A propósito del dicho

“Las personas no cuidan lo que no es de ellas”

Las comunidades autogestionadas han coexistido mejor con los que llamamos recursos naturales que iniciativas públicas o privadas. Sus prácticas son perdurables, sostenibles y ante todo comparten el respeto por los bienes de uso común, independientes a que no sean de su propiedad. Aquí no se intenta sacar provechos individuales por sobre los colectivos.

Por Bárbara Bustos

14/01/2015

Publicado en

Chile / Medio Ambiente

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Paisaje Chile

Las iniciativas públicas de protección. se respaldan por un conjunto de instituciones y normas legales, destinadas a proteger los ecosistemas y la biodiversidad del país. Sin embargo, la variedad institucional no nos lleva a una situación óptima. La legislación se encuentra dispersa en ellas; como consecuencia hay vacíos que impiden cumplir con la protección.

En el sector privado nos encontramos con el lavado verde o greenwashing que permite a las empresas crear una imagen “verde”. Hacen creer que sus políticas o productos son responsables con el medio ambiente. Sin desconocer que hay privados que en su actuar no tienen esta intención.

Hay empresas que utilizan la conservación como lavado verde. Por ejemplo, Celulosa ARAUCO es responsable de la contaminación y destrucción del Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, en Valdivia. No obstante, se les reconoce como privados preocupados por la conservación, porque son dueños de un Parque -área silvestre protegida- en la misma ciudad en que generaron graves problemas.

Sin dudas hay experiencias con resultados exitosos en lo público y privado. Pero ir más allá de particularidades permite apreciar que ninguno de los dos sectores ha logrado mejorar realmente el vínculo con el medioambiente.

Los primeros, por la ineficiente legislación ambiental; y los segundos, debido a que en su mayoría responden a intereses particulares, que nada tienen que ver con lo ambiental. También, se debe considerar que en ambas instancias responden a motivaciones políticas y económicas; que no permiten la perdurabilidad.

La politóloga y premio nobel en economía, Elinor Ostrom, sostiene en sus trabajos que no existe nadie mejor para gestionar sosteniblemente un «recurso de uso común» que los propios implicados. Es una tercera opción, que hasta el momento sería la más efectiva para proteger los ecosistemas y la biodiversidad.

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