500 años de invasión

¿Resistencia indígena? Sí, pero con cambio estructural: Sonia Iglesias

Según la antropóloga, sólo bajo el socialismo se lograría una integración y aceptación totales de las culturas indígenas

Pueblos originarios en Puebla

Por Judith Amador/ APRO/EL CIUDADANO

Su conclusión es clara y tajante: mientras no haya un verdadero viraje a la izquierda, toda intención de cambio será superficial.

Egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), con especialidad en lingüística y una prolífica labor de búsqueda en la Dirección General de Culturas Populares, el museo del mismo nombre y el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), es autora de 15 libros, entre ellos ‘La cultura del pan’, ‘Los judas de Diego Rivera’, ‘Recetario del café’ y ‘Tradiciones populares mexicanas’, además de folletos y cientos de artículos periodísticos.

A través de un cuestionario enviado por este semanario por correo electrónico, aborda temas como el quinto centenario de la conquista, el robo cultural y la piratería, y la pérdida de las lenguas originarias.

Para iniciar se le pide su opinión acerca del concepto de “Resistencia indígena”, alusivo a los pueblos que han sobrevivido a lo largo del tiempo, tras la llegada de los españoles.

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La excoordinadora del suplemento dominical Gente y Sociedad del desaparecido periódico El Día, utiliza el término invasión, pero coincide en la idea de resistencia indígena. Explica remitiéndose al origen de la llegada de los españoles a América:

“La invasión –si no queremos emplear el término conquista– a territorio americano dio inicio con Cristóbal Colón y sus sueños utópicos, y por la ambición de los reyes católicos, Isabel y Fernando, y su supuesta necesidad de convertir a los indígenas a la religión católica. Es en ese momento, en 1492, que da inicio la aniquilación de los indígenas y la imposición ideológica de los invasores.”

Añade:

“Ahora bien, a territorio mesoamericano, la invasión armada e ideológica comenzó con la llegada de Hernán Cortés en 1519 a las costas de Cozumel. Matan y esclavizan a los grupos mayas de la zona, reciben regalos y 20 mujeres, entre ellas la famosa y controvertida Malinche. Continúan su recorrido por Veracruz, Cempoala, etcétera, y los indígenas totonacas no solamente los apoyan, sino que les brindan información sobre los mexicas.

“Éste es un hecho curioso: si bien es cierto que algunos pobladores presentaron resistencia ante los hispanos, éstos contaron con el apoyo de muchos de ellos. ¿Cómo explicarlo? La teoría que sostiene que los indígenas se impresionaron con la apariencia de los españoles me resulta un tanto infantil y ofensiva para ellos. En un principio puede haber causado cierta sorpresa el color de la piel, alguno que otro soldado rubio colado o los ojos azules, pero hasta ahí… pensar que los hispanos formaban parte de su cabalgadura me parece también una posición absurda y poco convincente. Además había infantería. Lo mismo creer que Cortés era el esperado Quetzalcóatl, que había vencido sus problemas psicológicos y regresaba.”

Dice entonces:

“Más bien considero que los vasallos de los pueblos conquistados por los tlatoanis mexicas estaban hartos de pagar tributo, y de sufrir la esclavitud y estar expuestos a ser prisioneros de las guerras floridas y sacrificados a los dioses del panteón mexica. Recordemos que la sociedad mexica estaba altamente jerarquizada. Se trataba realmente de un imperio con lo que éste conlleva.

“Que hubo resistencia ante el embate hispano, por supuesto; aun los tlaxcaltecas en un principio pelearon contra los españoles, recordemos a Xicoténcatl El Joven, aunque después se aliaron a los invasores europeos.

“Por lo tanto, creo que es preferible hablar de resistencia indígena, la cual actualmente está cobrando fuerza con la aparición de líderes indígenas en América e inclusive en México. Un ejemplo es Evo Morales (expresidente de Bolivia), Marichuy (María de Jesús Patricio Martínez) y el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional). Y la increíble labor social que ha llevado a cabo el pueblo de Cherán, Michoacán.”

Robo a la cosmovisión

–¿Considera que en la política cultural del actual gobierno hay un justo reconocimiento a las culturas indígenas, campesinas, populares, respecto a sus tradiciones, libre determinación, respeto a sus territorios y desarrollo de sus costumbres, además del impulso a sus expresiones y arte popular? ¿Hay concordancia o contradicción con el discurso de “resistencia indígena”?

–En los 12 planteamientos del gobierno mexicano actual, en el número seis se indica la incorporación de los indígenas a los procesos sociales y económicos de México, la no discriminación por sexo, religión, preferencia sexual, etcétera. Desde mi punto de vista la teoría es correcta, pero la práctica es otro cantar. Considero que para que haya una integración y aceptación totales de las culturas indígenas, y en general de todas las culturas subalternas, debe producirse un cambio económico estructural total, un cambio tal que implique un régimen socialista. Las medidas que el gobierno tome actualmente sólo serán superficiales, y tal vez de buena fe, pero nunca llegarán al meollo de estas cuestiones ni de muchas otras. Se quedarán nada más en medidas paliativas que no darán ningún resultado real, congruente y duradero.

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Se le comenta que uno de los problemas que han lastimado al arte popular en los últimos años es lo que se ha dado en llamar “apropiación cultural”. Medios como la agencia Apro y Proceso (No. 2185) han dado cuenta de cómo se desató una avalancha de plagios, apropiaciones ilegales y mínimamente poco éticas del arte popular. En la industria de la moda, empresas como la mexicana Pineda Covalín, la española Zara, diseñadoras como Isabel Marant y Carolina Herrera se han aprovechado de las creaciones de los artesanos mexicanos para realizar modelos como si se tratara de producciones propias.

“El problema del robo cultural, de la piratería, es verdaderamente lamentable. Los pueblos originarios, además de sufrir vejaciones de todo tipo: raciales, económicas y demás, deben soportar el robo de una parte muy importante de sus tradiciones. Pues este hecho no es solamente el que se roben los diseños de la vestimenta, joyería y artesanía indígena, sino que roban parte de la cosmovisión de los pueblos, sacándola de su contexto social y religioso, con el fin de enriquecerse a costa de elementos culturales que no les pertenecen y que forman el acervo cultural e histórico de nuestros pueblos hermanos indígenas.

“Hace falta una legislación que impida estos robos arbitrarios, en cuya creación participen no sólo el gobierno de nuestro país, sino organismos internacionales, y que las sanciones que se apliquen sean rigurosas y les duelan a los empresarios.”


Los días 27 y 28 de febrero de 2020, en el Complejo Cultural Los Pinos, se llevó a cabo el encuentro Construyendo un Decenio de Acciones para las Lenguas Indígenas, organizado por el gobierno federal y la Unesco. Como resultado se suscribió entre las naciones participantes la declaratoria Chapoltepek, para establecer el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas, pues es parte esencial de las culturas, también en constante peligro”.

La cuestión es si pese a esta declaratoria, las lenguas originarias siguen en riesgo de desaparición:

“La pérdida de una lengua indígena es incalificable. Se pierde el medio por excelencia de la comunicación de la cultura. La lengua es el reflejo total de la cultura, a través de ellas los pueblos originarios han pasado su cosmovisión a las generaciones, han trasmitido su cultura a los jóvenes. Hay diferentes razones para que una lengua deje de existir, eso es un problema que toca a la sociolingüística analizar y plantear soluciones. Considero que se deben crear comisiones integradas por especialistas del lenguaje, ayudados y asesorados por los hablantes de lenguas indígenas. Si hasta ahora los organismos encargados, o que deberían encargarse de ello, no han funcionado, pues hasta luego y gracias, hay que renovar las funciones y las tareas de esas instituciones, sean cuales sean éstas.”

Sonia Iglesias y Cabrera aclara:

“Ojo, que no estoy diciendo que se quiten o desaparezcan, sino que se renueven sus conceptos que hasta la fecha no han servido para detener este proceso de desaparición”. No es suficiente con los concursos para escritores en lenguas indígenas y otras cosillas por el estilo que, a mi modo de ver, son para indígenas intelectuales y no para las comunidades de procedencia. Y hago hincapié en que es cierto que es una forma de preservar la lengua y difundirla, pero no de detener el proceso de desaparición.”

FOTO HUMBERTO AGUIRRE/ EL CIUDADANO

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