La práctica proviene del fascismo de Mussolini

Inician acciones legales en Italia por cementerio de fetos que identifica a mujeres que los abortaron

Por una publicación en Facebook las afectadas se enteraron que sus nombres aparecían en lápidas del camposanto romano.

Por Félix Eduardo Gutiérrez

24/10/2020

Publicado en

Mundo / Sociedad

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El hecho generó una profunda indignación entre más de 150 italianas, quehallaron sus nombres en el área 108 del cementerio Flaminio, al norte de la capital italiana. Para tomar esta decisión, en ningún momento fueron consultadas, explicó el diario La Vanguardia.

Elisa Ercoli, directiva de Differenza Donna, manifestó que más de un centenar de afectadas se han puesto en contacto con ellas, porque no sabían de la existencia de estas cruces con sus nombres.

Differenza Donna on Twitter: "“Noi #donne abbiamo inserito il DISORDINE.  L'ordine patriarcale è stato sconvolto ed è ormai dichiarata la crisi del  patriarcato, la FINE del patriarcato con la fine del silenzio-assenso
La organización feminista Differenza Donna asumió acciones legales. Foto: Twitter.

La polémica se desató tras una publicación en la red social  Facebook, en la que una de las involucradas dijo haber visto su identificación en el camposanto.

“Algunas no sabían qué fin había tenido su feto. A otras les preguntaron, y dijeron que no. Otras habían pedido que fuera a la ciencia. Todas se han sentido violadas”, subrayó Ercoli

La cruz más antigua es del 2004. Otra mujer, que abortó hace quince años, siguió adelante con su vida y tuvo más hijos, ha sabido sólo ahora que tenía un epitafio con su nombre. Las más viejas son de madera, marchitas por el paso del tiempo. Algunas están tiradas por el suelo.

Pueden leerse los nombres de Franca, Barbara, Gabriella, Fabiana, Sabrina…, sólo hay epitafios con nombres de mujeres. Ni siquiera hay lápidas: alrededor de 200 sencillas cruces de metal, todas exactamente iguales, se alinean en filas consecutivas.

En cada una de ellas hay una ficha negra donde aparece escrito en rotulador blanco el nombre femenino, un apellido, una fecha –la mayoría, de los últimos diez años– y unos números identificativos,

Los cuerpos debajo de las cruces pertenecen a fetos que fueron abortados en los cinco hospitales romanos donde se realizan interrupciones de embarazo terapéuticas.

El aborto terapéutico: nueva amenaza a un derecho (casi) inaccesible |  NoticiasSER
Abortos terapéuticos son difíciles en Italia. Foto: Noticias SER.PE

Hasta ahora, nadie sabía que habían terminado enterrados bajo una cruz en el Flaminio. Ni siquiera las mujeres que abortaron, y cuyos nombres han terminado expuestos en el cementerio pese a que no han fallecido.

“En tres ocasiones pedí informaciones sobre el feto: el día que me dieron el alta, en la visita de control el mes posterior y el día que fuimos a por el informe clínico tres meses después. Nadie me dijo que iba a ser sepulto ni me hicieron firmar ningún documento donde yo aceptase que iba a haber una cruz. Hace una semana descubrí que existe este cementerio con una cruz con mi nombre completo”, contó Francesca, que prefirió no hacer público su apellido.

Esta mujer, de 36 años, ya es madre de una niña que tiene casi seis. Quedó embarazada de otra niña buscada y una ecografía en el sexto mes de embarazo desveló que el feto tenía una grave malformación en el corazón. Decidió abortar en septiembre del año pasado.

“Es un dolor muy profundo que reabre una herida. Siento mucha rabia hacia las instituciones sólo de pensar que haya alguien que haya guardado mi feto durante tres meses quién sabe dónde, y se haya tomado el derecho de enterrarlo con un rito católico sin preguntarme”, denunció. Aunque puso fin a su embarazo en septiembre, la fecha de su tumba señala diciembre del 2019.

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Una de las afectadas abortó porque el feto venía con problemas. Foto: Enfemenino.

Durante todo este tiempo Francesca imaginaba que su hija, al tener una grave patología, habría terminado siendo parte de una investigación médica. Sólo se enteró que estaba enterrada cuando otra mujer, Marta L., denunció en su cuenta de Facebook que había encontrado la tumba de su hijo en este cementerio. A ella sí le preguntaron si daba consentimiento a enterrar el feto, pero lo rechazó.

Siete meses después, decidió llamar al hospital. Tras respuestas vagas, se puso en contacto con la cámara funeraria. Le comunicaron que el feto estaba todavía allí, porque “a veces los padres lo piensan mejor”. “Esté tranquila que aunque no haya firmado para una sepultura los fetos son enterrados por beneficencia. No se preocupe, tendrá su lugar con una cruz y lo encontrará con su nombre”, le explicaron.

Fue entonces cuando Marta L. descubrió que había un lugar en el cementerio con nombres de mujeres para sus fetos. “Podría alargarme sobre la rabia y la angustia que me ha provocado ver que sin mi consentimiento, otras personas hayan enterrado a mi hijo con una cruz, un símbolo cristiano que no me pertenece y donde está escrito mi nombre”, escribió la mujer en su cuenta.

Francesca se acercó al Flaminio para ver si había ocurrido lo mismo con su hija. Pronunció su nombre, le dieron un papel con unas coordenadas y terminó encontrando su cruz de metal.

No está claro cómo ha podido suceder este horror. El hospital San Camillo, uno de los cinco donde se llevan a cabo abortos terapéuticos, señala a la empresa pública AMA, que se encarga de los cementerios en Roma. AMA dice que sigue instrucciones de la autoridad sanitaria local. La autoridad sanitaria local tampoco asume responsabilidades.

Lo cierto es que estos entierros son permitidos gracias a una ley creada en 1936, bajo el fascismo de Mussolini, y actualizada en los noventa. Un sistema que es contrario a la ley de aborto 194 promulgada en Italia en 1978, donde, según Ercoli, “se especifica que no se pueden hacer públicos los nombres”. “En los hospitales y en el cementerio saben perfectamente que los derechos de la ley 194 están por encima de una ley fascista”, remarca.

Aunque sea legal desde hace más de 40 años, abortar es tremendamente difícil en Italia. Según los datos oficiales, el 69% de los ginecólogos se acogen a la objeción de conciencia para negarse a practicar interrupciones de embarazo, aun siendo por malformaciones de feto. Sólo se puede interrumpir la gestación en unos pocos centros públicos, donde la gran mayoría de los médicos son objetores.

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