Maduro? El candidato del 20-M en Venezuela que jamás soñó con ser presidente

Si bien, jamás soñó con ser primer mandatario como hasta el delirio lo han hecho sus adversarios, los dirigentes de oposición Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López y el mismo Henri Falcón, para las elecciones del próximo 20 de mayo parece tenerlo, ahora sí, totalmente claro, ser reelecto Jede de Estado para derrotar la “guerra económica y financiera” en contra del país suramericano, y mantener en el ejercicio del poder político a la Revolución Bolivariana

¿Quién es Nicolás Maduro? El candidato del 20-M en Venezuela que jamás soñó con ser presidente

Autor: Félix Eduardo Gutiérrez

Cuando Hugo Chávez, el líder de la Revolución Bolivariana, en su última cadena de radio y televisión, la noche del 8 de diciembre de 2012, pidió a los venezolanos apoyar a Nicolás Maduro en unas eventuales elecciones presidenciales en Venezuela, en caso de que él no pudiera continuar gobernando por su delicada condición de salud, el vicepresidente del país suramericano para aquella época, Nicolás Maduro Moros, no pudo ocultar su cara de incredulidad.

La misma incredulidad que seguramente dibujaron en sus rostros muchos venezolanos y otros fuera de las fronteras de esa nación. Hugo Chávez aquella noche se estaba despidiendo luego de 20 años de sorpresiva irrupción en el escenario político tras su rebelión militar del 4 de febrero de 1992 y 14 años en la presidencia de Venezuela luego de cuatro victorias electorales consecutivas.

Chávez, aquella noche, dejaba como su sucesor político a Nicolás Maduro, uno de los dirigentes de la Revolución Bolivariana en los que más confió y leal a su legado político revolucionario.

A diferencia de Henrique Capriles Radonski, candidato opositor de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro meses más tarde, Manuel Rosales, Henrique Salas Römmer y Leopoldo López, entre otros dirigentes de la derecha que han soñado con ser presidentes del país con la mayor reserva petrolera del mundo, Maduro no se lo había imaginado.

Este dirigente sindical de la empresa de transporte público Metro de Caracas en los años 90, militante del partido Liga Socialista en los años 70 y guitarrista del grupo de rock Enigma de los años 80, jamás soñó con ser el presidente de Venezuela y menos líder de la última revolución latinoamericana del siglo XX.

De militante de organizaciones de izquierda a dirigente sindical del Metro de Caracas

Nicolás Maduro Moros nació en Caracas, la capital venezolana, el 23 de noviembre de 1962. Se formó en un núcleo familiar con ideales revolucionarios, su padre Nicolás Maduro García era dirigente sindical.

Se crio en El Valle, popular parroquia caraqueña, se forjó en el seno de una familia trabajadora y obrera. Estudió en el liceo José Ávalos de su parroquia, instituto educativo en el que integró el centro de estudiantes.

A los 12 años ya militaba en una organización de izquierda, Ruptura, se llamaba. Posteriormente participó activamente en la Liga Socialista. Como muchos jóvenes venezolanos de la segunda mitad del siglo XX, acarició la idea de ser jugador profesional de béisbol, jugaba la tercera base.

También le gustaba la música, es melómano. Se crio escuchando a los grandes de la «salsa brava», como muchos jóvenes de las barriadas caraqueñas, Oscar de León y su Dimensión Latina, Rubén Blades, Héctor Lavoe e Ismael Rivera, “Maelo”, entre muchos otros.

«Ruge la mar embravecida, rompe la ola desde el horizonte…», dice la famosa canción «Tiburón» de Rubén Blades que cuestiona las intervenciones militares de los EE.UU. en América Latina y que siempre recuerda Maduro y su generación, formados en el anti-imperialismo latinoamericano.

A Maduro le gustaba el rock. Sus amigos de juventud lo recuerdan como bajista de una banda de músicos aficionados llamada Enigma.

Nicolás Maduro cursó estudios en Cuba, en la escuela de formación de cuadros políticos de izquierda «Ñico López», en la Habana, la capital de la isla antillana.

La Revolución Cubana era el gran referente revolucionario de América Latina de los años 60, la de su niñez, así como lo fue en su adolescencia el proyecto socialista chileno de Salvador Allende abortado a sangre, tortura y muerte por el golpe de Estado y dictadura de Augusto Pinochet en los años 70; también lo fue en su juventud la Revolución Sandinista de los años 80, otro referente revolucionario latinoamericano.

Su alta estatura y corpulencia le permitió al joven Maduro desempeñarse como guardaespaldas, tal cual le sucedió en la campaña electoral del periodista y abogado José Vicente Rangel, en los comicios de 1983, en los que ganó la presidencia de Venezuela el dirigente socialcristiano Luis Herrera Campins.

Desempeñó funciones similares de otros reconocidos dirigentes de izquierda, como Alí Primera, el “cantor del pueblo venezolano”, quien acompañó a José Vicente Rangel en su campaña electoral y también fue candidato a diputado del Congreso de Venezuela.

En la década del 90 ingresó a la empresa pública de transporte Metros de Caracas, en la que cumplió labores como conductor de unidades de transporte. Allí se desempeñó como dirigente sindical, comenzó a erigir sus bases como dirigente político de izquierda, que consolidaría con la irrupción de Hugo Chávez en el escenario político.

Diputado, canciller y vicepresidente de la República

Nicolás Maduro conoció personalmente a Hugo Chávez en la cárcel de Yare, lugar en el que permaneció detenido durante dos años, tras su alzamiento militar de 1992.

Ayudó a Hugo Chávez organizar el partido político Movimiento Quinta República (MVR), una vez que Chávez salió de prisión en 1994, luego de recibir un indulto del presidente de aquella época, Rafael Caldera (1994-1998).

Fue electo diputado de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) de 1999, propuesta por Hugo Chávez como presidente electo por primera vez en 1998 y aprobada, la Carta Magna, por el pueblo venezolano en referéndum consultivo.

Tras aprobarse también, la Constitución, en referéndum popular en el 2000 y reelecto Hugo Chávez como presidente, Maduro fue escogido diputado a la Asamblea Nacional, la máxima instancia legislativa venezolana.

En el 2005 fue reelegido parlamentario de la misma instancia y designado presidente del Legislativo, cargo que desempeñó durante un año, luego  Chávez lo nombraría canciller de la República en el 2006.

Durante seis años se convirtió en el ejecutor principal de la política exterior de Venezuela, puesto en el que se consolidó como figura política nacional e internacional.

En el 2012, tras la cuarta elección de Chávez como presidente de Venezuela, Maduro fue nombrado el 10 de octubre como vicepresidente de la República de la nación caribeña. El 8 de diciembre, durante su última participación pública Chávez, en cadena de radio y televisión, dijo:

“Si algo ocurriera, que a mí me inhabiliten para continuar al frente de la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela… (pido a) ustedes (los venezolanos) elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela”.

Derrotar la “guerra económica”, principal propuesta del 20-M

Nicolás Maduro ganó las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013 con el 50,61% de los votos, contra el 49,12% del opositor Capriles Radonski, que también había perdido las elecciones con Hugo Chávez en el 2012.

Capriles no reconoció este resultado y llamó al pueblo opositor “a descargar toda su arrechera” (expresión popular venezolana que significa mucho enojo) en la calle, en contra de los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), máxima instancia comicial de ese país.

Tras este llamado hubo una cifra de al menos 11 muertos, asesinatos provocados en su gran mayoría en contra de simpatizantes del chavismo, algunos de los cuales celebraban la victoria de Maduro, muertes provocada por las protestas opositoras.

De esta manera se estrenó Maduro en la presidencia de Venezuela, con hechos violentos provocados por la derecha nacional e internacional, tendencia que se ha mantenido hasta el 2017, primero con las protestas convocados por el dirigente de derecha Leopoldo López, en el 2014, conocidas como “La Salida”, que desembocaron en las protestas violentas llamadas “guarimbas” y que arrojaron otros 41 fallecidos, heridos y destrucción de bienes públicos y privados.

Éstos hechos se repitieron, con mayor fuerza, en el 2017, al menos con 131 muertos, centenares de fallecidos, heridos, quema y linchamiento de personas, destrucción y destrozos de bienes.

Maduro logró aguantar la conspiración promovida desde el exterior, al estilo “revoluciones de colores” en ex-países de la Unión Soviética y “primaveras árabes” en la región árabe, logrando finalmente controlarlas con la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el 30 de julio de 2017, votación masiva del pueblo venezolano que devolvió la paz a esa nación.

Maduro respondió con audacia política la conspiración violenta, así como a la par redobló la inversión social en su país a pesar de la caída de los precios en el mercado petrolero, la principal industria venezolana.

Tras el fracaso de la última conspiración, la del 2017, actores políticos internacionales, liderados por el gobierno de los EE.UU., tomaron el puesto de los actores políticos nacionales y comenzaron a liderar la oposición a Maduro, ahora de forma más decidida en el escenario internacional.

Bloqueos económicos, sanciones financieras y ataque a la moneda venezolana (el Bolívar) a través del mercado paralelo del dólar; una hiperinflación inducida, escasez de alimentos, medicinas y otros insumos, producto de los bloqueos y las sanciones internacionales, ha sido parte de la ofensiva política internacional en contra del sucesor de Hugo Chávez.

Si bien Nicolás Maduro, como el mismo lo ha dicho, jamás soñó con ser presidente de Venezuela, como lo han hecho hasta el delirio adversarios políticos suyos, como Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López y el mismo Henri Falcón, dirigentes de la derecha, este último adversario en las elecciones del 20 de mayo, Maduro parece tenerlo, ahora sí, total y absolutamente claro.

Derrotar la “guerra económica y financiera” en contra de Venezuela es su principal oferta electoral para estas elecciones del 20 de mayo, así como oficializar la dolarización de la economía venezolana es una de las principales propuestas de Falcón y “cambiar valores políticos por valores cristianos”, levantar el control cambio en el ámbito económico, entre otras propuestas, las de Javier Bertucci, otro de los contrincantes de Maduro.

Venezuela asiste a estas elecciones presidenciales del 20 de mayo, la número 35 en dos décadas de Revolución Bolivariana, bajo amenaza internacional de no ser reconocido este proceso por parte de los EEUU, la Unión Europea y algunos países con gobiernos de derecha de América Latina.

Esta estrategia internacional se expresa en el interior de Venezuela en el llamado a la abstención por parte del sector que ha utilizado la vía insurreccional para sacar a Maduro del poder y que propone una intervención internacional en el país suramericano.

Nicolás Maduro, el candidato del Frente Amplio de la Patrias (coalición de partidos de izquierda), según las encuestas (Hinterlaces, Consultores 30.11), no sólo lidera la intención de voto para las elecciones del 20 de mayo, también hay una consolidada intención de voto del pueblo de participar en este proceso, desoyendo el llamado a la abstención, a la insurrección y a las amenazas internacionales.


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