El Parque Cultural de Valparaíso “Ex Cárcel” vive momentos decisivos

La falsa afirmación contenida en una nota de La Tercera (de 20 de marzo) donde se afirmó que la ministra de Cultura Claudia Barattini habría ratificado en su cargo como director general del Parque Cultural de Valparaíso “Ex Cárcel” a Justo Pastor Mellado, prendió las alertas entre los miembros del tejido cultural porteño.

Por Francisco

09/04/2014

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foto conclave

Especialmente preocupados quedaron aquellos vinculados a las históricas organizaciones que dieron vida a este emblemático proyecto. Y no es para menos. Por tres años estos esperaron que se acabara el Gobierno del derechista Sebastián Piñera que fue quien instaló al curador Mellado como director general del Parque Cultural, en decisión que fue ratificada por el directorio en el que la derecha contaba con mayoría.

Justo Mellado expresó en diciembre de 2011 en una reunión del recién constituido directorio del Parque Cultural que “las organizaciones históricas de la Ex Cárcel no tienen el estándar de calidad necesario para ser parte del nuevo Parque Cultural de Valparaíso”. Así no más: el recién llegado quería marginar de un sopetón a quienes habían hecho el trabajo sucio y duro; y él, el elegido, el dedo gordo, el iluminado, determinaba que los “andrajosos” artistas no eran merecedores del privilegio de su propia obra.

Afortunadamente esta afirmación fue categóricamente rechazada por el vocero de la Corporación Parque Cultural ex Cárcel Francisco Marín quien in situ exigió respeto por los trabajadores culturales de la ex Cárcel y que se reservara un espacio en la programación del Parque a las organizaciones por él representadas.

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Fue así, peleando, como estas organizaciones pudieron entrar y ser parte de la programación de apertura de la nueva ex Cárcel. Las actividades introducidas por estos a la programación fueron el Encuentro de Teatro Porteño Independiente y el festival internacional de espectáculos de calle Invasión Callejera, que fueron todo un éxito de público y de calidad artística.

Pero las organizaciones históricas de la ex Cárcel y muchas otras nunca más fueron consultadas respecto de la programación. Ni siquiera el directorio del Parque lo ha sido.

La gestión de Mellado no es resultado de un proceso participativo ni obedece a la línea de gestión elaborada durante 15 meses de trabajo -entre diciembre de 2008 y marzo de 2010- entre las organizaciones de la ex Cárcel y otros entes ciudadanos, artísticos y de derechos humanos, en mesa que fue presidida por la entonces ministra de Cultura Paulina Urrutia.

Mellado abolió lo acordado y redactó solus ipse su línea editorial y su línea programática. No por nada fue el rostro del piñerismo cultural.

Algo de historia

La concreción de este Parque Cultural –nacido en abril de 2000- es quizás el más importante logro de los trabajadores culturales chilenos. Fueron artistas, gestores, jóvenes soñadores quienes produjeron el milagro: convirtieron un lugar que había sido de encierro y dolor en un espacio público, abierto a la creación espontánea y libre. Brotó el color y la alegría en una alquimia de inenarrable belleza. Llegaron los niños a jugar sobre un espacio de la memoria, donde está el edificio más antiguo de la ciudad: el polvorín colonial y que está flanqueado por los cementerios laicos más antiguos del país.

Ellos, los humildes, los sencillos, los amantes del arte y la cultura popular, fueron los gestores principales de este “parque cultural de los pueblos”, como lo denominaron sus impulsores en el majestuoso cónclave de artistas y ciudadanos de 6 de junio de 2009. (Ver https://www.youtube.com/watch?v=yPehET_XB6Q )

Liderados por la Corporación Parque Cultural ex Cárcel, ese tejido cultural consiguió bajar el proyecto de Inmobiliaria Novaterra (2002-2003) e hizo lo propio con el proyecto Niemeyer (2007-8), promovido por el alcalde Aldo Cornejo.

Y una vez que Cornejo perdió las municipales de octubre de 2008 y murió definitivamente el proyecto Niemeyer, estas organizaciones –mostrando toda su madurez- construyeron en forma conjunta con el Gobierno –liderado ahora por la ministra Urrutia- las bases del Concurso Nacional de Arquitectura Parque Cultural de Valparaíso. Este terminó siendo el más participativo de todos los concursos nacionales realizados en su historia por el MOP.

Este concurso fue jurado en marzo de 2009 y el proyecto ganador –perteneciente a un grupo de arquitectos de la PUC- fue el que finalmente se construyó. En aquel certamen de arquitectura fue miembro del jurado –en representación de las organizaciones de la sociedad civil de Valparaíso- Marín, el dirigente de la Ex Cárcel que actualmente representa en el directorio del Parque Cultural a las organizaciones históricas de este proceso.

¿Qué es lo que viene?

Los cuatro representantes del Gobierno de Piñera ya hicieron abandono del directorio del Parque Cultural. El actual gobierno ya designó a sus nuevos directores cuyas identidades pronto se harán públicas. Estos, sumados a los representantes ciudadanos, deberán decidir respecto de la continuidad o no de Justo Mellado y de la directora ejecutiva Catalina Gatica.

Lo que las organizaciones de antiguos ocupantes postulan es que se retome el proyecto original de la ex Cárcel, esto es: la construcción conjunta entre Estado y Ciudadanía de un proyecto cultural.

Para que esto se concrete no basta con que las organizaciones de base tengan un tercio de los miembros del directorio –como ocurre ahora- sino que es necesario que uno de los puestos ejecutivos del Parque Cultural (director general o director ejecutivo) sea elegido por los trabajadores culturales porteños, en forma amplia y participativa.

Un párrafo de la línea editorial acordada en marzo de 2010 expresa muy bien la visión de Parque Cultural que las organizaciones quieren retomar:

“El Parque Cultural de Valparaíso (PC de V) es un espacio con vocación de convocatoria amplia, sin ningún tipo de exclusión, donde se combina  naturalmente la expresión formativa e inicial de la actividad artística, con aquella que es desarrollada como vocación de vida y  por tanto propende al perfeccionamiento y a la especialización. Es entonces un lugar donde no tiene cabida la censura  ni  el prejuicio, donde se promueve la diversidad y la fraternidad, en que los creadores tienen plena libertad para desarrollar su actividad artística y cultural. En consecuencia el PCV debe constituirse en la expresión más cercana y concreta del derecho a la cultura que tienen todos los ciudadanos, haciéndolos parte e  instándolos a  ser protagonistas de su  desarrollo”.

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