Sommaroy: El pequeño pueblo de Noruega que pide a sus autoridades abolir el uso de horarios

Aspiran a convertirse en la primera “zona libre de tiempo”

Por Félix Eduardo Gutiérrez

19/06/2019

Publicado en

Mundo / Turismo / Viajes

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La idea es que cada habitante de esa isla pueda hacer sus actividades en el momento que desee, sin importar la hora, señaló Kjell Ove Hveding, el promotor de la iniciativa. En esa zona del mundo el concepto de día difiere del resto del mundo


Sommaroy es una isla noruega de un poco más de 300 habitantes, situada al norte del Círculo Polar Ártico, donde el sol sale una vez al año, dando lugar a fenómenos como la noche polar y el sol de medianoche.

Los habitantes de este pueblo, que pasan sus días casi en total oscuridad o luz plena, presentaron una petición a las autoridades para abolir oficialmente el uso de horarios y convertirse así en la primera “zona libre de tiempo” del mundo, destacó la cadena noticiosa noruega NRK.

A principios del presente mes de junio  se celebró en la localidad una reunión, que contó con la presencia de casi toda la comunidad, la cual expresó su apoyo a la propuesta.

La idea es que cada habitante de este pueblo pueda hacer sus actividades en el momento que desee, sin importar la hora, señaló Kjell Ove Hveding, el promotor de la iniciativa. Y es que, a estas latitudes tan septentrionales, el concepto de día difiere del resto del mundo.

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Sommar (Sommarøy en noruego; de «Sommar», que significa «verano», y «øy», «isla») disfruta en una época de escenas inéditas a altas horas de su soleada madrugada. Foto: Nordnorge.com.

Sus habitantes quieren prescindir de los relojes porque los consideran innecesarios, y sus vidas se desarrollan con tanta placidez que consideran un estorbo que estén pautadas por los instrumentos que miden el tiempo, destacó Hispantv que cito a la cadena pública noruega de radio y televisión.

Los vecinos de Sommar viven 69 días al año bajo la continua luz del sol, precisó otra reseña del diario El País, sobre el curioso caso.

Sommar (Sommarøy en noruego; de «Sommar», que significa «verano», y «øy», «isla») disfruta en una época de escenas inéditas a altas horas de su soleada madrugada.

“En mitad de la noche, eso a lo que la gente de la ciudad podría llamar dos de la mañana, puedes ver a niños jugando al fútbol, a gente pintando sus casas o cortando el césped y a adolescentes nadando”, apuntó Ove Hveding.

«Nuestro objetivo es proporcionar la máxima flexibilidad, 24 horas al día y siete días a la semana. Si quieres cortar el césped a las cuatro de la madrugada, hazlo». 

Otras habitantes son escépticos, pero están dispuestos

A pesar del acuerdo generalizado, de su éxito se muestran dudosos algunos residentes de la isla, que ahora se acerca al ecuador de los 69 días de casi plena luz.

Es el caso de una recepcionista de un hotel, Malin Nordheim. «Creo que (la idea) es emocionante, pero también soy un poco escéptica», dijo.

«Será un desafío para los huéspedes en cuanto a los horarios de registro de entrada y de salida, y los de apertura del bar y el restaurante», agregó.

Un símbolo de la anulación de los horarios que quiere acuñar la iniciativa consiste en que los visitantes cuelguen sus relojes en el puente que separa la isla del resto del municipio al que pertenece.

Se trata de un gesto a imitación de otros en el mundo en el que los turistas dejan candados. Si en esas ciudades es para significar su paso por el lugar, o para hacer votos amorosos, en Sommaroy lo será para desprenderse de todo compromiso de horario. Algunos de los relojes de pulsera penden ya del pretil del puente.

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Un símbolo de la anulación de los horarios que quiere acuñar la iniciativa consiste en que los visitantes cuelguen sus relojes en el puente que separa la isla del resto del municipio al que pertenece. Foto: Newsmobile.com

Aseguran los impulsores de la iniciativa que su idea ha recibido el aplauso de otros lugares del remoto, casi desértico. Con todo, aún falta dar el salto legislativo y pretenden presentar la iniciativa en el Storting, el Parlamento nacional.

Para eso, el pasado día 13 de junio se reunieron varios vecinos con un diputado al que le entregaron sus firmas y con el que discutieron las implicaciones prácticas de la decisión colectiva.

Su impulsor, Kjell Ove Hveding, no las ve tan difíciles de sortear: «Para muchos de nosotros, tener este acuerdo por escrito no supone más que formalizar una cosa que hemos practicado generación tras generación».

Habrá que ver, de prosperar la iniciativa, cómo se aplica cuando tras el verano vuelvan las clases escolares y, andando el año, 69 días con sus 69 omnipresentes y negras noches. 

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