Crisis en el estrecho de Taiwan: ¿Estamos entrando a un enfrentamiento directo entre las dos mayores superpotencias?

Susanne Weigelin-Schwiedrzik, académica de renombre mundial en historia y relaciones internacionales de China y Asia Oriental, en entrevista con María Sanhueza, afirma: “Taiwán es el lugar del Este de Asia donde las dos potencias mundiales, EE.UU. y la República Popular China, están midiendo sus fuerzas”.

Por Absalón Opazo

24/08/2022

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Entrevistas / Mundo / Portada

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 Foto Portada: Agencia Anadolu

Por María Sanhueza

En tiempos de crisis global, como la crisis climática, económica, migratoria, energética, sanitaria y política, podría esperarse que la comunidad internacional trabajase más que nunca en un esfuerzo concertado para luchar contra estos problemas de carácter planetarios, que amenazan la existencia de la vida en la tierra. Desafortunadamente, las principales confrontaciones políticas y militares entre las superpotencias están aumentando en estos tiempos, amenazando no solo la paz mundial, sino también la posibilidad general de que la humanidad aborde estos desafíos globales con la urgencia que requieren.

La guerra en Ucrania fue una fuerte llamada de atención que socavó nuestra comprensión acera del equilibrio alcanzado tras el final de la Guerra Fría, que se reveló mucho más débil de lo que pensábamos. Un equilibrio que se había basado en ciertos principios, como la hegemonía de los EE. UU. y la expansión mundial de su sistema económico (el libre mercado) y las instituciones internacionales respaldadas por ellos, que se han visto amenazados no solo por las confrontaciones políticas, sino también por las crisis mundiales antes mencionadas.

Sin embargo, desde la caída de la Unión Soviética y el surgimiento de EE. UU. como el actor más importante en la geopolítica, muchas cosas han cambiado. Otras potencias, como Japón (allá por los años 90), India, Rusia y China, han aumentado (o recuperado) su relevancia, su participación en el mercado internacional y la percepción del papel que deben desempeñar en la comunidad internacional, cuestionando el carácter unilateral del poder ejercido por parte de los EE.UU. y su lugar como potencia hegemónica.

En el caso de China (lo mismo ocurre con Rusia, aunque frente a China es un actor menor), que se ha convertido en la segunda potencia del planeta, ha habido una abierta oposición al papel de EE.UU. como primera potencia mundial, y especialmente, al papel que juegan en la zona del Pacífico Sur, donde China intenta posicionarse como actor predominante cuestionando y desafiando la presencia económica y militar que los E.UU. aseguraron al final de la Segunda Guerra Mundial.

Este enfrentamiento se puede ver claramente en la lucha por el control de la isla de Taiwán, el lugar donde estas dos superpotencias luchan por asegurar su supremacía en la región y donde es más probable que el conflicto se intensifique y, en el peor de los casos, se convierta en un enfrentamiento militar directo. Un escenario que lamentablemente se ha corroborado tras la visita a la isla de la congresista Nancy Pelosi, que ha detonado una nueva crisis en la región, amenazando la preservación del Status Quo tal como se conoce en esta zona y de la paz mundial, en caso de un escalamiento que bien pudiese detonar en una confrontación directa entre estas dos superpotencias.

Para analizar esta crisis, sus diferencias con las anteriores y sus posibles consecuencias en el orden internacional, hemos conversado con la mundialmente reconocida historiadora, académica y especialista en China, Profesora Dra. Susanne Weigelin-Schwiedrzik.

M.S. Los medios occidentales y chinos han presentado el objetivo de la visita de Nancy Pelosi a la isla de una manera completamente diferente, mucho se ha dicho sobre la conversación entre Xi Jiping y Joe Biden, ¿hay más información publicada sobre las consecuencias de su visita? ¿Cómo analiza la intención detrás de ella?

S.W.S. En retrospectiva, sabemos que, según los informes, Joe Biden desaconsejó esa visita, citando incluso a sus oficiales militares, y que Biden y Xi Jinping también lo discutieron durante su conversación telefónica el 28 de julio de 2022.

Aunque se dice que Xi Jinping amenazó en ese momento, como informaron los medios, que quien quiera que encendiera el fuego moriría en él, casi nadie en Europa estaba interesado en eso. Solo el «ejercicio militar» diseñado como un bloqueo en los alrededores de la isla de Taiwán del llamado Ejército Popular de Liberación ha dejado en claro a Europa que los EE. UU. no solo están luchando en Europa, sino también en el este de Asia por su supremacía y aparentemente no se amedrentan al liderar esta lucha en ambos frentes al mismo tiempo. Si bien Nancy Pelosi dedicó su visita a la defensa de la democracia en Taiwán y en sus declaraciones públicas durante su estancia allí se representó como una heroína en la lucha contra el autoritarismo en la República Popular China, la visita sirvió para replantear posiciones geopolíticas y no solo para desafiar al oponente en el sitio: la República Popular China (RPC) sino que también apuntó a los amigos y aliados en el Indo-Pacífico y Europa exigiendo su lealtad.

Si bien la reciente visita de Biden a la región provocó especulaciones de que estaba planeando expandir la OTAN en el este de Asia, la visita de Nancy Pelosi a Taiwán mostró que los estrategas de la Casa Blanca, de hecho, no evitan arriesgarse a conflictos con ambos retadores y rivales, Rusia y la República Popular China, al mismo tiempo. Desde un punto de vista europeo, esta es la señal más importante enviada al mundo por la Cuarta Crisis de Taiwán. Las maniobras del Ejército de Liberación Popular (ELP) preparadas durante mucho tiempo en Asia del Este dejaron en claro que China solo está esperando la oportunidad de mostrarle al mundo que domina la región y que tiene todos los medios para escalar hasta donde el PCCh (Partido Comunista Chino) lo considere adecuado. La nueva normalidad en el Estrecho de Taiwán está definida nada menos que por el Politburó del PCCh. Taiwán aprenderá a vivir con esta nueva normalidad, tal como ha aprendido a vivir con la ambigüedad y el riesgo durante décadas, pero la nueva normalidad es mucho más amenazante que la anterior. A cambio, la isla finalmente ganó la atención que debería haber recibido hace mucho tiempo.

M.S. Ha habido declaraciones y cambios significativos por parte de las distintas partes involucradas para redefinir la dinámica y configuración de sus relaciones. Un tema importante fue la discusión sobre una nueva Ley de Política de Taiwán en el Senado de los EE. UU. ¿Cúal es la relevancia de esto para la crisis actual?

 S.W.S. La visita de Nancy Pelosi se produjo en un momento en que el Senado debería haber discutido y aprobado la nueva Ley de Política de Taiwán (2022). Se aplazó la toma de decisiones, supuestamente porque se dio mayor prioridad a la confirmación de la entrada de Suecia y Finlandia a la OTAN. El borrador de la Ley de Política de Taiwán se presentó al Congreso el 16 de junio de 2022 y se envió al Comité de Relaciones Exteriores para su discusión. La iniciativa legislativa de los EE. UU. sobre la política de Taiwán no solo exige 4.500 millones de dólares en apoyo financiero para la compra de armas de Taiwán, sino que también se refiere a Taiwán como su «principal aliado fuera de la OTAN». La iniciativa legislativa requiere que el gobierno de Washington se oponga a las prohibiciones de viaje de los representantes oficiales del gobierno de EE. UU. a Taiwán y, manteniendo el acuerdo anterior con la República Popular China, permita el nombre «Oficina de representación de Taiwán» para designar la representación de Taiwán en EE. UU. en el futuro. El Director del Instituto América en Taipei debiese ser visto como un «representante» de los EE.UU. en el futuro.

M.S. ¿Qué declaraciones o cambios importantes podemos observar del lado de la República Popular China o Taiwán?

S.W.S. El día de la conclusión de los «ejercicios militares» del ELP Beijing publicó el Libro Blanco sobre la cuestión de Taiwán, un paper que según círculos informados, había sido completado con meses de anticipación y estaba esperando una fecha de publicación oportuna. En este “Libro Blanco sobre la Cuestión de Taiwán y la Importancia de Unificar la Patria en la nueva época” se dice que: “Estamos más cerca que en cualquier ventana histórica anterior de nuestro objetivo de unir la patria, y tenemos más confianza y capacidad para lograr ese objetivo”. A diferencia de publicaciones comparables anteriores, que siempre habían subrayado que no se enviarían soldados a la isla, este compromiso propio ya no se puede encontrar en este nuevo texto.

Por el contrario, existe una nueva formulación en la que aparece el que el despliegue de soldados pretende ser el último recurso para «recuperar» Taiwán. “Si nos encontramos en una situación en la que no se abre otra opción, utilizaremos las armas como último recurso. En respuesta a las provocaciones de los separatistas y fuerzas externas, nos vemos obligados a tomar medidas estrictas si cruzan nuestra línea roja”. Tampoco aparece compromiso, de no enviar funcionarios a Taiwán para gobernar la “provincia” como aparecía en los Libros Blancos publicados en 1993 y 2000.

La fórmula «un país, dos sistemas» ideada originalmente por Beijing para Hong Kong y Taiwán, obviamente se ha vuelto obsoleta en ambos lados del Estrecho de Taiwán. Sin embargo, se repite la frase «La unión pacífica con Taiwán y la adhesión a ‘un país, dos sistemas’ es la directriz política básica» para la solución de la cuestión de Taiwán. Indirectamente, la razón indicada para el cambio de política es que las fuerzas provenientes de fuera de la región impulsaron un movimiento independentista en Taiwán. Estamos familiarizados con esta formulación por el contexto de los movimientos de protesta en Hong Kong, donde también se justificó que la acción más estricta de Beijing en el lugar se debió a la influencia extranjera.

En general, llama la atención que los medios oficiales de la República Popular China hayan expresado duras críticas principalmente al Movimiento por la Independencia de Taiwán, o Taidu ,para abreviar, y contra la actual presidenta Tsai Ing-wen. A quien se acusa de haber preparado la visita de Pelosi con mucha antelación a través del representante de Taiwán en Washington, Bi-khim Hsiao, un hombre de confianza del presidente con vínculos familiares con Estados Unidos. Esto, pese a que desde que asumió el cargo en el 2016, la presidenta Tsai, siempre se ha comportado con mucha prudencia, a pesar de su conocido compromiso con la independencia de Taiwán. También se ha abstenido de hacer comentarios públicos sobre la visita de Nancy Pelosi y no apareció con Pelosi en la conferencia de prensa oficial.

No obstante, Tsai ha dejado en claro en repetidas ocasiones que ve a Taiwán estrechamente alineado con los EE. UU. y, en estrecha coordinación con ellos y está tratando de aumentar el margen de maniobra de Taiwán poco a poco. En su discurso con motivo de la fiesta nacional el 10 de octubre de 2021, explicó que aunque espera una relajación de las relaciones a lo largo del Estrecho de Taiwán, no permitirá que Beijing doblegue a la isla, y en consecuencia, intensificará los esfuerzos de defensa para hacer frente a las crecientes amenazas militares. Desde los hechos de Hong Kong, siempre ha rechazado públicamente la propuesta política de unificación de Taiwán bajo el lema «un país – dos sistemas» y ha cancelado el consenso alcanzado en 1992 entre la República Popular China y Taiwán. Yendo aún más lejos, bajo la presidencia de Tsai, se hizo y aprobó una nueva designación histórica del estado de Taiwán en marzo de 2021, y se publicó a través del Consejo de Asuntos del Continente de la República de China. La auto designación es ahora República de China, Taiwán.

La razón dada es: “La República de China es un estado soberano, Taiwán nunca ha sido parte de la República Popular China, y Taiwán tampoco pertenecerá a la República Popular China en el futuro. Solo los 23 millones de taiwaneses tienen derecho a hablar y tomar decisiones sobre el futuro de Taiwán”. Oficialmente, el Ministerio de Relaciones Exteriores ahora se autodescribe como el «Ministerio de Relaciones Exteriores de la República China, Taiwán». Históricamente, esta nueva designación es significativa porque pone en perspectiva la referencia a la República de China fundada en 1912, que reemplazó a la última dinastía en la China continental, relativizandola. Se insinúa que la República de China estableció su nuevo territorio en Taiwán y que por tanto, Taiwán, nunca perteneció a la República Popular China fundada en 1949, aunque fue devuelta a la República de China en la Conferencia de El Cairo en 1943 como parte del orden de posguerra en Asia Oriental.

A diferencia del Guomindang de Chiang Kai-shek, que gobernó Taiwán desde 1949, la República de China bajo la presidencia de Tsai Ing-wen, que pertenece al Partido Progresista Democrático (Minjindang), ya no pretende ser el único representante legítimo del pueblo chino que un día unirá la isla con el continente. Tsai apunta a una «solución de dos estados» en el antecedente de la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana.

Foto: Héctor Retamal (AFP)

“Las tensiones en el Estrecho de Taiwán han alcanzado un nivel nuevo y más siniestro”

M.S. Beijing habla de la política de Una China como una línea roja que no están dispuestos a ceder, y la tensión en la región aumenta cada vez que algún actor prominente propone revisar esto. ¿Qué tan altas son las tensiones ahora que esta línea roja se ve superada por la visita de Nancy Pelosi a la isla?

S.W.S. Las tensiones en el Estrecho de Taiwán han alcanzado un nivel nuevo y más siniestro. La República Popular China ha estado involucrada en ejercicios militares en todo el mundo y ha dejado en claro a Taiwán y los EE. UU. cuáles son sus capacidades militares. Ha enfatizado verbalmente que no permitirá que EE. UU. dicte cuándo y qué medios usará (y así ha mostrado indirectamente las lecciones que aprendió de la guerra en Ucrania). Sin embargo, también dejó en claro que una posible adopción de la Ley de Política de Taiwán en el formato actual constituiría una superación de la línea roja marcada por Beijing hace mucho tiempo. Un académico de la Academia China de Ciencias Sociales describió esto muy claramente en una entrevista reciente con South China Morning Post: Las medidas contenidas en este proyecto de ley serán consideradas por China como un desafío a la política de una sola China y equivalen a un reconocimiento, de facto, de la soberanía de Taiwán, Beijing siempre ha delineado esto como una línea roja.

“Las tensiones en el Estrecho de Taiwán han alcanzado un nuevo y más siniestro nivel”

M.S. ¿Qué lugar ocupa Taiwán en este enfrentamiento entre superpotencias?

S.W.S. Taiwán es el lugar del Este de Asia donde las dos potencias mundiales, Estados Unidos y la República Popular China, miden sus fuerzas. En los últimos días, los medios oficiales chinos han dicho en repetidas ocasiones que los ejercicios militares se llevaron a cabo con la máxima transparencia.

Aparentemente, se hizo un intento de disuadir a la otra parte de dar el siguiente paso en el escalamiento utilizando los medios militares. En un futuro cercano sabremos mejor si sacaso se puede disuadir con estos medios a los líderes de los EE. UU., porque hasta ahora han mantenido un perfil bajo y respondido a la ofensiva militar con una ofensiva política, en la que todos los aliados y amigos, hasta La Sra. Ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Baerböck, como portavoz de los ministros de Relaciones Exteriores del G7, ha tenido que demostrar nuevamente su lealtad a los EE. UU. El error de no escuchar con atención y leer lo que dice la otra parte no debe repetirse en el caso de Taiwán.

M.S. En un momento donde el mundo parece estar adoptando un modelo similar al de la antigua Guerra Fría, con la guerra como medio para resolver los enfrentamientos políticos y donde las superpotencias no están dispuestas a abrir canales de comunicación entre ellas y el debate está definido porlas  grandes narrativas incapaces de aceptar diferentes perspectivas, ¿cómo podríamos imaginar una desescalada del conflicto? ¿Qué compromisos tendrían que hacer las partes involucradas?

S.W.S. En lugar de empujar el conflicto sobre Taiwán hacia una escalada, todas las partes involucradas deberían buscar una tercera vía con el objetivo de evitar la guerra. En este momento, las lecciones de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial están en boca de todos: se sabe que uno no se debe tropezar con la guerra como un sonámbulo, ni debe pensar que se puede prevenir a través del apaciguamiento. Pero quedan dos variantes sin considerar: primero, cuando las tensiones se intensifican, es decir, cuando se implementa una política anti-apaciguamiento, uno puede tropezar inesperadamente con una guerra; y segundo, es importante aprovechar las experiencias de la Guerra Fría, durante la cual algunas negociaciones llevaron a decisiones sensatas para evitar la guerra, un ejemplo sobresaliente de esto es la Crisis de los Misiles en Cuba.

Una solución negociada tendría que definir una nueva normalidad en las relaciones entre la República Popular China, EE. UU. y Taiwán, tal como la Ley de Política de Taiwán de 1979 definió el marco para las relaciones chino-estadounidenses y el estatus del problema de Taiwán en el pasado. Los Estados Unidos tendrían que ceder, porque la crisis reciente muestra que la República Popular China ha ganado significativamente en fuerza militar en comparación con 1979. Por su parte, la República Popular China también tendrá que darse cuenta de que no tiene derecho a imponer su sistema político al pueblo de Taiwán. La población de Taiwán ha vivido décadas bajo la amenaza de una posible guerra y han aprendido a vivir con este riesgo, lo que no significa que lo subestimen y anhelen posiblemente una guerra. Por el contrario, la mayoría de la gente en Taiwán espera preservar a toda costa el Statu Quo, a pesar de que existe una mayor voluntad a defender la isla (esta es también una lección aprendida de la guerra en Ucrania). Nosotros debiesemos tomar este deseo en serio.

M.S. ¿Qué papel podría/debería jugar Europa en este conflicto? S.W.S. Europa no debiese echar leña al fuego, sino trabajar para que el conflicto se regionalice. Esta es la única forma de evitar que los conflictos en Europa y en Asia adquieran dimensiones globales debido a la participación indirecta o directa de los EE. UU. (en ambos casos) y de la acción militar de Rusia en alianza con China contra los EE. UU. y sus aliados. Si, los Estados Unidos aceptasen decir adiós al Estrecho de Taiwán y potencias regionales como Australia, Japón y Corea del Sur defiendiesen la seguridad de Taiwán, sería un paso importante hacia el establecimiento de una zona de amortiguamiento entre Estados Unidos y la República Popular de China en el Asia del Este, un formato bajo el cuál se reduciría el peligro del estallido de una Tercera Guerra Mundial.

Dra. Susanne Weigelin-Schwiedrzik

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