Vidas sumergidas en el alcoholismo, ¿por qué entran, cómo salen?

En Puebla hay 340 grupos AA, pero sólo hay dos sitios reconocidos por la Comisión Nacional contra las Adicciones, para brindar ayuda

Depresión, traumas de la infancia, problemas familiares y hasta simple curiosidad, son factores que pueden influir en una persona para acercarse al consumo de drogas, sobre todo aquellas que son de fácil acceso, como el alcohol, que comúnmente engancha a las personas durante la adolescencia, aun cuando existe una restricción para su venta a menores de 18 años de edad.

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Tal es el caso de Gilberto, quien se acercó a las bebidas embriagantes cuando tenía sólo 16 años de edad y terminaría pasando más de una década #perdido en el alcohol#, hasta que conoció el programa de Alcohólicos Anónimos (AA).

En la actualidad, Gilberto es un hombre que lleva más de 30 años de casado, tiene tres hijos y 12 nietos, pero hace 36 años, el panorama era muy diferente para él, pues reconoce que antes vivía esclavizado por el alcohol para olvidar traumas y maltratos de la infancia, así como complejos que fue desarrollando con el paso del tiempo.

«La primera prueba que hice de alcohol fue a los 16 años. Me dieron un trago de coctel margarita y con eso me emborraché, pero en ese momento yo sentí que me liberé de algo. Perdí el miedo, la vergüenza, me olvidé de que tenía carencias económicas. Una cerveza o una bebida a base de refresco me permitían sacar a alguien a bailar, o sea, mis complejos habían disminuido con el alcohol. Fue un detonante para que yo me animara a bailar, a platicar, a tener una relación o contacto con otra persona»

Gilberto

Gilberto, ahora de 72 años, recuerda que en esa época «perdió la batalla» con el alcohol y permitía que la bebida controlara todos los aspectos de su vida, lo que terminó por afectar su vida académica y su futuro dentro de la vida laboral. Eso sin mencionar el dolor y molestias que esto provocaba en su familia.

«Mi esposa se dio cuenta que yo ingería demasiado alcohol y tenía problemas. Todas estas circunstancias empezaron a hacer detonaciones, como una barrera que me encontré, pero yo le di preferencia al alcohol, porque hacía que me liberara»

Para él, la peor parte vino cuando su cuerpo desarrolló tolerancia al alcohol, ya que esto lo llevó a buscar bebidas con mayor grado, las cuales muchas veces estaban adulteradas.

Además de esto, su situación lo llevó a buscar relacionarse únicamente con gente que estuviera en una situación igual o peor a la de él, ya que sentía que era comprendido por ellos.

«Se denigra uno más, la mente se enferma, se aísla uno, busca a gente que esté igual o peor que uno, e íbamos a guaridas, porque quién de la sociedad que actúa y piensa bien, y quiere superarse, va a restar con individuos de esta índole»

Gilberto contó a El Ciudadano México que debido a las bebidas adulteradas que consumía, su cuerpo sufrió una hemiplejia, lo cual no le dejó otra opción más que pedir ayuda para abandonar de una vez por todas su dependencia al alcohol.

Fue así como a los 33 años se terminó acercando a un grupo de Alcohólicos Anónimos o AA, en donde empezó una rehabilitación de forma gradual, para lo cual fue necesario consultar a una psiquiatra y medicarse para poder dormir, pues la abstinencia le trajo depresión, pero ha logrado mantenerse alejado del alcohol por casi cuatro décadas.

A pesar de lo anterior, aseguró que ha podido dejar de tomar por tantos años porque jamás se ha alejado de su grupo de AA, dando información y orientando a otras personas que quieren cambiar su vida.

Con esto, reconoce que sigue siendo propenso a caer de nuevo en el alcohol, no obstante, confía en el programa de rehabilitación que cada día lo invita a dejar de tomar «sólo por hoy», ya que esto le ha devuelto a su familia y las ganas de vivir.

Gilberto asegura que en Puebla hay 340 grupos AA en el estado de Puebla, a través de los cuales, más de dos millones de personas han encontrado una salida a sus problemas con el alcohol.

Sólo dos centros de rehabilitación en Puebla están reconocidos por el gobierno

A pesar de lo anterior, en Puebla sólo hay dos sitios reconocidos por la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), del gobierno federal, por dar cumplimiento a la normativa vigente y calidad en atención, así como respeto a los derechos humanos, los cuales son el Centro Estatal de Salud Mental y el grupo Encuentro de Drogadictos Anónimos, mismos que operan en la ciudad de Puebla, lo que supone un problema para personas al interior del estado que deseen rehabilitarse en sitios seguros.

La misma Conadic indicó que en la entidad existen al menos 620 centros de rehabilitación contra el alcoholismo y la drogadicción que no son vigilados por ninguna instancia del gobierno, por lo que se estima que algunos de estos lugares no hacen diagnósticos médicos o psiquiátricos, ni cuentan con algún control o medio para dar seguimiento al problema que presentan sus miembros.

De acuerdo con el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas, la demanda de tratamiento en Puebla contra el consumo de alcohol en centros de rehabilitación vigilados por el gobierno ha ido a la baja desde 2013.

Tan sólo durante 2020, hubo 562 personas que buscaron ayuda contra el alcoholismo en alguno de estos sitios, de las cuales, el 80.2 por ciento fueron hombres y el 18.9 por ciento fueron mujeres.

Asimismo, los datos detallan que la mayoría de estas personas iniciaron su consumo de alcohol alrededor de los 15 años de edad.

El mismo Observatorio detalló que un total de mil 696 personas se acercaron a centros de rehabilitación certificados durante aquel año y la mayoría de ellos eran personas con algún empleo u ocupación, mientras que el 20.3 por ciento estaban desempleadas o en la búsqueda de un trabajo.

Curarse del alcoholismo toma cerca de dos años, aseguran

El grupo Encuentro de Drogadictos Anónimos, que opera bajo vigilancia de la Secretaría de Salud, ofrece ayuda a personas de entre 18 a 59 años de edad, principalmente, aunque también tienen grupos para jóvenes de entre 15 a 18 años.

Brian, uno de los miembros, detalló a El Ciudadano México, que el sitio con domicilio en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla atiende a alcohólicos únicamente bajo recomendación de un doctor, pues explicó que en el pasado han tenido casos en los que se acercan a ellos cuando su salud ya está muy deteriorada, por lo que requieren otro tipo de ayuda.

«Cuando ingresan se les pide un certificado. El doctor los valora y ya dependiendo de lo que traiga ese certificado, hay corroboración de una doctora que nos dice si es prudente o no tenerlos aquí. No hace mucho teníamos una persona alcohólica inflamada del estómago que supimos que se murió»

Brian

En su experiencia en este grupo ha visto que normalmente los que toman conciencia para cambiar son mayores de edad, mientras que a los adolescentes muchas veces no les ve interés en cambiar su situación.

Mencionó que son personas de entre 18 a 30 años de edad las que se acercan a sitios como este con la intención de abandonar sus hábitos y les toma hasta un año y medio abandonar por completo su dependencia al alcohol y otras sustancias, aunque dijo que la Secretaría de Salud considera casos de éxito a aquellas personas que logran pasar hasta tres meses sin consumo, ya que este es el lapso en el que el cuerpo logra desintoxicarse.

«Cumplen el proceso de tres meses, tiempo que pone la Secretaría de Salud, que para nosotros es poco tiempo, pero después de esos tres meses está la opción de seguir en el proceso. Nosotros nos manejamos con el programa de Alcohólicos Anónimos, con los 12 pasos, no como tal lo que ellos hacen, pero sí con el programa que ellos usan, y después de esos tres meses, las personas que se reintegran a su núcleo, pueden venir de forma ambulatoria a juntas cualquier día»

Hizo énfasis en que los tres meses que considera la dependencia estatal no sirven de mucho, pues hay aspectos que necesitan tratarse y que principalmente tienen que ver con lo emocional, porque en gran parte de los casos los problemas familiares, sentimentales y económicos, así como traumas de la niñez, llevan a una persona al consumo desmedido de alcohol.

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