Por Anaid Piñas
Horas antes de que las y los diputados electos arribaran al Congreso para conformar la LXI Legislatura, los cierres viales en la entrada principal se sumaron a las ya existentes debido a los festejos patrios que se realizarían en el Centro Histórico. Al parecer el Covid-19 sólo existe mientras no haya fiestas.
En la calle contigua, la entrada del número 141 sobre la 3 Poniente, un grupo musical se encargaba de ambientar el lugar, gesto que fue grato para los camarógrafos y reporteros, que presurosos alistaron todo para recibir a los legisladores, tratar de buscar una declaración previa o conseguir la mejor foto.
Tal vez la situación de expectativa y emoción no era distinta a la vivida en los hogares de los congresistas. Algunos, como el panista Rafael Micalco Méndez, se dieron el tiempo de compartir en redes sociales su rutina de preparación, sus primeras impresiones, sus deseos.
El periodo entre salir de sus hogares y llegar al evento fue aprovechado hasta para pedir seguidores en Tik-Tok. Sólo habría que recordar que no se puede filmar en el pleno en horas laborales, porque ahí se trabaja, porque la tribuna se respeta.
Otros, cobijados por las resoluciones del la Sala Regional de la Ciudad de México (SRCDMX), del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), prefirieron compartir mensajes nocturnos.
Los últimos, los que se van, agradecieron el apoyo de los poblanos durante los tres años que les tocó velar por los intereses del Estado.
El singular arribo de Nora Merino Escamilla
Las 10:00 horas. Los diputados comenzaron a arribar uno a uno, varios portaban con orgullo el color de su partido y no era difícil identificarlos. Azul para el PAN, rojo para el PRI. El patrón parecía repetirse hasta que apareció Nora Merino Escamilla y saludó a los medios de comunicación. En días anteriores ella llamó a trabajar en conjunto durante este nuevo ejercicio legislativo, quizás por eso su atuendo era verde con negro y no color vino.
El reloj dio las 10:45 horas cuando ocuparon sus curules. En un intento de darle agilidad a la sesión solemne, la secretaría María Yolanda Gámez Mendoza pasó lista. Los 41 estaban allí y no había mayores sobresaltos. A la dinámica de la ceremonia le siguió Laura Ivonne Zapata Martínez para dar lectura a la orden del día.
El primer roce estuvo, tal vez, fuera de las manos de Merino Escamilla, quien se vio confundida ante la intervención del priista Jorge Estefan Chidiac, al señalar un error en el orden de participación, de acuerdo al número de integrantes en las bancadas, pues habían puesto al Partido del Trabajo sobre el Revolucionario Institucional.
Minutos antes de las 11:00 horas, la Comisión de Cortesía, integrada por Sergio Salón Céspedes Peregrina (Morena), Eduardo Alcántara Montiel (PAN), Charbel Jorge Estefan Chidiac (PRI), José Antonio López Ruiz (PT), Fernando Morales Martínez (Movimiento Ciudadano), Jaime Natale Uranga (PVEM) y Carlos Froilán Navarro (PSI), salió a recibir al gobernador del Estado de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, así como al presidente del Tribunal Superior de Justicia, Héctor Sánchez Sánchez.
El acto cívico transcurrió con normalidad, el lábaro patrio engalanó la sala por unos minutos y todos al unísono cantaron el Himno Nacional.
“Piensa, ¡oh Patria querida!, que el cielo. Un soldado en cada hijo te dio,” dice la letra, pero aquí ya no hay cabida a guerras. Se acabó la campaña, ya no hay más dimes y diretes. En ese recinto estaban reunidos el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial y ahora no tienen más que una sola misión: el bien de Puebla.
¿Quién podría festejar su cumpleaños presidiendo la Mesa Directiva del Congreso Local? ¿Cuántas posibilidades numéricas hay para eso? La sonrisa que tenía Nora Merino Escamilla al rendir su protesta era señal inequívoca de que lo sabía. Ese momento era único en su tipo.
Sin embargo su expresión cambió poco antes de tomar protesta de sus compañeros, un solo ademán del gobernador le quitó el arco que decoraba su rostro, perceptible a pesar del cubrebocas, y le hizo querer apurar el orden del día. O eso pareció, no había mensaje de nadie más que no fuera ella, por lo que pidió que la Comisión Solemne conducir a la salida al mandatario y al magistrado para continuar con el evento.
Miguel Barbosa Huerta y Mónica Rodríguez, frente a frente
La salida de Barbosa fue complicada, en su camino se topó de frente con el saludo de la panista Mónica Rodríguez Della Vecchia, pero quizás él no se enteró del todo. Siguió su camino sin detenerse entre los diputados, pero no pudo negarse a la clásica foto una vez estando fuera con aquellos que de manera respetuosa le habían escoltado al llegar y al marcharse.
Para terminar, los representantes de cada bancada hicieron uso de la palabra para expresar sus agradecimientos, sus posturas dentro del Congreso Local y exponer los temas que consideraron prioritarios.
Entre los discursos, algo tibios para lo ya acostumbrado en el Estado, destacaron los emitidos por las mayorías políticas del PRI, el PAN y Morena, que llamaron a hacer de la LXI Legislatura un espacio de inclusión, consensos y diálogo.
Néstor Camarillo Medina, con una voz enérgica y sin titubeos dijo que la bancada priista no contribuirá con «la esperanza falaz» que se ha querido imponer en el país.
Eduardo Alcántara Montiel, hizo una petición que sonaba a suplica “no nos aplasten”. Su mensaje iba en el sentido de que Morena no cancelara a la oposición y aprendiera a escuchar todas las propuestas e ideas.
Roberto Solís Valles dio un discurso contrario a lo que los actores de Morena suelen ofrecer. No hubo descalificaciones, ni gritos, tampoco presunciones, sino un deseo de avanzar: que las y los diputados pusieran en primer lugar a la patria antes que a sus partidos, a evitar el ataque y la confrontación.
Tras entonar el Himno de Puebla, la presidenta de la Mesa Directiva dio por terminada la sesión solemne y se tomó la foto del recuerdo. Una vez que se apagaron las cámaras, ya fuera de cuadro, sus compañeras legisladoras la cobijaron en felicitaciones por su cumpleaños y por unos minutos se perdió la seriedad para dar paso a las conocidas “mañanitas” y poder robarle un pequeño gesto de normalidad a la pandemia, sólo para dar y recibir un abrazo fraterno que pudiera llevarse en este día.
Fotos: Humberto Aguirre/El Ciudadano
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