Echeverría y la caída de Bautista O’Farril

Un hecho trágico para la UAP ocurrió el 1 de mayo de 1973, cuando un enfrentamiento a balazos entre la fuerza pública del Estado y estudiantes, en las inmediaciones del edificio Carolino, resultó en tres muertos y 14 lesionados

Por Alfonso Yáñez Delgado

19/02/2023

Publicado en

Columnas / México / Puebla

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Mañana, 23 de febrero a las 11 horas en el Auditorio Elena Garro (3 oriente 218) se realizará un papel sobre los sucesos motivados por la intolerancia de un gobierno del Estado en contra de la universidad pública. En el evento participarán: Jesús Márquez Carrillo, Nicolás Dávila Peralta, Alfonso Yáñez, Miguel Ángel Burgos, el moderador será el doctor Jorge E. Arrazola.

De abril de 1972 a marzo de 1973, Puebla fue gobernada por Gonzalo Bautista OFarril, hijo del exgobernador Gonzalo Bautista Castillo y último representante de grupo avilacamachista que había gobernado la entidad desde 1937.

Durante su gestión, Bautista O’Farril tuvo fuertes conflictos con la Universidad Autónoma de Puebla, controlada por diversas corrientes políticas de la izquierda, que se agudizaron luego de los asesinatos del arquitecto Joel Arriaga Navarro, militante del PCM y director de la Preparatoria Popular de la UAP, en julio de 1972 y de Enrique Cabrera Barroso, director de Extensión Universitaria, de la BUAP, en diciembre del mismo año.

El 20 de diciembre, luego de la muerte de Cabrera, aparecieron en el Edificio Carolino, de la UAP “diversos carteles en que se acusaba al gobernador del Estado, Bautista OFarril, de ordenar el segundo asesinato el mismo día y a los cinco meses de victimar a Joel Arriaga. Iguales acusaciones se hicieron a otros funcionarios, como al Secretario General de Gobierno, Eduardo Lange y al regidor de Hacienda, Octavio Ferrer”.

El primero de mayo de 1973, la Universidad sufrió una nueva agresión: tres estudiantes muertos y 14 lesionados, entre ellos seis policías, fue el saldo de un encuentro a balazos que duró una hora, entre la fuerza pública del Estado y estudiantes de diversas escuelas, en las inmediaciones del edificio Carolino.

Como siempre, la jerarquía católica, encabezada por el arzobispo Octaviano Márquez y Toriz, los empresarios más conservadores y los grupos ultraderechistas, como el Frente Universitario Anticomunista (FUA) apoyaban al gobernador, mientras que los sectores liberales y de izquierda denunciaban al mandatario de la sangrienta represión contra la comunidad universitaria y exigían su renuncia.
El 8 de mayo, Bautista O’Farril presentó su renuncia al gobierno estatal, aduciendo que:

“Con motivo de los lamentables acontecimientos del día primero del actual, en el que varios ciudadanos y policías fueron heridos y cuatro estudiantes perdieron la vida, se ha pretendido tendenciosamente personificar en la figura del gobernador tales sucesos, con el premeditado propósito de crear un clima de intranquilidad en la ciudad de Puebla con repercusiones provocadas en diversas entidades de la República. Por mi cariño entrañable al Estado, mi indeclinable pasión a la paz y al progreso de la República, y mi lealtad a las instituciones que nos rigen, considero prudente presentar mi renuncia al honroso cargo que desempeño, seguro de que con ello cesarán las especulaciones y actividades de los grupos de agitación interesados en alterar el orden estatal y nacional con actos violentos que vienen realizando al margen de la ley, al desaparecer el pretexto que artificiosamente han esgrimido, garantizándose así el clima de paz que existe en nuestro progreso”

El 7 de mayo, un día antes de que Bautista renunciara a su cargo, sectores de la derecha católica fundaron la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), mientras que el 10 de mayo, el también derechista Partido Acción Nacional, PAN, emitía un comunicado donde lamentaba la decisión del gobernador y afirmaba que el Congreso local no debería aceptarla.

La alianza del arzobispado, empresarios, y las organizaciones ultraderechistas, con el propio gobernador, y por ende, con las centrales obreras que apoyaban al mandatario, como la CTM, habría sido antinatural unas décadas antes, en los años 30, cuando bandas de cristeros luchaban todavía, y particularmente en Puebla, contra agraristas, maestros rurales y contra el gobierno de la entidad, en la llamada Segunda Guerra Cristera.

La política nacional y global había dado un vuelco tres décadas después y había colocado a fuerzas antes opuestas en el mismo bando de la cruzada anticomunista.

Echeverría tenía como a uno de sus principales enemigos a la derecha católica y empresarial, que tenía fuerza en lugares como Monterrey y la Angelópolis, mientras que, hasta cierto punto, había alentado a grupos izquierdistas que controlaban, a la UAP situación que perduraría hasta 1981.

Por otra parte, la llegada de Gonzalo Bautista O’Farril a la gubernatura del estado alentó la violencia ejercida por los grupos ultraderechistas, mientras que su caída fue el punto que marcó la declinación del clima de violencia y el inicio de la distensión.

La caída de Bautista permitió a la derecha tener su institución educativa y, por otra parte, el arribo al poder universitario del Partido Comunista creó conflictos con los grupos políticos-estudiantiles y magisteriales que fueron arrojados del seno universitario, crearon nuevos conflictos que abordaremos en otras entregas.

Fotos: Archivo Histórico Universitario BUAP 

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