El amarillo es el nuevo rojo

Chalecos amarillos: Quiénes, cómo y por qué ésto no es la nueva moda de París

Este movimiento ha reaccionado a la agenda económica de Macron. Y ha sido dirigido con un sentido político, evitando así que se disuelva en la mera violencia termocéfala.

Por Ronald Ángel

14/12/2018

Publicado en

Justicia y DD.HH / Mundo

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Chalecos amarillos

En Francia, desde mediados de noviembre de 2018, miles de personas vestidas con los ya míticos chalecos amarillos, participan en una ola de protestas contra las medidas económicas neoliberales ejecutadas por el gobierno de Emmanuel Macron. La diversidad de los manifestantes incluye jubilados, artesanos, obreros, pequeños empresarios, cuidadoras, entre varios otros.

Lo que caracteriza a las personas que han salido a las calles, protestando por el derecho a una calidad de vida digna, es que la gran mayoría proviene de la periferia rural de Francia, alejada del glamour de París.

Para el líder del movimiento ciudadano La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, las iniciativas gubernamentales no responden a las demandas de la población, pues los sectores más ricos continúan siendo los más privilegiados, razón por la cual se convocó a otra marcha en París para este sábado -15 de diciembre- a partir de las 10 de la mañana frente a la estación de San Lázaro que luego se reunirá en la plaza de la República.

El Gobierno, que decretó días atrás estado de emergencia económica y social, pidió la suspensión de las protestas de los chalecos amarillos con el propósito, según dicen, de evitar que una gran conglomeración de personas sea aprovechado por extremistas y terroristas para ejecutar otro atentado como el tiroteo ocurrido el martes pasado en el que murieron tres personas y resultaron heridas otras 13.

Desde que iniciaron las protestas más de 4.500 ciudadanos han sido detenidos por los efectivos antidisturbios y varios cientos han resultado heridos. La ola represiva causó revuelo cuando la policía francesa detuvo a 146 estudiantes que fueron obligados a arrodillarse con las manos en la nuca.

Como respuesta, los ciudadanos identificados con los reflectantes han logrado desplegar tácticas tomadas de la guerra de guerrillas, lo que les ha permitido enfrentar con solidez la represión policial, que fracasó intentando neutralizar las manifestaciones en París y toda Francia.

Los ahora mundialmente conocidos como «chalecos amarillos» han logrado arrinconar al Gobierno francés que encabeza Macron. Tal ha sido el impacto de las protestas y la presión que ha ejercido la clase trabajadora y campesina, que el Presidente tuvo que retractarse y detener varias de las medidas que ya había comenzado a implementar.

Las manifestaciones comenzaron como reacción al incremento de los impuestos sobre los carburantes (gasolina, gasoil, gas, aceites) y, en general, contra la cada vez mayor caída del poder adquisitivo. Obviamente, de ahí el chaleco de seguridad.

Todo ésto ocurre justo en medio de una crisis económica que ha estallado luego de recortes en los programas sociales del estado, el aumento de impuestos y otras medidas de austeridad que ha implementado Macron, las que ha terminado por asfixiar económicamente a gran parte de la ciudadanía francesa, que se revela ante el estancamiento de los salarios y el aumento continuo del costo de la vida. O dicho de otra forma, los franceses no están dispuestos a dejar de ser franceses.

Chalecos amarillos

Los chalecos amarillos están integrados por distintos nichos de la clase trabajadora y campesina de Francia

El triunfo de la disciplina

En medio de las protestas generalizadas en Francia, los chalecos amarillos han logrado imponer una serie de tácticas tomadas de la guerra de guerrillas, las que han servido a distintos fines durante la historia reciente de los conflictos socio-políticos.

Utilizadas en Latinoamérica, por grupos de choque ultraderechistas para generar inestabilidad y presión política en Chile a principios de los años 70 y recientemente en Venezuela y Nicaragua, también han sido herramientas clave empleadas por grupos rebeldes de izquierda contra regímenes conservadores.

En el caso de Francia, no hay una carta de combate programada desde el nicho ideológico. Es más bien una clase media variopinta que se alza producto de la disolución de sus privilegios. De pronto han pasado formar parte de las cifras que describen la pobreza.

Así explican la espontaneidad del movimiento social, que eleva exigencias -por defecto- como el aumento del salario mínimo, las pensiones y la aplicación de consultas populares.

Chalecos amarillos

Una de las estrategias de los chalecos amarillos es no salir corriendo cuando las fuerzas policiales aumentan la represión

En ese sentido, La Francia Insumisa emitió este jueves un comunicado donde explican que el movimiento de los chalecos amarillos ha logrado engranar «el vínculo entre el problema social y el ecológico», para así convertirse en «portador de demandas concretas», democráticas y fundamentales, que no se corresponden a las de «una pequeña minoría privilegiada» que pretende decidir el futuro de todos los franceses.

La Francia Insumisa también condena que el gobierno de Emmanuel Macron mantiene «una imposición injusta que ahorra capital y grandes fortunas» para los sectores poderosos del empresariado al eliminarles impuestos, y que en paralelo ataca a los ciudadanos al reformar el seguro de desempleo, las pensiones, los incrementos relacionados con la vivienda social y los servicios públicos, «que sólo ampliarán las desigualdades sociales y disparidades entre mujeres y hombres».

Toda esta situación -resalta La Francia Insumisa- hace que la convergencia con el movimiento de los chalecos amarillos sea para los franceses más necesaria que nunca.

«Nuestras organizaciones apoyan los reclamos de justicia fiscal y social presentados por el movimiento de chalecos amarillos (…) por justicia social, por una democracia real, por la igualdad de derechos, por una transición ecológica real y por la solidaridad internacional», agrega el movimiento de ciudadanos.

Chalecos amarillos

El movimiento logró bloquear completamente la isla de Reunión, lugar donde el gobierno de Macron tuvo que declarar toque de queda

Tácticas de guerra urbana

Los chalecos amarillos se han dedicado a trancar calles, avenidas y bloquear la movilidad vehicular en los lugares estratégicos.

Para ello utilizan lo que hay a mano: vehículos, contenedores de basura, cauchos o instalaciones publicitarias, neutralizando así la acción de la policía.

Durante los enfrentamientos no huyen de los efectivos policiales; los repelen con piedras, canicas, mientras otros regresan las bombas lacrimógenas a su lugar de origen.

Generan escudos de protección y emplean bolsas rellenas con sal mojada para atacar a los escuadrones uniformados. Incorporan el hábito de escribirse en la piel, con tinta indeleble los números telefónicos de los abogados contratados por los que convocan a la marcha, en el caso de que resulten detenidos o que reciban algún daño físico y deban ser atendidos.

El éxito para sortear la represión policial ha sido clave en la instalación de sus demandas.

Chalecos amarillos

Los chalecos amarillos piden que Macron renuncie a la Presidencia

Politizar el movimiento y convertir el reflectante amarillo en ícono de lucha

Este movimiento ha reaccionado a la agenda económica de Macron. Y ha sido dirigido con un sentido político, evitando así que se disuelva en la mera violencia termocéfala.

Queda claro entonces que la posición de los chalecos amarillos más allá de solicitar reivindicaciones sociales y repudiar medidas económicas implementadas por el gobierno de turno, tiene también el propósito de cambiar el sistema político actual, coincidiendo así con la agenda de La Francia Insumisa, una plataforma política fundada el 10 de febrero de 2016 que acompañó en una especie de Frente Amplio, la candidatura de Jean-Luc Mélenchon a las presidenciales francesas de 201.

De hecho, los distintos partidos, individuos y personalidades que integran La Francia Insumisa consideran fundamental que las huelgas y protestas sean dirigidas estratégicamente para que no resulten intervenidas por sectores de la derecha y la extrema derecha, quienes pudieran apropiarse de estas luchas y desactivar su verdadero sentido social e inclusivo.

Francia Insumisa

La Francia Insumisa alega que las exigencias de la población deben ser encausadas para un fin político que ayude a mejorar la situación país

En ese mismo sentido, la Confederación General de Trabajadores de Francia (CGT) ha convocado a un paro indefinido que tiene como propósito quebrar el sistema capitalista que ha impuesto el gobierno francés.

El motivo es el impacto negativo de las medidas neoliberales de Macron que han decantado en un deterioro de la calidad de vida de la población, cada vez más amenazada por el alza de precios y las limitaciones para adquirir bienes y productos de su cotidianidad, es decir, cada vez más cerca de la pobreza.

En octubre pasado, el responsable de las Relaciones Internacionales de Francia Insumisa, Christian Rodríguez, declaró a El Ciudadano que el pueblo francés se ha dado cuenta con rapidez que fue engañado por Macron.

«Una de las primeras acciones de Macron fue suspender los Tribunales de Defensa de los trabajadores, subir la edad de las jubilaciones (…) eliminar los derechos a huelga por sectores para que sólo se negocie por temas nacionales. Rápidamente golpeó a los trabajadores, comenzó a privatizar. Es un país que se está vendiendo», explicó Rodríguez en la entrevista exclusiva donde habló del proyecto de Mélenchon, el futuro de Francia y la izquierda europea.

francia chalecos

En Francia los chalecos amarillos se han convertido en símbolo de lucha

La Francia Insumisa es justamente el movimiento -que lidera el excandidato presidencial francés Jean-Luc Mélenchon-, que se ha transformado en el referente más duro de las críticas al gobierno de Macron, mismo que ha desplegado una persecución judicial contra Mélenchon para neutralizar su liderazgo y desviar la atención de la crisis política que atraviesa el país.

Lo fundamental para este movimiento, agrega Rodríguez, es que bajo ninguna circunstancia -los más de 500.000 ciudadanos que lo integran- aceptarán que las políticas del gobierno causen sufrimiento en la población.

Tan positivo ha sido el impacto de los chalecos amarillos y la lucha que enarbolan, que han surgido protestas con las mismas características y exigencias en Bélgica, Gran Bretaña, España, Túnez e Irak, donde los manifestantes se han colocado la misma prenda reflectante en reconocimiento a las movilizaciones realizadas por los franceses por casi un mes continuo.

Macron Francia protestas

Francia vive en la actualidad cotidianidad merdada por las protestas, paros de distintos sectores de la economía y huelgas contra las reformas económicas de Macron

Las proyecciones sobre el futuro de estos movimientos parece estar en manos de los pueblos que exigen sus reivindicaciones y rechazan la imposición de políticas conservadoras ajustadas al poder del capital.

Tal como ocurre en Francia, el poder lo ejercen los ciudadanos y los sectores políticos y sociales adversos al modelo capitalista y la crisis que vive el neoliberalismo en el planeta.

Es entonces la voluntad de los pueblos oprimidos y empobrecidos por medidas económicas asfixiantes y excluyentes, la que determinará si la identidad de los chalecos amarillos trasciende como un ícono reivindicativo de la clase trabajadora y campesina.

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