Ambas desaparecieron el 13 de enero del 2021

Aparición de Betzabeth y Fabiola, único deseo desde hace más de un año para sus familias

Las mamás de las dos mujeres de 22 y 24 años; respectivamente, han participado en marchas de manera activa para exigir a las autoridades y a la sociedad en general, apoyo para el regreso de sus hijas

Las risas y juegos en familia se convirtieron en búsquedas diarias de angustia para Blanca, quien, desde el 13 de enero de 2021, no logra ver a su hija Betzabeth Alvarado Gallardo, de 22 años, debido a que desapareció al salir de su casa en Villa Frontera junto con su amiga Fabiola Narváez Rojas, de 24 años.

Salir a buscar alguna pista en la calle, participar en marchas o publicar carteles en redes sociales, son algunas de las acciones que Blanca y María Eugenia, madre de Fabiola, realizan de manera constante, con la esperanza de pronto reencontrarse con sus hijas.

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En el marco del mes del Día Internacional de la Mujer, ambas se unen para dar visibilidad al caso a través de los recuerdos que guardan de ellas.

“Cuando un ser querido desaparece, todo se complica. El darte cuenta que tu hija no está contigo, no saber dónde está ni cómo está, cómo la tratan, si ya comió o no. Es muy doloroso pasar por eso, pensar en tu ser querido y no saber dónde está y que no te sepan decir”

María Eugenia

Último contacto

El último contacto que tuvieron con ellas fue la tarde del miércoles 13 de enero de 2021, cuando ambas jóvenes salieron cerca de las 15 horas a una sucursal bancaria en la Central de Abastos, de la capital poblana, a bordo de la motocicleta verde de Betzabeth.

A partir de ese momento, la pesadilla para las madres y las familias comenzó, ya que no contestaban sus celulares, “fue como si se las hubiera tragado la tierra”.

Encontrar algún indicio de lo que pasó ese día ha sido muy complicado. Pese a que sí han avanzado con las investigaciones, gran parte del trabajo ha sido por su cuenta. “Desafortunadamente en este tipo de situaciones, la gente nunca ve, no oye. Estamos en una sociedad donde no hay empatía, las personas son muy empáticas y poco sensibles”, manifestaron.

Memorias de las madres

Blanca recuerda a su hija como una chica amorosa y juguetona. Compartió que Betzabeth tiene una niña de cuatro años de edad, su “compañerita” con la que jugaba, y pasaba gran parte de su tiempo. El vínculo era tan fuerte que, agregó, su nieta le pidió a los reyes magos una motoneta como la de su madre.

Betzabeth ama trabajar. A sus 22 años, se desempeñaba poniendo uñas, aunque también fue payaso en el Zócalo de Puebla, empleada en una tienda de telefonía y de una salchichonería. A futuro, deseaba comprar un auto para poder trabajar en alguna plataforma de taxi ejecutivo.

De los recuerdos más significativos de su madre, eran las tardes de juego con pistolas de dardos en compañía de Betzabeth, su hijo menor de 14 años y su nieta.

Tras la muerte de su padre, cinco meses antes, su hija le escribió una de las últimas cartas a su madre:

«Mamita, sé que no es nuestro mejor momento pero debo decirte algo que no puedo esperar más. Te amo y sé que cometí errores pero creéme que jamás te dejaré sola para mí eres impulso para siempre descartar.(…). Las personas no mueren, si las llevas en el corazón»

Recuerdos imborrables

Para María Eugenia el tiempo ha sido más largo, porque no ve a Fabiola desde un año y medio antes de la fecha de su desaparición, debido a que tuvo que salir de la ciudad para cuidar de su nieto.

A pesar de eso, la cercanía entre las dos siempre estuvo presente. Diariamente hablaban por teléfono o se compartían fotos y videos de su día a día.

«Nos hablábamos casi del diario, seguido me mandaba fotos y videos, ahí los tengo todavía, nunca borraré nada, incluso ya los guardé en una memoria, ahí se quedarán siempre mis recuerdos»

Fabiola también es madre de dos niñas. Su madre contó sobre el apoyo que les brindaba, principalmente en la escuela cuando les pedían trabajos de manualidades.

La joven amaba escuchar música y ver películas de superhéroes. El diseño era una de sus pasiones, “yo quería que estudiara diseño, porque le quedaba muy bien esa carrera, pero ya no pudo hacerlo”, comentó su madre.

La esperanza sigue en pie

A pesar de lo vivido estos últimos meses, la esperanza de Blanca y Eugenia por volver a ver a sus hijas se mantiene fuerte y en pie.

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Ambas no dejan de estar al pendiente de los avances de las investigaciones, se involucran en los operativos y acciones de la Comisión de Búsqueda, además, participan a través de marchas y protestas con el colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla capital.

Ilustración: Iván Rojas

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