La Rinconada de Antofagasta

Primera reserva marina del país ha perdido el 90% del recurso que debía proteger

Responsabilidades apuntan a la extracción ilegal y a la ineficiencia de los servicios públicos encargados de resguardar el principal banco de ostión del norte.

Por Daniel Labbé Yáñez

29/06/2018

Publicado en

Chile / Medio Ambiente / Portada / Regiones

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Un alarmante panorama es el que enfrenta hoy la que en 1997 se convirtiera en la primera área marina protegida del país, la reserva La Rinconada de Antofagasta. Una zona de 270 hectáreas que nació con el objetivo de resguardar el último banco natural de ostión del norte.

Un estudio encargado por Sernapesca sobre el estado de la reserva, realizado por la Universidad Arturo Prat y la consultora Promar Pacífico, arrojó resultados que dibujan un escenario crítico. Si en 2007 habían 10 millones de ostiones, en 2009 estos bajaron a 7 millones y la última evaluación -que terminó este año- arrojó la insólita cifra de 1 millón y medio de ejemplares. Es decir, en 10 años se ha producido una disminución del recurso de alrededor de un 90%.

El encargado del estudio, el biólogo marino Adolfo Vargas, sostuvo en conversación con El Mercurio de Antofagasta que entre las razones de esta insólita disminución destaca su «extracción ilegal», lo que se une a otros factores, como las varazones que se han generado en el último tiempo.

Miguel Avendaño, decano de la Facultad de Ciencias del Mar y Recursos Biológicos de la Universidad de Antofagasta (UA) y uno de los impulsores de la declaración como reserva esta área marina, hoy tiene una visión crítica de lo que se ha obrado, señalando al mismo medio que «la iniciativa buscaba proteger el único banco natural de ostiones del norte, pero todo quedó en el papel».

Foto: El Mercurio de Antofagasta

Los dardos en este caso apuntan tanto a Sernapesca como la Armada de Chile. Por una parte, se ha denunciado por ejemplo que frente a la acción diaria de los botes de pesca ilegal de ostión, el Servicio Nacional de Pesca se ve imposibilitado de usar una moderna lancha que -según apunta El Mercurio de Antofagasta– costó $75 millones y estuvo ocho meses sin tocar el mar por problemas burocráticos para obtener el permiso de zarpe. Además, se ha señalado que los turnos del servicio gubernamental tienen a una sola persona que solo puede dedicarse a anotar desde la orilla el movimiento de los botes que entran al lugar.

Respecto de la Armada, un dato entregado por el propio capitán de puerto de Antofagasta, Alejandro Ceballos, deja en evidencia la derrota en la protección de la reserva: «Desde el año pasado, no hemos cursado infracciones porque lamentablemente las embarcaciones utilizaron medios para llegar a tierra y evacuar».

«Un rotundo fracaso»

Desde Greenpeace se han pronunciado ante este desolador panorama, planteando Estefanía González, coordinadora de la campaña Océanos de la ONG, que “si el objetivo de la creación de esta primera reserva marina de Chile fue justamente proteger el principal banco de ostión del norte, la disminución de la cantidad de este ejemplar en un 90% en apenas 10 años representa un rotundo fracaso de esta política de protección».

Junto con ello González sostiene que «es urgente que la primera reserva marina de Chile sea abordada como una prioridad y que se inicie un trabajo de recuperación rápido y eficiente. Y en esta tarea las autoridades regionales tienen un rol clave, el mismo que parecen no haber cumplido hasta ahora”.

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