Arabia Saudí rompe relaciones diplomáticas con Irán

El quiebre agudiza la división entre los dos países que se disputan la hegemonía en el mundo musulmán.

Por Meritxell Freixas

04/01/2016

Publicado en

Mundo

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La ejecución el pasado sábado del erudito clérigo chií Nimr Baqr Al Nimr -junto con otras 46 personas más que habrían sido condenadas por presuntos actos terroristas– desencadenó un nuevo conflicto que ha encendido las alarmas de toda la región del Medio Oriente y sus aliados Occidentales.

Tras la ejecución del líder religioso, un grupo de manifestantes atacó la embajada saudí en Teherán y posteriormente el líder supremo del país persa, el ayatolá Khamenei, amenazó a los políticos con la “venganza divina” y aseguró que la decapitación causará el derrocamiento de la familia real saudita.

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Por su parte, Riad no tardó en responder con la ruptura de las relaciones diplomáticas que implicará que los diplomáticos iraníes tengan que abandonar el país antes de mañana.

Tanto Bahrein como Sudán se unieron a la decisión tomada por Arabia Saudita y rompieron también las relaciones con el país persa. Sudán emitió un comunicado en el que declaran persona no grata al embajador de Irán, por lo que “requerimos que todos los funcionarios de la misión diplomática abandonen el país.

Por su parte, el Gobierno Bahreiní ya cerró su misión diplomática en Teherán y retiró a su personal del país.

Desde los frentes chiíes, el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), amenazó que las ejecuciones “podríam acelerar el derrocamiento del régimen saudí”, declaró el secretario general de la organización, Sayed Hasan Nasralá.

Además aseguró que «en esa tierra y en ese Reino» (Arabia Saudí) están prohibidas las críticas, la disidencia y el debate», luego agregó que el régimen de Al Saud “mata a quienquiera que hable en su contra”.

¿Quién era Nimr Baqr Al Nimr?

Al Nimr, procedente del este de Arabia Saudí, lideró las protestas populares de mayoría chií en la región para denunciar la discriminación a la cual son sometidos los seguidores de esta facción religiosa por parte de la monarquía sunita de los Saud.

Detenido en 2012, durante unas protestas en el este del país, el clero fue condenado por una corte saudí en 2014 a la pena de muerte por instigar a la violencia, desobedecer al rey y supuestamente por mantener vínculos con Al-Qaeda durante una ola de atentados que sacudieron el país a finales de los 90 y principios de los 2000.

Sin embargo, Al Nimr había sido partidario de la movilización pacífica, denunció la lucha armada y era un líder muy querido por los jóvenes que protagonizaron las manifestaciones del 2011 en el marco de la denominada Primavera Árabe.

En los últimos meses, autoridades iraníes advirtieron a Arabia Saudita por la condena del clérigo, sin embargo el país árabe rechazó tales llamados.

Dos bloques compiten por la hegemonía

Arabia Saudí e Irán son los dos grandes rivales en la región y se disputan el dominio del mundo musulmán. Mientras que los saudíes representan de forma mayoritaria la corriente suní del islam, los persas se identifican con el chiismo. Ambos se consideran los auténticos líderes del mundo islámico e instrumentalizan sus creencias religiosas. Sin embargo, lo que de verdad se esconde detrás de esta división es una lucha abierta por el poder regional, que hoy se juega en otros escenarios como en Siria y Yemen.

El bloque chií lo apoyan los líderes de esta facción de países como Irak, Líbano, Yemen y Pakistán, que denunciaron a los saudíes por haber matado a un opositor pacífico.

En el otro extremo, los aliados de Arabia Saudí, entre los que se encuentran la mayoría de los países del Golfo, elogiaron sus esfuerzos por lo que consideraron una forma de combatir el terrorismo. Además la monarquía saudí formó una coalición de 34 países de mayoría suní para combatir el terrorismo de Estado Islámico.

Prácticas terroristas en Arabia Saudí

Sólo en el 2015, Arabia Saudita realizó cerca de 158 ejecuciones, alcanzando su nivel más alto en dos décadas.

Para el corresponsal para Oriente Medio del rotativo británico The Independent, Robert Fisk, las decapitaciones del pasado fin de semana fueron “dignas de Estado Islámico” y llevaban “la clara intención de enfurecer a los iraníes y a todo el mundo chiíta”. “El jeque Nimr habría recibido del Estado Islámico exactamente el mismo trato que tuvo de los sauditas, si bien sin la farsa de un juicio seudolegal que suscitó la queja de Aministía Internacional”, desvela Fisk en su artículo.

La trascendencia de estos hechos, según el periodista, tiene que ver con la “revigorización de la rebelión hutí en Yemen”, el “enfurecimiento de la mayoría chiíta en Bahrein, gobernado por los sunitas” y las consecuencias que las alianzas y estrategias occidentales tendrán en la región tras estos eventos.

En este sentido, Fisk plantea hasta qué punto Occidente mantendrá “la necesidad de humillarse con servilismo ante los ricos autócratas del Golfo a la vez que expresa inquietud por la grotesca carnicería”. Y se pregunta retóricamente: “¿Se proponen los sauditas destruir el acuerdo nuclear iraní obligando a sus aliados occidentales a apoyar incluso este escándalo reciente?”

De hecho, Khamenei reclamó a Estados Unidos y a las organizaciones defensoras de los derechos humanos que condenaran “el crimen saudí”. La respuesta de la Casa Blanca llegó en forma de comunicado en el que se limitaron a señalar que siempre debe garantizarse y permitirse la expresión pacífica de opiniones divergentes e instaron a Riad a colaborar con todos los sectores de la sociedad para rebajar las tensiones desatadas por las ejecuciones.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó las ejecuciones y llamó a la calma para evitar un resurgimiento de las tensiones sectarias en Oriente Medio.

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