Tres de ellos se suicidaron en Gran Bretaña

El tormento de los refugiados que pasaron por la jungla francesa de Calais

En Francia funcionaba el mayor campamento de refugiados de Europa. Muchos niños y adolescentes vivieron allí experiencias traumáticas. El Viejo Continente muestra su indolencia

la jungla

En agosto de 2016 se desmanteló el mayor campamento de refugiados en Europa, estaba ubicado en Calais, Francia, y era denominado como La Jungla. El sobrenombre del lugar lo decía todo.

Un lugar complicado para la existencia era el campamento de Calais. Carpas y muy precarios servicios constituían un drama para 10 mil personas que allí fueron ubicadas, arrimadas como objetos. El propio Consejo de Estado de Francia consideraba “la jungla” como un sitio “inhumano y degradante”.

Luego de que el propio Estado francés se viera cercado por las críticas, comenzaron un proceso de desalojo para ubicar a los refugiados en diversas localidades del país. No fue un proceso expedito, los migrantes debían hacer sus solicitudes de asilo y con ello esperar todo el proceso jurídico correspondiente. La mayoría de las personas recluídas en «la jungla» procedían de Turquía, Líbano, Jordania, Nigeria y Chad.

Tekle vivió experiencias traumáticas en "la jungla"

Alexander Tekle, uno de los jóvenes provenientes de Eritrea que se suicidó en Gran Bretaña. Foto: Web

Un destino incierto

Un nuevo recorrido incierto le tocó a la mayoría de los refugiados. A Gran Bretaña fueron a parar muchos. Calais está ubicado al norte de Francia, frente a las costas del Reino Unido.

El diario The Guardian relata la continuación de la tragedia. En los últimos seis meses se han suicidado al menos tres adolescentes refugiados que habían llegado a Gran Bretaña desde Calais. Este hecho hace que surjan interrogantes sobre el trato que reciben los vulnerables jóvenes solicitantes de asilo, por parte de las autoridades.

El medio británico precisa que los tres muchachos eran de Eritrea y se quitaron la vida en Londres. Dos de ellos tenían 18 años, y uno, 19. Habían viajado por África y Europa de adolescentes, sin la compañía de sus padres, y huyendo del conflicto en Eritrea. Todos pasaron un tiempo en el campo de refugiados de «la jungla» Calais. También se sabe de un cuarto joven eritreo y solicitante de asilo que se suicidó el año pasado, aunque su nombre no se hizo público.

Filmon Yemane acababa de cumplir los 18 cuando se suicidó en noviembre. Alexander Tekle, también de 18 años, se suicidó en diciembre, quince días después que Filmon y un año después de llegar a Reino Unido escondido en la carga de un camión frigorífico. Un tercer adolescente, (cuya familia pide no revelar su nombre), se suicidó en mayo en el mismo albergue del norte de Londres que había alojado a Yemane. Tenía 19 años.

¿Qué pasó?

En abril se abrió una investigación por la muerte de Yemane. Los empleados del centro de acogida donde vivía habían informado del deterioro de su estado al personal de salud mental del Servicio Nacional de Salud. Pero sus preocupaciones no fueron «priorizadas adecuadamente dentro del equipo de crisis». En mayo se celebró la audiencia previa a la investigación sobre la muerte de Tekle. Aún no hay fecha para la audiencia completa ni para la investigación por la muerte del tercer joven.

Los jóvenes habían pasado por experiencias extremadamente traumáticas, huyendo de conflictos y enfrentando múltiples peligros en su camino a Reino Unido, sobre todo en el generalmente violento entorno de «la jungla». Los tres arriesgaron sus vidas para entrar en Gran Bretaña de forma clandestina en camiones y trenes.

Hamid, otro adolescente eritreo que conocía a los tres adolescentes y también está pidiendo asilo, afirma que a Alexander Tekle y al joven que se suicidó en mayo les preocupaba mucho el tiempo que tardaba el Ministerio de Interior en decidir si les concedía o no el estatus de refugiado. Hamid pidió que no se publicara su nombre real. Tiene miedo de que pueda complicar su propia solicitud de asilo, aún sin resolver a pesar de que llegó a Reino Unido hace tres años, cuando tenía 15.

La incertidumbre sobre su futuro los agobiaba más que el trágico pasado. «Alex y yo éramos amigos íntimos. Era un chico excelente, pero estaba renunciando a la vida», cuenta Hamid. «Estaba tenso por los asuntos del Ministerio de Interior, todos lo estábamos. Traté de decirle que no se preocupara demasiado, pero pensaba en ello todo el rato. “Él quería empezar a trabajar y a enviar dinero a su madre. Sin los papeles no es posible trabajar», añade.

Hamid no está seguro sobre Yemane, si a él también le preocupaba su solicitud en el Ministerio de Interior, pero sí sabe que el tercer joven, estaba ansioso por saber si le aceptarían como refugiado: «Le preocupaba el Ministerio de Interior y la posibilidad de que lo pudieran mandar de vuelta a su país y se ponía tenso por eso».

Benjamin Hunter conoció a Tekle trabajando como voluntario con los refugiados de Calais. Tekle acababa de cumplir 16 años en ese momento. Cuando finalmente viajó a Inglaterra, mantuvo el contacto con él. «Alex había vivido cosas profundamente traumáticas en su viaje a Reino Unido, en particular en Libia y Calais, donde pasó un año viviendo solo en una tienda de campaña, abandonado y abusado».

Vista aérea de la jungla de Calais. Foto: Web

Británicos admiten problemas

Según un estudio publicado en 2017 por el comisionado británico para la infancia, las demoras del Ministerio de Interior en el trámite de las solicitudes de asilo están causando problemas. El informe relata «el testimonio de los niños y niñas migrantes demuestra que pasar por esa incertidumbre y espera lleva a un estado de parálisis y de depresión, afectando gravemente su bienestar».

Liz Clegg conoció a Alexander Tekle durante los dos años que trabajó en Calais ayudando a los niños migrantes del campo de refugiados. Ahora dirige en Birmingham un centro de apoyo a los que llegan a Reino Unido. «Era encantador. Recuerdo que se subía al vehículo y se ponía a cantar la música de la radio. Parecía un niño sincero, alegre y sociable», recuerda. También cuenta que a muchos jóvenes les destruyó todo el tiempo que pasaron en Calais tratando de llegar a Gran Bretaña.

«[Calais] tuvo un impacto profundo en todos ellos y luego la idea ilusoria de que todo se arreglaría en cuanto llegaran a Reino Unido. Esa es la gota que colma el vaso. Han aguantado y aguantado, han seguido adelante y han llegado hasta aquí. Y entonces se dan cuenta de que el sueño no es un sueño», dijo.

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