Aguas hipóxicas causan varazón de miles de ejemplares de sardina, pejerrey y anchoveta en la Bahía de Culiomo en el Biobío

En solo un par de días se retiraron 125 toneladas de peces de las playas de la bahía, debido a la "entrada de aguas pobres en oxígeno", indicó Camila Fernández, directora del Centro COPAS Coastal, de la Universidad de Concepción.

Por Leonardo Buitrago

25/02/2022

Publicado en

Chile / Medio Ambiente / Portada / Regiones

0 0


En la Bahía de Coliumo, BioBio, se ha podido observar varazones de peces, lo que ha generado preocupación tanto en el ámbito turístico, como en el de la pesca artesanal.

Camila Fernández, directora del Centro COPAS Coastal, de la Universidad de Concepción, señaló que este fenómeno se debe a un evento de surgencia costera.

“La surgencia costera es un proceso oceanográfico que consiste en el ascenso de aguas profundas, más frías que el promedio superficial, ricas en nutrientes y CO2 y con bajos niveles de oxígeno, debido al esfuerzo que ejerce el viento costero sobre las capas más superficiales del océano”, expresó Fernández, citada por El Mostrador.

Este evento se debe, además, de la riqueza y productividad de los ecosistemas marinos y las pesquerías, que se genera en especial en las zonas costeras del centro y del norte del país.

“No solamente estos sistemas albergan riqueza en biodiversidad, sino que intercambian activamente gases de efecto invernadero con la atmósfera, juegan un rol en el clima y proveen de seguridad alimentaria a gran parte de la población de nuestro país”, recalcó.

En solo un par de días, detalló Fernández, se retiraron 125 toneladas de peces de las playas de la bahía, debido a la «entrada de aguas pobres en oxígeno. Sin embargo, los alcances en el funcionamiento del océano costero aún no estaban claros”.

«La eficiencia con la que el océano costero observa CO2 está cambiando y debemos saber cuál es el balance neto de las principales áreas biológicamente productivas del país», añadió.

Esfuerzo conjunto para implementar protocolos

Camila Fernández exhortó a un esfuerzo conjunto con los municipios, los centros de investigación y entidades académicas, para poder acordar los protocolos de manejo y uso de borde costero y zona económica exclusiva.

Además, indicó que la necesidad de observar el océano costero durante el ciclo anual es una realidad “que nos pesa al momento de poder predecir eventos como los vividos en Dichato y Coliumo estos días”.

“Esfuerzos conjuntos entre municipios, entidades académicas y centros de investigación son necesarias para integrar datos y recolectar información acorde con protocolos internacionales que aseguren su calidad”, añadió, citado por El Mostrador.

Para esto, se han presentado diferentes iniciativas, que se encuentra en el Plan Nacional de Adpatación del Cambio Climático, en el que se incluye la implementación de un sistema integrado de observación del océano y la evaluación periódica de las condiciones que determinan la viabilidad de cultivos en zonas costeras.

“Es necesario concretar estas medidas e innovar en los esfuerzos por comprender el funcionamiento de los sistemas de surgencia en el océano futuro”, analizó Fernández.

De igual forma, enfatizó la necesidad de «sopesar la idoneidad de áreas de alta productividad» y que sean zonas de refugio climático y de diversidad, porque estas garantizan la producción y el almacenamiento del carbono azul.

“Ciertamente esta nueva normalidad requiere estudiar a fondo los ecosistemas nuevos o emergentes que dejan los eventos de surgencia y que suelen acompañarse de hipoxia”, detalló Camila Fernández.

Uno de los desafíos más ambiciosos y urgentes es sin duda definir formas de diagnóstico para el océano. Al contrario de lo que ocurre con la salud humana, diagnosticar el estado del océano es complicado pero no imposible, complementó la investigadora.

“Podemos y debemos definir indicadores físicos y biológicos como genes y vías metabólicas, métodos estadísticos para manejar grandes bases de datos y monitoreos ambientales son sólo algunos de las piezas necesarias para armar este puzzle. Sin embargo, es posible con metas científicas claras y el compromiso de autoridades y de la sociedad en general”.

En la última década se logró realizar un estudio sobre el enfriamiento del océano costero.

En este caso, detalló la directora del Centro COPAS, los datos recabados revelan que se ha enfriado a tasas que varían entre 0.4º y -0.2º a -1.0 °C por décadas durante la primavera y verano.

Este enfriamiento es por el incremento de los vientos en los meses de primavera y verano a lo largo de la corriente de Humboldt y que están cambiando además su periodicidad temporal.

“Sabemos que los eventos de surgencia que propician casos de hipoxia costera están haciéndose más frecuentes y probablemente no se restrinjan a los meses estivales. Este año hemos estado en la fase la Niña de ENSO (El Niño Oscilación del Sur), lo que hace más intenso el patrón de vientos en esta zona”, aseveró la especialista.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones