No existe en ninguna parte del mundo una vacuna certificada preventiva para tratar la fiebre Lassa, virus que produce hemorragia aguda y es la causante de 90 muertos y mil 81 casos en lo que va de año.
Así lo informó Simeon Magaji Agwale, virólogo nigeriano durante la 12ª Conferencia de Salud Pública, al indicar que actualmente no existen vacunas para el virus Lassa.
El investigador destacó que Nigeria es el país más adecuado para desarrollar las vacunas que serían distribuidos al resto del mundo a fin de tratar la enfermedad.
A su juicio, en la nación existe falta de voluntad política e incapacidad del gobierno para establecer una fábrica de vacunas.
Agwale en su intervención del tema Eficacia de la vacuna: impacto de la utilización de cepas microbianas autóctonas en la formulación y producción de vacunas en Nigeria, criticó el desinterés de fabricar las dosis por la costumbre de importar esos medicamentos.
Ante la
Asociación de Científicos de Laboratorios Médicos de Nigeria, el virólogo expresó que para evitar más muertes en el territorio a causa de la
enfermedad Lassa, el gobierno debe trabajar de la mano con los médicos.
«Si el gobierno quiere resolver el problema de la fiebre de Lassa, debe trabajar con nosotros porque hemos demostrado a partir de datos en nuestro poder que este problema puede ser resuelto. No hay razón para que ningún nigeriano muera de esa enfermedad», acotó.
El virus Lassa es una enfermedad hemorrágica, conocida de manera errada como fiebre mediterránea familiar, es portada y transmitida por los roedores a alimentos o enseres domésticos a través del excremento de estos animales. Sus primera apariciones se determinaron en África occidental, donde se registran entre 300 mil y 500 mil casos al año.
Síntomas
Los médicos señalan que las personas contagiadas por la enfermedad, presentan síntomas leves entre ellos, fiebre, dolor de cabeza y debilidad general y en algunos casos, es posible que no se manifiesten los indicios.
Se estima que alrededor del 1% de los casos son fatales, sin embargo las mujeres que contraen la enfermedad al final del embarazo enfrentan una probabilidad del 80% de perder a su hijo o perecer ellas.
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