Opinión

Forjadores de La Moderna Democracia

Otro creador de las teorías de la democracia occidental en boga, Alexis de Tocqueville, consideraba también que los inferiores, en este caso los árabes del norte de África, no cabían en su “generoso” modelo

Por Lorena Vázquez

04/10/2021

Publicado en

Columnas / México / Puebla

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Por Enrique Condés Lara

¿En política, es posible proclamar una cosa y hacer otra distinta o discrepante con lo pregonado? Sí, es posible ¿Es posible justificar y convivir con situaciones contradictorias entre sí? Es posible también. Con razón Otto von Bismark, el prusiano “canciller de hierro”, dijo en alguna ocasión: “la política es el arte de lo posible.”

Thomas Jeffersson es junto con Benjamín Franklin, George Washington, James Madison, Thomas Paine, Alexander Hamilton y John Adams, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos. Poseedor de una vasta cultura, en tanto filósofo político es considerado promotor de la democracia y el republicanismo en la nueva nación, de la cual fue su tercer presidente. Fue el principal redactor de la Declaración de Independencia de los EEUU, texto que señala:

“Sostenemos como evidentes por sí mismas… que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad.” Pero, como interés y conveniencia matan idea, este prócer de la libertad y la felicidad fue un acaudalado hacendado de Virginia propietario de más de 600 esclavos, a los cuales no les concedió el más mínimo de los derechos que pregonaba para los blancos americanos. Incluso, para sostener su lujosa vida y pagar deudas, él mismo vendió muchos de sus esclavos cuando fue necesario. Justificaba su racismo a partir de la idea de que los negros no eran completamente humanos y necesitan la ayuda de los blancos porque “no sabían dirigir sus vidas”. No obstante, mantuvo como concubina a una de sus esclavas –Sally Hemings— con la que tuvo seis hijos. Fue, además, el primero en proponer en toda forma la expulsión de los indios americanos de sus tierras o, en caso de resistencia, su aniquilación. Los pueblos indios, a su manera de ver, tenían que reemplazar sus culturas, religiones y formas de vida con el estilo de vida europea, la religión cristiana y hacerse sedentarios. Y si se resistían a la asimilación, debían ser desalojados por la fuerza hacia el Oeste y en caso necesario, exterminados.

Otro de los principales creadores de las teorías de la democracia occidental en boga, Alexis de Tocqueville, consideraba también que los inferiores, en este caso los árabes del norte de África, no cabían en su “generoso” modelo. En La Democracia en América escribió: En cualquier parte hacia donde dirijamos la mirada, notaremos la misma revolución que continúa a través de todo el universo cristiano. Por doquiera se ha visto que los más diversos incidentes de la vida de los pueblos se inclinan en favor de la democracia. Todos los hombres la han ayudado con su esfuerzo (…) El desarrollo gradual de la igualdad de condiciones es, pues, un hecho providencial, y tiene las siguientes características: es universal, durable, escapa a la potestad humana y todos los acontecimientos, como todos los hombres, sirven para su desarrollo.” No obstante, no encontró impedimento alguno para teorizar y respaldar la expansión colonial francesa sobre Argelia y, en octubre de 1841, señaló: “Creo que el derecho de guerra nos autoriza a devastar un país, y que debemos hacerlo, ya sea destruyendo las cosechas en la época de recolección, ya sea en cualquier momento por medio de esas incursiones rápidas llamadas razzias y que tienen por objetivo apoderarse de los hombres y de los rebaños.” (A. Tocqueville: Trabajo sobre Argelia).

Las bellas palabras y las atractivas ideas tanto de Jeffersson como  de Toqueville no refutan ni anulan una idea muy antigua sobre el predominio de la fuerza y el derecho de los más fuertes de pisotear a los débiles. Para ellos, ambos elementos pueden cohabitar sin problema.

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