Guadalupe Dueñas

La soledad en el árbol de un patio y la niña que murió y no se fue

Y después se dedicó a escribir y logró tener un lugar especial en la literatura mexicana, como una de las mejores cuentistas del país

Por Flor Coca

22/01/2022

Publicado en

Artes / México / Puebla

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Guadalupe Dueñas

Su literatura comienza con un suceso que decide narrar y que vivió durante su infancia. Y aunque Guadalupe Dueñas, nacida el 24 de octubre de 1910 en los inicios de la revolución mexicana, lo publica en 1958, ese cuento formaba parte de su vida cotidiana. Ella, Guadalupe, fue la primogénita a falta de Mariquita, quien siempre estuvo entre la familia, sin estar viva. Fueron catorce los hijos de un hombre que había decidido ser sacerdote, cuando en un viaje que realiza encuentra a una joven, casi niña, Guadalupe de la Madrid y al conocerla, renuncia a la carrera sacerdotal para casarse con ella. La vida de la pareja comienza en Guadalajara, lugar en el que forman una familia que hubiese tenido 14 hijos, de los cuales solo ocho llegaron a edad adulta. Mariquita fue la primera en morir, muy poco tiempo después de nacer. Guadalupe y sus hermanos conviven y estudian. Ella en el Colegio Teresiano de la Ciudad de México, para después estar durante algún tiempo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Y después se dedicó a escribir y logró tener un lugar especial en la literatura mexicana, como una de las mejores cuentistas del país.

Me impresionó mucho cuando leí el cuento llamado la historia de Mariquita, que fue conservada en un gran frasco para no dejarla sola en un cementerio. Las andanzas del frasco las cuenta Guadalupe Dueñas en su relato: “En ocasiones quedaba debajo de una cama; otras en un rincón estratégico, pero la mayoría de las veces la localizábamos arriba del ropero”. No sabemos si fueron años, meses, semanas, las que estuvo Mariquita peregrinando en las recámaras de sus hermanas.  Muchas cosas pasaron en la vida de la autora antes de que sus cuentos fueran publicados. Ella misma se definía como: “muy renegada, pero muy alegre”. Y en una entrevista que concede a Leonardo Martínez Carrizales, dice hablando de su padre y de su niñez: “tenía la idea de la religión de la edad de las cavernas –no, no tanto–, qué le diré, de… pues sí, ¡terrible!, como una réplica de Isabel La Católica y mi madre era, absolutamente diferente de él, gente de mar, con una familia libre, liberal, como les decían, que no tenían nada que ver con la cosa religiosa. (Sin embargo, nosotros llevamos) una vida absolutamente conventual. Yo no conocía a nadie. Rezábamos el rosario con toda la servidumbre. Las amistades todas eran cristianísimas. De un convento salíamos para otro”. Parte de su juventud la pasa la escritora en un internado y al salir de él, no se siente a gusto en ningún lado. Es ahí cuando su escritura le da un lugar en el mundo.

Sucede que, decidida a escribir y a divertirse también, logra, como cuentan sus biógrafos que, en una feria del libro, un joven que cuida uno de los puestos, es convencido por Guadalupe de que venda sus cuentos que imprimía con una máquina pequeña y los llenaba de dibujos. Quienes se interesaron en ver el cuaderno fueron nada menos que Alfonso Reyes y Julio Torri. Quién leyó con mucho cuidado el cuento de Mariquita fue Emmanuel Carballo y se puso en contacto con la autora. 

La tía Carlota, que forma parte de los 25 cuentos igual que la historia de Mariquita de su libro Tiene la noche un árbol, nos presenta a una niña abandonada por sus padres y al cuidado de sus tíos. Un clérigo y una solterona que no hace más que amargar la vida de la pequeña que sólo ansía ver a su padre. En sus paseos sola por la casa, da vida al cristo colgado en su habitación a quien oye respirar y seguirla con los ojos. Su único refugio es el árbol a mitad del patio que no sólo le da sombra, también compañía.

Guadalupe Dueñas es también autora de: No moriré del todo, que se publica 18 años después de Tiene la noche un árbol. También de Imaginaciones y Antes del silencio.

Sus cuentos, que aparecieron unos años antes de su primer libro, contienen escenas de terror y en ellos, Guadalupe hace hablar a los animales a los que pasan cosas terribles.

Escribió también junto con Miguel Sabido más de 50 guiones para la televisión mexicana, entre ellos destacan Las momias de Guanajuato.

La escritora Beatriz Espejo, obtuvo una confesión de ella: “Nunca pude lograr amistades verdaderas ni con hombres ni con mujeres ni con perros. Estoy absolutamente sola por dentro. Tan sola que toda mi necesidad afectiva se vuelve literaria”. ¿Es por eso que algunos de sus personajes están desamparados y en la soledad? Ella fue también colaboradora de la Revista Abside, publicación que surge en los años 30 y dura 26 años, publicando géneros literarios. Entre los escritores que destacaron en la revista, están Rosario Castellanos, Emma Godoy, Guadalupe Dueñas y otros más.

La Investigadora Patricia Rosas Lopategui, ha trabajado durante años rescatando la obra de Guadalupe Dueñas y encontró entre todos los manuscritos una novela inédita que no se publicó y en la que habla fundamentalmente del poder y de lo que ocasiona. Uno de los amigos de Guadalupe Dueñas fue el gran escritor José Emilio Pacheco, quien le dedicó “Soneto para Lupita Dueñas”. Aquí un fragmento.

La noche tiene un árbol, y en su fronda
se ensortija la luz desamparada;
el roce de la sombra es quieta espada
que vida y muerte con su filo ahonda
Crece la noche viendo que la ronda
un océano de luz petrificada
sapos, momias, araña desplomada,
mientras el mundo busca quien responda.

Guadalupe Dueñas, muere el 13 de enero de 2002 y se fue, seguramente a encontrarse con Mariquita.

Invierno de 2021-2022

Leer más: El teatro, el cuento y la voz de los desarraigados en su escritura

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