"Bastante fácil"

¿Cómo se pasa a formar parte de las milicias separatistas de Ucrania?

El primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk (DNR), Alexander Zajarchenko anunció a finales de agosto que entre las filas de los separatistas combaten entre 3.000 y 4.000 rusos. El corresponsal del periódico ruso RBC, Alexander Sokolov, viajó como voluntario al sudeste del país para descubrir cómo y por qué se unen sus compatriotas a la resistencia.

Por Matías Rojas

08/09/2014

Publicado en

Mundo

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separatistas

Alistarse en las milicias es, según lo que escribe este periodista, bastante fácil. La difusión actual de las redes sociales permite acceder a los recursos más diversos; para enrolarse en las tropas voluntarias bastó simplemente agregarse a dos de los grupos más numerosos en la red social VKontakte, dedicados a las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.

Por ejemplo, en el grupo de la Milicias Populares del Donetsk (NOD, por sus siglas en ruso) se encuentra la información necesaria para contactar con las personas de referencia en Moscú, que proporcionan ayuda para alcanzar el frente.

La estructura de las Milicias del Donetsk está subordinada al responsable de movilización del Ministerio de Defensa de la República Popular de Donetsk, Pável Gubarev. Del transporte de los voluntarios hacia el sudeste de Ucrania se ocupa la administración del grupo “Reagrupación de las milicias de Novorosía”. El administrador del grupo escribe que los voluntarios deben alcanzar por sus propios medios Rostov del Don; desde allí, pueden ponerse en contacto con él para recibir el deseado salvoconducto hacia el frente.

Una vez llegados al punto de recogida, el corresponsal de RBC se ha encontrado con 15 voluntarios, muchos de los cuales llevaban ya ropa de camuflaje y mochilas militares. Los vehículos que debían transportar a los “bisoños” a la zona de acciones militares tenían matrícula ucraniana; los chóferes y los milicianos que venían para acompañar a los recién llegados eran habitantes de Donetsk. Según sus declaraciones, la camioneta recoge a los rusos más o menos una vez a la semana.

“En nuestra camioneta viajaban dos voluntarios cuyos nombres de batalla son Guek y Rajmet, chicos de menos de 25 años. El primero es de San Petersburgo, un teniente de las tropas de tierra de la Marina rusa, proveniente de una familia de militares. Guek explicó así su decisión: sus dos abuelos, que recibieron la condecoración de Héroes de la Unión Soviética, murieron en Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial. Otro de sus parientes fue quemado vivo en el incendio provocado a primeros de mayo en la Casa Sindical de Odesa. Un sentimiento de deber hacia su familia ha empujado a Gek a partir hacia el frente. La motivación de Rajmet, un joven que ha prestado servicio en la aviación militar, es igual de patriótica: ha meditado sobre la información que proporcionan los medios estatales rusos, que cuentan cómo les han arrancado de las pecheras a los veteranos condecoraciones y medallas, cuenta el periodista en su artículo.

Según Sókolov, la mayor parte de los voluntarios son jóvenes de edades comprendidas entre los 20 y los 35 años. Entre ellos se cuentan también militares expertos que han superado la cuarentena. Cruzar la frontera no supuso ningún problema: los guardias fronterizos echaron un vistazo rápido al equipaje y a los documentos de los pasajeros y después dejaron pasar el coche a Ucrania. Solo una joven agente ha intentado hacer un chiste: “Pasad, pasad, aspirantes a cadáveres” (la expresión utilizada en ruso es “carga 200”, que indica un ataúd de cinc que contiene los restos mortales de un militar). 

En el cuartel general de los separatistas

La camioneta ha transportado a sus pasajeros a Donetsk, una de las bases militares situada en el edificio de la antigua Dirección General del Ministerio del Interior de Ucrania. El comandante ha introducido todos los datos de los voluntarios en una base informática, que luego será enviada al Ministerio de Defensa de la autoproclamada república. En esta base, los combatientes son asignados a los diversos sectores del frente. Muchos de ellos saben ya dónde quieren ir a prestar servicio y solicitan el traslado a un determinado batallón.

Uno de los más prestigiosos es el del comandante de campo Motorola (de civil, Arseni Pavlov). Solo en la República Popular de Donetsk, están las secciones del exministro de Defensa, Igor Strelkov, la de Igor Bezler y la de los cosacos, además de los batallones Vostok, Oplot, Berkut, Kalmius y otros más. Cada grupo tiene sus características particulares y está ligado a una región en concreto.

“En el batallón Vostok hay una división bien definida de las horas de la jornada, se trata de una organización de combatientes digna de este nombre, hacen todo como toca. En el Oplot, por el contrario, se hace más bien a la manera cosaca, es más libre. En este aspecto, todo es más simple, pero también los castigos son más severos: por una borrachera o un ultraje son capaces de fusilarte inmediatamente”, afirma en una entrevista concedida al periodista un voluntario apodado Special.

Entre los milicianos, según el corresponsal de RBC, hay escasez de armas y municiones. A menudo se ven carabinas Simónov de carga automática (SKS), que entraron como dotación del ejército en 1949, e incluso ametralladoras Shpagin (PPSh).

Como declaró el presidente del Consejo Supremo de la República Popular de Donetsk, Borís Litvinov, la balanza se inclina hacia el Ejército regular ucraniano. La proporción numérica entre las tropas es de cinco a uno (40-45.000 contra 10.000 milicianos). Por lo que respecta a vehículos y armamento, la situación es todavía peor.

Sin embargo, esto no asusta a los que van a luchar por sus propias convicciones interiores. Special, por ejemplo, explica que llegó a Donetsk por estos motivos: “Aquí está nuestra gente, que es como decir que aquí está nuestra patria. Para mí, la patria es todo el territorio de la URSS, además de algunas otras zonas”.

Como escribe el corresponsal de RBC, todos los milicianos entrevistados afirman combatir a título gratuito. Según un miembro de los cuerpos especiales rusos, solo se les pagan las guardias que realizan para algunos personajes importantes. 

De vuelta a casa

Volver de la guerra resultó mucho más complejo que alcanzar el frente. Las interminables acciones militares y el fuego de la artillería habían destruido algunas carreteras y, para el viaje de vuelta, el periodista tuvo que cambiar de trayecto. Sin embargo, consiguió encontrar un chófer dispuesto a llevarlo, junto con más personas que huían, hasta la frontera de Rusia, desde donde pudieron proseguir viaje por sus propios medios. Algunos se dirigieron a los campos de refugiados que se encuentran un poco más allá de la frontera, otros a casa de sus parientes.

Nikolái Litovkin

RBTH

 

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