Tokio 2020: un vistazo a Japón

Yukio Mishima: un escritor ritual

De la pluma a la espada del samurai, fue un artista que conmocionó al mundo

Yukio Mishima, el escritor japonés más reconocido del siglo XX

Yukio Mishima no sólo fue el escritor japonés más conocido en el mundo durante buena parte del siglo XX; en su país, fue un ícono de la cultura popular por su estilo extrovertido, lo mismo en el arte que en la política.

Mishima desempeñó su oficio de escritor hasta el último día de su vida. El 25 de noviembre de 1970 envió a su editor el manuscrito de su última novela, La corrupción del ángel (Tennin gosui).

Mishima rendía culto a su cuerpo; amaba ser modelo de largas sesiones fotográficas y cumplía de forma rigurosa una rutina de levantamiento de pesas que había iniciado a los 30 años. También dedicaba tiempo a las artes marciales, en especial al Kendo, disciplina en la que destacó al grado de participar en el Campeonato Mundial de 1970.

Pero sin duda, el área donde mejor se desempeño fue en la literatura.

Kimitake Hiroaka, nombre real de Yukio Mishima, pasó gran parte de su infancia con su abuela, quien lo educó alejado del mundo, sus padres incluidos, y le prohibió practicar deportes y otras actividades físicas.

Aficionado a la obra de autores europeos como Oscar Wilde y Rainer Maria Rilke, además del poeta japonés Michizo Tachihara, Yukio Mishima publicó a los 24 años su primera novela: “Confesiones de una máscara” (Kamen no kokuhaku).

Se trata de un libro en parte autobiográfico que cuenta la historia de un joven homosexual que debe esconder sus preferencias para no sufrir el rechazo de la sociedad conservadora en la que vive.

La novela fue un éxito inmediato y convirtió a Mishima en uno de los referentes de la literatura japonesa en la segunda mitad del Siglo XX.

Mishima, película dirigida por Paul Schrader en 1985.

Nostalgia por el pasado

Japón se levantaba de la derrota en la Segunda Guerra Mundial y estaba en vías de convertirse en una potencia económica, pero varios japoneses, como Mishima, añoraban el nacionalismo del Japón feudal; algo contradictorio porque en ese periodo la isla cerró sus fronteras y el escritor era un gran admirador de la cultura occidental.

Tras la derrota en la guerra, Japón había firmado un tratado con Estados Unidos donde renunciaba a tener un ejército. Esto irritó a miles de japoneses, entre ellos Yukio Mishima.

El último día de su vida, Mishima entró a una base militar, acompañado de sus discípulos de la Sociedad del Escudo, un grupo inspirado en el Hagakure, el código que regía la vida de los samuráis en el siglo XVIII.

Ahora, sólo tenían permitidos algunos cuarteles con personal limitado, llamados Fuerzas de Autodefensa.

Mishima y sus acompañantes tenían permiso de entrar a la base de las Autodefensas, por lo que su llegada aquel 25 de noviembre no levantó sospechas. Una vez dentro, fueron recibidos por un general que los invitó a su oficina. Ahí, Mishima y sus hombres inmovilizaron al general y le pidieron reunir a los soldados para que escucharan un discurso.

El escritor había preparado una arenga con la que pretendía inspirar a los soldados e iniciar un levantamiento.

El discurso no tuvo el eco esperado; el novelista fue abucheado por los soldados. Enfurecido, volvió dentro para completar su plan: ejecutar un suicidio ritual.

El “seppuku” lo realizó con una espada samurái que él mismo llevó a la base. Al final, uno de sus alumnos debía decapitarlo, pero el miedo lo paralizó y otro de sus pupilos debió completar la tarea.

De esta forma falleció Yukio Mishima, un autor amante de los reflectores, varias veces nominado al Premio Nobel y autor de grandes obras como “El rumor del oleaje (Shiosai), El pabellón de oro (Kinkakuji) o Nieve de primavera (Haru no yuki), entre otras.

Para la escritora francesa Margerite Yourcenar, el suicidio de Mishima fue “una de sus grandes obras”.

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