La historia de la BUAP es nuestra historia

La obligación de la BUAP es proteger, investigar, conservar, restaurar y recuperar el patrimonio histórico de la Nación

Por Guadalupe Grajales

06/07/2023

Publicado en

Columnas / México / Puebla

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La decisión tomada por unanimidad el pasado 16 de junio por parte del Consejo Universitario respecto al traslado de la Preparatoria “Emiliano Zapata” fuera de la hermosa “Casa de las Diligencias” ubicada en la esquina de la dos oriente y la cuatro norte, no sólo nos obliga a buscar las razones de tal decisión, sino que remueve en nosotros una serie de remembranzas que no por serlo, dejan de ser parte de la historia viva de los universitarios y del Centro Histórico que nos alberga.

Como ustedes saben, la fundación de la Escuela Preparatoria Popular “Emiliano Zapata” fue el resultado de un movimiento promovido por la izquierda en todo el país en pro de la educación de miles de jóvenes que querían continuar sus estudios de nivel medio superior y eran rechazados.

La primera planta académica de esta preparatoria se conformó en su gran mayoría con estudiantes de las distintas carreras universitarias. Éramos profesores honorarios, puesto que la escuela no estaba reconocida, situación que cambió en 1972. Los alumnos eran los rechazados de la “Benito Juárez”, única preparatoria de la universidad en ese entonces.

Dábamos clases en el Carolino, compartiendo salones con los alumnos de las carreras que todos cursábamos: Economía, Filosofía y Letras, Contaduría, Administración de Empresas, Ingeniería Civil y Química, Odontología, Ciencias Químicas, Físico Matemáticas.

La “Popular” fue la primera escuela en nombrar un Coordinador y tal nombramiento recayó en el Licenciado en Historia Alfonso Vélez Pliego, mismo que en 1986, ya siendo rector, entregó a la preparatoria su nueva sede: La Casa de las Diligencias. Habían pasado 16 años desde su fundación y por fin el programa de rescate y conservación de los inmuebles del centro histórico, llevado a cabo durante su gestión, permitió dotar a la “Popular” de un edificio propio, un edificio con una rica historia.

Ahora el consejo universitario no sólo aprueba su traslado, sino la compra del predio que la albergará por más de 80 millones de pesos. Por dinero no paramos. Pero nosotros nos preguntamos ¿cuál va a ser el destino de este edificio que es parte de la zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Puebla?

El Decreto emitido el 18 de noviembre de 1977 señala en sus considerandos “Que las características formales de la edificación de la ciudad, la relación de espacios y su estructura urbana, tal como hoy se conserva, son un elocuente testimonio de excepcional valor para la historia social; política y del arte en México.

Y también “Que para atender convenientemente la preservación del legado histórico que tiene esta zona sin lesionar su armonía urbana, es conveniente incorporarla al régimen previsto por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su Reglamento que previenen que es de utilidad pública la protección de las zonas de monumentos históricos y la investigación, conservación, restauración y recuperación de los monumentos que integran el patrimonio cultural de la Nación”

La Casa del Marqués o Casa de las Diligencias, ubicada en la 4 norte número 6, forma parte de esta zona monumental de enorme valor histórico y la universidad al adquirirla asumió justamente su obligación de protegerla e investigarla -contamos con la publicación del libro sobre su historia de Agustín Grajales Porras y Lilián Illades Aguiar, investigadores del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”- así como la obligación de conservarla y restaurarla.

¿Cómo piensa el consejo universitario seguir cumpliendo con esta obligación para con la ciudadanía poblana y mexicana si al vaciar la casa la priva de la vida que le da su uso y función? La función educativa desempeñada por estudiantes y docentes y el uso que alimenta la vida y el patrimonio cultural de nuestra ciudad.

Es sabido que la peor decisión para conservar viva y segura una zona o una casa es vaciarla. Esta es la experiencia de la que han aprendido multitud de ciudades alrededor de todo el mundo. Vivirlas es un pacto de la sociedad que, a su vez, alimenta el tejido social y promueve la convivencia.

¿Qué destino les espera al resto de los inmuebles propiedad de la universidad si la administración en turno y el consejo universitario no entienden la preciosa labor de rescate del patrimonio edificado que la universidad asumió incluso en épocas en las que difícilmente podía disponer de un presupuesto suficiente?

Hoy la universidad no enfrenta este tipo de problemas financieros, todo lo contrario, si nos atenemos a las inversiones autorizadas para la compra de predios y la inversión en la llamada CU2.

En realidad, lo que los universitarios enfrentamos hoy es una falta absoluta de rumbo, carecemos de una dirección propia, de una institución educativa centenaria que siempre se había distinguido por el valor que le concedía a la historia social, política, de la cultura y del arte en México.

Tenemos una administración central de vista corta, sumergida en la coyuntura politiquera, incapaz de ver hacia el futuro de la institución.

Y lo que es peor, tenemos un consejo universitario que no representa a nadie y que lo menos que podemos decir de él es que ignora absolutamente la historia de nuestra universidad y, si no la ignora, no le tiene el más mínimo respeto.

También puedes leer: El remedo de “armonización” de la Ley de la BUAP

Por: Guadalupe Grajales

Foto: Archivo El Ciudadano

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