Ni migración ni desplazamiento forzado; vivimos un éxodo de pueblos: Tacho

“La situación migratoria se agrava día con día, hay que reconocer que lo que considerábamos como desplazamiento forzado, tanto en los países de Centroamérica como en la Mixteca, ya es un éxodo”, dijo el sacerdote Anastasio Hidalgo Miramón, conocido como el padre Tacho, representante de la Teología Indígena.

El también presidente de la Asociación de Derechos Humanos Óscar Arnulfo Romero, hizo un llamado a que no se centre el abordaje migrante en la militarización o persecución, “sino en resolver las causas que viven los más desfavorecidos por los que la Iglesia, debe velar.”

En el contexto del paso por Puebla de la Antorcha Guadalupana, el padre Tacho explicó que el fenómeno migratorio ya no sólo reporta a hombres y mujeres o familias en tránsito, sino niños que inician solos su ruta en una dolorosa movilidad.

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“Vemos el fenómeno en la Mixteca poblana que desde hace años reporta comunidades vacías, habitadas sólo por ancianos, ahora el pulso que tenemos es que mujeres, niños, al estilo del pueblo de Israel, van en busca de mejores condiciones de vida. El número de comunidades que se vacía va en aumento”, dice Tacho en la rueda de prensa ofrecida en la iglesia de La Asunción, albergue de migrantes instaurado por el fallecido sacerdote Gustavo Rodríguez Zárate.

Ante esta situación, el sacerdote parte del movimiento de izquierda eclesial latinoamericana de la Teología de la Liberación — que opta por los pobres y la justicia social—, aseguró que el reto es ser creativo y no perder la sensibilidad pastoral y humana al acercarse al fenómeno migratorio.

El padre Tacho reconoció que el avance tiene que ser integral, por lo que llamó a la creación de “leyes justas y humanas”, que no insistan en el racismo, discriminación y criminalización de migrantes; al contrario, que su paso por México sea digno.

“Los migrantes se han referido al México lindo y querido, que se transforma para ellos en tres mil kilómetros de infierno, por el maltrato y persecución” asentó.

Arquidiócesis espera oleada migrante haitiana

Manuel Romero, coordinador de Movilidad Humana, describió que en el último año, un millón de migrantes han sido deportados, de los cuales más de la mitad son connacionales mexicanos, 200 mil son Centroamérica y el resto son personas originarias de Ecuador, Colombia, Venezuela y Cuba y en últimas semanas especialmente de Haití.

“Se agrava situación con la crisis de migrantes haitianos que piden refugio por la situación en que se encuentra su país. México se ha convertido en un país amigo para ellos, así hay que responder”, dijo.

Explicó que albergues en iglesias de San Luis Potosí reportan un flujo de 600 haitianos, en Monterrey el arribo fue de 900, por lo que están desbordados, además del flujo normal de personas en tránsito que sigue a pesar de la pandemia.

“Es nuestro deber acogerles, ahora hemos detectado el paso de 12 hermanos haitianos, no son grupos mayores, sin embargo, esperamos el arribo de más personas en esa condición” dijo.

Detenciones de migrantes en entorno de tortura: SUJ

Este 4 de octubre, el Sistema Universitario Jesuita, el Sector de lo Social de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, la Red Jesuita con Migrantes-México y la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica- Norteamérica CANA, hizo un pronunciamiento frente a la actual crisis migratoria en México y expresaron su preocupación por la situación en la que se encuentran cientos de miles de personas migrantes forzadas en México.

“En las últimas semanas hemos visto constantes violaciones a los derechos humanos, como son expulsiones de personas con necesidades de protección internacional hacia Guatemala; operativos de contención violentos contra familias, mujeres embarazadas, niñas, niños y adolescentes en Chiapas; detenciones migratorias prolongadas, con fallas en el debido proceso durante los operativos migratorios, en condiciones indignas, insalubres, bajo un entorno torturante y de maltrato constante. Todas ellas, resultado de la profundización de la externalización, la “securitización” (primando la seguridad nacional), la militarización de las fronteras y de las rutas de desplazamientos, y de las políticas migratorias contrarias a la protección de derechos”.

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El Sistema Universitario Jesuita SUJ y las organizaciones instaron al Estado mexicano, en particular al gobierno federal, a respetar y garantizar los derechos humanos y la dignidad de las personas migrantes forzadas en México. “Se hace un llamado a la comunidad universitaria del SUJ y a la sociedad civil en general a responder ante la histórica y agravada crisis migratoria regional con hospitalidad, solidaridad y acogida hacia las personas migrantes forzadas que se encuentran en nuestro país”.

“Vemos con preocupación que las respuestas institucionales ante las necesidades de protección de las personas migrantes que llegan a nuestro país, cada vez se ciñen más hacia la contención, detención y deportación. De ese modo, no se garantiza el acceso a derechos fundamentales como el derecho a la vida, a la libertad, al libre tránsito, al debido proceso, al asilo, a la protección de niñez y vida familiar, a la vivienda, salud, alimentación, trabajo y educación que están asentados en nuestra Constitución y en el marco internacional de los Derechos Humanos”.

El pronunciamiento señala la creciente presencia de personas de origen haitiano en nuestro país, así como de diferentes partes de la región y del mundo, se debe a las condiciones de pobreza, de desigualdad, de violencias y desastres naturales que se vieron agravadas por la pandemia de COVID-19 y que han propiciado la migración forzada de miles de personas en busca de una vida digna.

Refirieron que frente a este contexto se publicó el documento “Postura de la Compañía de Jesús en México y Centroamérica ante las Migraciones Forzadas,” en el que se presentan propuestas para atender las causas estructurales de las migraciones forzadas en la región.

“Este documento representa un esfuerzo muy valioso y fundamental que debe ser retomado por los diversos sectores de la sociedad para contrarrestar el impacto de la desigualdad en el mundo, así como de la alta vulnerabilidad de las personas en movilidad forzada interna e internacional”.

“Además de reconocer lo fundamental que resulta trabajar en las causas estructurales que originan las migraciones, resaltamos la importancia de atender las necesidades de las personas que ya se encuentran en procesos de movilidad forzada, pues nos encontramos en un escenario en el que México es cada vez más un país de destino obligado”.

El sistema jesuita, llamó a fortalecer el sistema de asilo en México, agilizar los procesos de solicitud de protección internacional y ampliar el acceso a la regularización migratoria, con la finalidad de dar respuesta al contexto actual de agudización de la crisis de varias décadas, y reducir los riesgos y las vulnerabilidades a las que se enfrentan las personas migrantes, tanto de México como de otros países, de acuerdo con el marco internacional de protección de los derechos humanos.

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Hicieron eco en el mensaje del Papa Francisco de Acoger, Proteger, Promover e Integrar, para buscar un “Nosotros cada vez más grande,” como lo señaló en la celebración de la 107 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado el domingo 26 de septiembre del año en curso.

El llamado se enfatizó a la comunidad universitaria y la sociedad civil en general a responder ante la agravada crisis migratoria mediante acciones de hospitalidad, solidaridad y acogida, que nos permitan descubrir la similitud en los anhelos, deseos y necesidades que nos acercan a las personas migrantes que llegan a nuestro territorio.

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