Una nueva forma de colonialismo que con el argumento de trato "humanitario" avala los movimientos militares y económicos de la agenda norteamericana

Comisionados de Derechos Humanos en la ONU: Lobos con Piel de Oveja (II)

La función política de los Altos Comisionados de DDHH de la ONU implica administrar un aparato de lobby y propaganda política global. Países como Irak, Irán, Libia y Siria, han sido satanizados en campañas mediáticas que preparan el clima para la guerra. Según ésta lógica, los próximos en la lista son Nicaragua y Venezuela.

Por Ronald Ángel

25/01/2019

Publicado en

Justicia y DD.HH / Mundo

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El genocidio en Ruanda ocurrido durante el primer mandato del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, José Ayala Lasso, pareciera marcar una norma para la ONU, que en adelante ha estado involucrada directamente en ilegalidades y transgresiones de ese estándar. Es que de ahí en adelante la historia parece seguir una racha oscura, pues esta oficina ha estado vinculada a una serie de conflictos bélicos que han desatado crisis humanitarias alrededor del mundo, en donde el contingente del organismo parece más bien aportar a las violaciones de DD.HH., en lugar de ofrecer la solución de los conflictos.

Estas crisis humanitarias funcionan como un mecanismo habilitador para que la ONU y los países miembros, impongan sus intereses económicos sobre naciones vulnerables, pobres, tercermundistas o subdesarrolladas.

Existe, además, una nutrida lista de denuncias y acusaciones que cargan sobre los “cascos azules”, tropas militares que actúan sobre los territorios donde la ONU decide intervenir.

También existen los “cascos blancos”, personas “calificadas” para prestar “atención” a la población de los países que invade el organismo, y que juegan un papel definitorio para que la ONU cuente con los argumentos necesarios que sin un territorio está o no en medio de una “crisis humanitaria”.

Cascos blancos argentinos en la frontera colombo-venezolana

Los cascos blancos -tropas de civiles- realizan entre otras cosas, informes sobre cómo «la realidad» de un país sobre el que la ONU tiene especial interés de intervenir directamente.

Entonces no es extraño que un contingente de estos cascos blancos se encuentre actualmente en Colombia, exactamente en la frontera colombo-venezolana, con el objetivo de atender a las supuestas “víctimas” de la “crisis humanitaria en Venezuela”.

Países como Irak, Irán, Libia y Siria, han sido satanizados en campañas mediáticas para luego ser intervenidos militarmente. El común denominador ha sido siempre la no subordinación con la agenda de Washington y poseer riquezas naturales y energéticas. Según ésta lógica, los próximos en la lista son Nicaragua y Venezuela.

La ONU ha sido cómplice de las crisis humanitarias en el mundo

En la actualidad, Michelle Bachelet es una de esas fichas que ha instalado su discurso desde la ONU. Recién nombrada Jefa de la Secretaría de DDHH de ese organismo, Bachelet ha desplegado el discurso de los “derechos humanos” en Venezuela y Nicaragua, esto sin siquiera pisar el territorio de ambos países sino con base en relatos parcializados por el aparato mediático internacional.

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Michelle Bachelet

Antecedentes sombríos de Mary Robinson y los Altos Comisionados de DDHH de la ONU

Luego de la salida de José Olaya Lasso de la Secretaría de DDHH de la ONU, en 1997, llegó como su sucesora la expresidenta de Irlanda, Mary Robinson, Durante su administración se acentuó la crisis humanitaria en África, producto del genocidio en Ruanda, lo que provocó la migración y desplazamiento de más de dos millones de personas que terminó por generar la crisis de los Grandes Lagos.

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Durante la gestión de Mary Robinson, África se vio asolado por la miseria

Esto provocó una crisis generalizada en África Central, específicamente en Zaire -actual República Democrática del Congo- que recibió a miles de refugiados tras el genocidio ruandés, espacio en el que actuó la comitiva de DDHH de la ONU y que dejó en entredicho muchos de sus argumentos por la que fue creada, pues la miseria, el hambre, la insalubridad, enfermedades, muerte y la falta de asistencia humanitaria quedó impregnada en la zona.

De ese foco y con las tropas de cascos azules en la zona, se dio origen a la primera y segunda guerra del Congo, que terminó por convertirse en una nueva masacre conocida como el genocidio del Congo, hecho perpetrado entre 1998 y 2004 y en el que fueron asesinadas más de 4 millones de personas, según estimaciones de la organización no gubernamental International Rescue Committee (IRC).

Robinson asumió el cargo de Alta Comisionada el 12 de diciembre de 1997, tras su designación por parte de Kofi Annan. Durante su primer año en el cargo, viajó a Rwanda, Sudáfrica, Colombia y Camboya.

De igual forma fue partícipe de lo que la ONU describe como “vigilancia de los derechos humanos en zonas de conflicto como en Kosovo, en la República Federal de Yugoslavia”, todo esto en medio de la campaña anticomunista que lideraba Estados Unidos y sus aliados para borrar definitivamente cualquier influencia socialista en el mundo tras la caída de la Unión Soviética.

En ese sentido, Mary Robinson fue articuladora de las políticas expansionistas de EEUU y sus aliados hegemónicos y se convirtió en una de las principales detractoras del gobierno de Slobodan Milosevic, quien gobernó Serbia desde 1989 hasta 1997 y a Yugoslavia desde 1997 hasta el 2000.

Milosevic era una de las pocas fichas comunistas que aún tenía influencia en Europa y Asia. Integraba de hecho la Liga de los Comunistas de Yugoslavia y fue fundador del Partido Socialista de Serbia.

En Bosnia la ONU también dio su mano «humanitaria»

Parte de los ataques para destronarlo del poder, lo enquistó Washington a través de sus aparatos de inteligencia, la CIA, el Instituto Albert Einstein entre otras Organizaciones No Gubernamentales financiadas por la Casa Blanca, que generaron un movimiento “juvenil” conocido como Otpor -mismos que asesoraron a la oposición venezolana recientemente-, y que fue clave para que fueran irrespetadas las instituciones democráticas y así crear la ingobernabilidad en el país bajo los lineamientos del manual para derrocar gobiernos de Gene Sharp.

Toda esta situación dio paso a la Guerra de Kosovo entre el 24 de marzo y el 10 de junio de 1999, una invasión militar perpetrada por tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) una alianza que coordina principalmente EEUU y que contó con la permisividad de la ONU y la Secretaría de DDHH de ese organismo en manos de Robinson, esto con la excusa de acabar con una supuesta “limpieza étnica” que perpetraba el gobierno de Milósevic.

La ONU intentó ocultar los genocidios perpetrados en Ruanda y el Congo

En ese periodo, la OTAN realizó bombardeos continuos contra objetivos yugoslavos. A pesar de esta arbitraria intromisión auspiciada por la ONU, que nuevamente abría paso al comercio de armas de las potencias guerreristas, realizó una campaña mediática de tal magnitud que bajo sus propios intereses llevó a la creación del Tribunal Penal Internacional, instancia en la que acusó a Milosevic y funcionarios de su gobierno por supuestamente haber ejecutado crímenes contra la humanidad, asesinatos, deportaciones y violaciones de las leyes en tiempo de guerra, todo esto con el pretexto de dar «un paso importante en el proceso de evitar la impunidad».

Ese conflicto promocionado fundamentalmente por Robinson y la ONU, en clara obediencia a los países de la OTAN, que tiene entre sus principales miembros a EEUU, Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica, Canadá, Países Bajos (Holanda) entre otros, resultaron asesinadas más de 300.000 personas, más de un millón desplazadas y al menos 2 millones afectadas pertenecientes a países como Macedonia, Croacia, Albania y Serbia, que hasta la actualidad mantiene zonas que viven en medio de los efectos de la guerra y conflictos aún armados que no son registrados por las corporaciones mediáticas internacionales.

Robinson también brindó permisividad para instalar y mantener las invasiones de la OTAN contra Afganistán e Irak.

Expansión de la industria armamentista

Ya África, Europa, Asia y Medio Oriente vivían sus propios conflictos tras el paso de la ONU. De hecho, en la actualidad la permanencia de comisiones “humanitarias” de este organismo no deja de hacer presencia en las zonas que vivieron el paso de cascos azules y fuerzas de la OTAN.

Pero llevar el caos al Medio Oriente y Asia también es necesario. Más aún si existen diferencias éticas y sobre todo religiosas, en una región donde vender armas generará más dividendos y donde mercenarios privados pueden adueñarse por medio de la violencia de los recursos naturales, minerales y energéticos de una región que posee en gran cantidad estas riquezas.

Luego de Robinson, siguieron su paso por el Alto Comisionado de DDHH de la Onu el brasileño Sergio Vieira de Mello (2002-2003) quien terminó asesinado en un atentado en Bagdad, Irak, durante la invasión militar ejecutada por EEUU en ese país, el 19 de agosto de 2003.

A pesar de la corta estadía de Vieira de Mello en esa oficina, su carrera dentro de la ONU fue amplia. Estuvo siempre ligado a los “conflictos humanitarios” en los que intervino directamente la ONU, era un hombre de confianza del Secretario General, Kofi Annan.

Durante su carrera intervino en conflictos armados como emisario de la ONU en el Líbano, Yugoslavia, Timor Oriental, Ruanda, El Congo y finalmente en la guerra de Irak, donde el organismo entró con el falso argumento de que habían armas de destrucción masiva, justificación que posteriormente fue desmentida por el propio gobierno de EEUU, principal impulsor de esa cruenta guerra que dejó más de 1 millón de personas asesinadas.

Momento en el que tropas estadounidenses colocan la bandera de su país, como un gesto colonial, sobre un busto con la imagen de Saddam Hussein en Irak

Tras la muerte de Vieira de Mello, asumió el cargo el guyanés Bertrand Ramcharan, entre 2003-2004, quien no tuvo mayor preponderancia en los medios pero mantuvo la permisividad y complicidad de la falta de defensa de los derechos humanos en todas las ocupaciones y crisis humanitaria creadas por los países hegemónicos de la ONU alrededor del mundo.

Es decir, nunca se condenó la invasión contra pueblos por parte de potencias armadas de la ONU sino que se condenaba a los gobiernos de esos países y pueblos que terminaban por sufrir los embates de la violencia armada que importaba la ONU con el pretexto “humanitario”.

Tras el paso de Ramcharan, llegó la canadiense Louise Arbour, 2004-2008. Arbour profundizó la crisis en Yugoslavia y Serbia, y mantuvo la complicidad de las invasiones de EEUU y sus aliados contra el pueblo iraquí y afgano, estos últimos, víctimas de una masacre armada que ha dejado millones de víctimas y que liderada por Washington que se ha extendido por las siguientes administraciones en el Alto Comisionado de DDHH.

En el caso de Afganistán, llama aún más la atención la complicidad de la ONU, pues la excusa de EEUU y sus aliados de invadir este pueblo, fue la supuesta lucha “contra el terrorismo”, luego del conocido ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York, que -según versiones más recientes- fue ejecutado por el propio Pentágono.

Sin embargo al momento de la conmoción de tan abominable hecho ocurrido el 11 de septiembre de 2001, el gobierno de EEUU dijo que el atentado terrorista lo habían perpetrado Osama Bin Laden y el grupo afgano de Al Qaeda, de manera que se justificaba -de hecho- la “venganza” militar a toda costa y sin importar los “daños colaterales” que se cometieran contra la población civil, que de hecho aún se mantienen.

Arbour también estuvo presente en la jefatura de DDHH de la ONU durante la invasión militar de Israel -en 2006- contra el pueblo del Líbano, y realizó un periplo importante para que su sucesora, la sudafricana Navanethem Pillay, quien estuvo a cargo entre 2008 y 2014, mantuviera la permisividad de la ONU en los conflictos armados y crisis humanitarias autogeneradas contra el pueblo libanés, y posteriormente contra naciones que disfrutaban de un alto estándar de calidad de vida, de los mejores de África y Medio Oriente como lo fueron Libia, bajó la conducción de Muamar Gadafi; y Siria, con el gobierno de Bashar Al Assad.

Pillay, por su parte, hizo lo propio para difundir campañas contra Libia y Siria, azotadas por la invasión armamentista de la OTAN que ahora utiliza mercenarios y terroristas para ejecutar sus propósitos y disfrazar sus verdaderos intereses. También permitió la entrada de tropas militares en Haití, donde los cascos azules perpetraron abusos sexuales a niños, mujeres, al igual que torturas, propiciaron conflictos políticos internos, y hasta llevaron pandemias como el cólera.

Aunado al terrible conflicto Sirio y Libio, Pillay en su último año comenzó a alentar la campaña mediática y sistemática que actualmente se ha profundizado contra Venezuela. En febrero de 2014 ya hablaba de supuestas violaciones a los derechos humanos de los venezolanos y la responsabilidad que en ese sentido cargaba sobre el gobierno del Presidente, Nicolás Maduro.

Zeid al-Hussein se desempeñó como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos entre 2014 y 2018

Zeid Ra’ad Al Hussein contra Venezuela y Nicaragua

Ya con conflictos bastante cruentos en Siria y Libia, donde las violaciones a los derechos humanos están por doquier, el sustituto de Pillay en la Secretaría de DDHH de la ONU, Zeid Ra’ad Al Hussein, de Jordania, empezó a hablar más abiertamente de supuestas violaciones a los derechos humanos en Venezuela y antes de su salida de esa oficina en este 2018, desenfundó también contra Nicaragua.

Venezuela y Nicaragua son presididas actualmente por Presidentes que defienden la soberanía y autodeterminación de sus países, siempre ajenos a los intereses belicistas y económicos de EEUU. Ellos son Nicolás Maduro y Daniel Ortega.

En el caso de Maduro, su gobierno ha sido calificado por la comunidad internacional como una dictadura y un régimen carente de derechos democráticos, mismos argumentos utilizados con Bashar Al Assad en Siria, Muamar al Gadafi en Libia, entre otros líderes que han sido perseguidos por la ONU y la OTAN. El caso de Daniel Ortega es el mismo.

Pero actualmente Venezuela viene siendo asediada de manera más frontalmente por Estados Unidos, sus gobiernos cómplices en el continente americano y otros de la Unión Europea. Primero fue declarada como «una amenaza inusual y extraordinaria» por el expresidente estadounidense Barack Obama y recientemente ha sido amenazada de manera frontal, por el presidente Donald Trump, de ser invadida con tropas militares.

La razón principal es que Venezuela es la mayor reserva mundial de petróleo, una de las más grandes de gas natural, de agua potable, de oro, diamantes y de otros minerales estratégicos para la hegemonía actual que ronda sobre los países de la OTAN.

Las tropas de la OTAN son el brazo armado del poder hegemónico estadounidense y sus aliados

Desde la llegada de Hugo Chávez a Venezuela, quien decidió que Venezuela debía dejar de ser servil a Washington y en ese sentido luchar por su autodeterminación y liberación propia, sin acatar las líneas de la Casa Blanca; el pueblo venezolano ha sido víctima de un ataque continuado contra su calidad de vida.

Este boicot que sufren los venezolanos se ha incrementado en los últimos años, sobre todo después de la muerte de Chávez y la asunción de Maduro, quien ha sido electo -a través de los votos- como Presidente de la República en dos ocasiones.

Es así como el gobierno de EEUU ejecuta actualmente un bloqueo ilegal contra las finanzas de Venezuela, auspicia un saboteo a su estabilidad social y económica de la población a través de una guerra no convencional multiforme que implica desabastecimiento inducido de medicinas y alimentos, inflación y sobreprecio, para así mermar el poder adquisitivo de los venezolanos.

Además auspicia la violencia extremista en las calles, que aunque ha sido focalizada en ciertas sectores, es magnificada por la gran cobertura mediática que dan las transnacionales aliadas a Washington, y que difunden matrices de opinión sobre una supuesta “crisis humanitaria” creada por “la dictadura” de Maduro, lo que además ha ocasionado una “masiva migración”, que según los datos más recientes de la propia Organización Internacional para las Migraciones (OIM) organismo de la ONU- es un argumento falso, pues Venezuela es apenas el segundo país con menos migrantes de Suramérica, un poco más de 600.000, siendo Colombia el primero con más de 2 millones 500.000 personas, país que además tiene más de 7,9 millones de desplazados internos -la mayor cantidad del mundo- producto de su conflicto armado.

Las tropas de la OTAN son fundamentales en el negocio de armas que promueve la ONU

Las declaraciones de Al Hussein fueron rechazadas varias veces por el gobierno de Venezuela y calificadas de injerencistas, incluso el gobierno venezolano comunicó que el secretario de DDHH de la ONU manipulaba y tergiversaba la realidad del país para contribuir a la campaña de desprestigio que promueve Washington y que sólo sirve de abono para una intervención militar contra Venezuela.

A esta campaña de guerra sucia contra Venezuela se han unido los gobiernos neoliberales de Colombia, Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Brasil, entre otros, que al ser aliados de EEUU, buscan perpetrar lo que sería una acción bélica que desataría un gran conflicto armado regional y que llevaría -de concretarse- a una verdadera crisis humanitaria latinoamericana.

Pero no solamente el ataque es primordial contra Venezuela, también es preciso acabar con los gobiernos progresistas que levantaron años atrás la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) un bloque progresista que promovía la unidad y la solidaridad regional como una comunidad integrada a una cultura, costumbres y economía común.

Este bloque, que recordaba entonces a la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas, no es para nada complaciente ni mucho menos del agrado de EEUU y la OTAN, precisamente porque enarbolan banderas socialistas y sobre todo la lucha frontal contra el imperialismo.

Por tal razón, el boicot estadounidense contra la Unasur es frontal, y prueba de ello es la complicidad con la que actúan los gobiernos regionales de corte neoliberal que se han alejado del seno de este organismo para debilitarlo e incluso acabarlo.

Y en ese sentido, es fundamental atacar también a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) de la que no es parte ni Estados Unidos ni Canadá, y que declaró a la región como zona de paz, y de la misma manera a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), en los que se encuentra Nicaragua, un país que tiene el proyecto de canal marítimo o canal de Nicaragua, que servirá como vía fluvial entre el océano Atlántico y el océano Pacífico, un recurso del que la Casa Blanca quiere apropiarse y controlar, tal y como lo hace en Panamá.

La expresidenta de Chile, Michel Bachelet acaba de asumir la Secretaría de DDHH

Bachelet, la nueva Secretaria de DDHH de la ONU

El testigo de Al Hussein lo ha recogido con “éxito” mediático para los intereses de la ONU, la expresidenta de Chile, Michel Bachelet, quien ya habla de “la preocupante” situación en Venezuela y Nicaragua, “la crisis migratoria”, la “crisis humanitaria” y “las graves violaciones” de derechos humanos en ambos países.

Un artículo publicado en el diario digital peruano Expreso.com, por la periodista Beatriz Mejía, el 26 de Julio del 2018 y titulado “El supra Estado de la ONU”, describe como es el accionar de este organismo hegemónico que busca imponer lo que ellos califican como “el Nuevo Orden Mundial”.

En ese sentido explica que la ONU es un seno creado para imponer “Un Gobierno Mundial, un Ejército Mundial, una Religión Universal (anticristiana) y Moneda única, como explica Daniel Estulin en su libro “La Verdadera Historia del Club Bilderberg” (2005), un informe de inteligencia antes que un relato de hechos reales, en lo que describe la siniestra concepción de la muerte de la soberanía de los Estados independientes y el forjamiento de un Estado Mundial dominando a las naciones”.

“Afirma Estulin en la página 91 de este libro: “Podría ser que el último objetivo del Gobierno Mundial fuese crear un solo Mercado Globalizado, que controlase a su vez los tribunales, las escuelas, los hábitos de lectura y los pensamientos de las personas, vigilado por un Ejército Mundial”, agrega el texto de Mejía.

En ese sentido detalla: “Lo que se pensó era una fantasiosa conspiración, en realidad es un plan macabro que se está concretando en políticas públicas perversas y normas legales anti derechos humanos, aplicadas coercitivamente por los gobiernos en todo el mundo, bajo el modelo totalitario que implica este plan de dominación de las naciones y el sometimiento de la humanidad a la esclavitud del Gobierno Mundial”.

La ONU ha permitido la continuada violación de los derechos humanos del pueblo palestino y la ocupación arbitraria de su territorio del estado sionista de Israel

ONU, ¿y los refugiados?

En octubre de 2015, Harsha Walia, publicó un artículo que describía “los pocos compromisos concretos que salieron de la Asamblea General de la ONU” con los refugiados.

“El humanitarismo de la ONU está a la altura, no sólo en su liberalismo superficial, sino que en realidad crea más refugiados. Tomemos, por ejemplo, la adopción de las Naciones Unidas de la Doctrina de Responsabilidad de Proteger del 2005. Encabezada por Canadá en los últimos 15 años, la doctrina legitima y legaliza la intervención estatal diplomática, financiera y militar.

Ejemplos destacados de la Doctrina de Responsabilidad de Proteger incluyen la participación extranjera en el golpe de Estado en Haití, el despliegue de las tropas de paz de la ONU a Sudán, y los ataques de la OTAN contra Libia.

Los cascos azules han perpetrado crímenes de lesa humanidad en los países que han actuado

Esta doctrina es, por supuesto, asimétrica; la Responsabilidad de Proteger es una justificación utilizada por Estados poderosos que persiguen sus intereses geopolíticos en los países del Sur global. El investigador de Oxford, Chris Abbott señala: «Los estados políticamente y militarmente más débiles de África, y los estados de importancia estratégica de Oriente Medio, son los que enfrentarán la amenaza de intervenciones ‘humanitarias’». O como el autor Anthony Fenton lo explica más claramente, «La Responsabilidad de Proteger (R2P) es un nuevo nombre para el viejo concepto de intervención humanitaria, o imperialismo humanitario».

Más recientemente, la Responsabilidad de Proteger se ha movilizado para intervenir en Siria, incluyendo Estados Unidos, Canadá y los ataques aéreos de Arabia Saudí. Sin embargo, los trabajadores humanitarios en la región señalan lo obvio – que los ataques aéreos matan y desplazan más personas. Casi la mitad de la población de Siria ha sido desplazada, con más de 4 millones de refugiados sirios en los países vecinos y 7,6 millones de desplazados internos.

En lugar de abrir las fronteras a los refugiados, los líderes políticos en el Reino Unido, Francia, Australia y Canadá están ofreciendo una escalada de acciones militares como solución humanitaria a la crisis de los refugiados”.

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