¿La guerra de los clones?

Por Manuel Michelone Ciudad de México (apro)

Por El Ciudadano México

27/07/2021

Publicado en

Actualidad / México

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Ajedrez

Por Manuel Michelone

Ciudad de México (apro).- El mundo del ajedrez hoy en día tiene un aliado poderoso: los programas que juegan cada vez mejor y que ya resultan imbatibles por los seres humanos. El trabajo de cientos de programadores, ajedrecistas de todos los niveles, años de pruebas, de aciertos y fracasos, nos han llevado a tener ahora motores de ajedrez que develan muchos de los secretos de las posiciones actuales.

De hecho, en la mayoría de los torneos que se transmiten en línea, se puede observar las valoraciones que hacen los programas modernos, indicando con una certeza -a veces pasmosa- qué bando tiene la ventaja.

Por años, los programas más fuertes han sido comerciales. La empresa alemana Chessbase tiene una familia de software dedicado al ajedrez y se encuentra ahí su popular programa Fritz, el cual fue por muchos años de los mejores.

Sin embargo, probablemente en el 2017, Fritz dejó de ser parte de los mejores motores. Salieron otros: Komodo, Houdini y Stockfish, este último de código abierto y gratuito. Cuando la empresa DeepMind publicó sus avances en el tema usando su programa AlphaZero, el cual se enfocaba a una red neuronal que aprendía a jugar y que, en unas 40 horas, había logrado el nivel de un fuerte gran maestro, todo cambió. AlphaZero jugó unos 40 millones de partidas consigo misma y la red neuronal de aprendizaje no supervisado, halló los elementos claves de muchas posiciones que se dan en ajedrez. Fue un parteaguas, sin lugar a dudas.

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AlphaZero corre en hardware especializado y probablemente no se tenga jamás una versión para ser instalada en una computadora casera. Sin embargo, salió Leela Zero -Lc0- un programa para Windows, modelado en el artículo publicado por DeepMind (propiedad de Google). Pronto Lc0 se convirtió en un candidato importante para ser uno de los mejores programas de ajedrez. Stockfish, por su parte, desarrolló su propia red neuronal y ambos programas se mantienen como los más fuertes del planeta, que son gratuitos y en donde el código fuente es accesible por todo aquel que quiera verlo y usarlo.

Pero ocurrió algo que no es la primera vez que pasa: en este caso, la empresa Chessbase sacó Fat Fritz I, un programa que competía con Lc0 o Stockfish. Hay que decir que hoy se sabe que Fat Fritz I es una versión modificada de Lc0 y ese no sería el problema en sí, sino el hecho de que Chessbase y Albert Silver, aparentemente el creador de esta versión de Fritz, no acepta que han copiado, sin tentarse el corazón, gran parte del código de Lc0 y no lo han aceptado. Es más, no hay nada de malo con tomar el código de Lc0 y usarlo, pero la licencia de uso indica que el autor de esta nueva versión debe entregar el código fuente a todo aquel que lo pida (de forma gratuita). Chessbase, que vende Fat Fritz I en 99 euros, no está dispuesta a entregar ni una línea del código fuente del programa.

Esto ha creado un feo clima entre programadores de motores de ajedrez. Fat Fritz I, que venía acompañado de mucha publicidad, de pronto fue silenciándose porque la crítica no le era favorable. Sin embargo, unos meses después anunció Fat Fritz II, pero las cosas se pusieron peor, porque hoy parece ser que esta nueva versión es Stockfish 13 en realidad. De nuevo Chessbase no aclara nada y los creadores de Stockfish, que en general son muy abiertos y amigables, están pensando en demandar a la empresa alemana por plagio porque de nuevo, Chessbase dice que Fat Fritz II es software original de ellos.

Los programas de computadora, como muchas creaciones humanas, pueden revisarse incluso cuando no se tiene el código fuente. Mediante ingeniería en reversa se puede saber si un programa es copia o no de otro. Por ejemplo, SugaR, que es un clon de Stockfish y aquí no hay ninguna duda. Y de hecho, este mecanismo de ingeniería en reversa se usó cuando se le acusó a Rybka de ser realmente un programa francés llamado Fruit. El creador de Rybka, que había demostrado ser mejor que todos los programas anteriores, fue acusado por un grupo de programadores y el veredicto oficial fue que Rybka no era software original. No obstante, el programador de Rebel, un programa muy fuerte en su momento, defendió al autor de Rybka, indicando que la investigación había estado sesgada y que, además, los quejosos eran juez y parte. Aun así, Rybka quedó como el tramposo para muchos, aunque en honor a la verdad, no está muy claro que mereciera este final.

La pregunta es: ¿demandará Stockfish a Chessbase? Aparentemente eso no pasará. Por un lado, Chessbase es una empresa alemana y el desarrollador, Silver, está en Brasil. Stockfish es un grupo de programadores que viven en diversas partes del planeta. Por ende, no resulta siquiera fácil ver cómo van a presentar una querella. Sin embargo, el daño a Fat Fritz I y II parece estar ya hecho y es claro que las ventas de dicho software bajarán considerablemente si insisten en mantener este software en su catálogo. Chessbase es una empresa líder en software especializado para ajedrez y este no sería su único fracaso. Ya antes falló cuando sacó una versión de su manejador de bases de datos (de partidas de ajedrez), para la Mac, asunto que no vendió más de 100 programas. Hoy con Fat Fritz I y II en la picota, quizás lo mejor sea regresar sobre sus pasos y rehacer su política para los motores de ajedrez que vende. No se me ocurre mejor idea para salir lo más airoso posible del descrédito.

Por MANUEL MICHELONE/ APRO/ EL CIUDADANO

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