Empleadas particulares: Discriminación más allá del uniforme

Reivindicar: Reclamar algo a lo que se cree tener derecho

Reivindicar: Reclamar algo a lo que se cree tener derecho. Eso es lo que hicieron las trabajadoras domésticas luego de evidenciar públicamente un nuevo trato de discriminación y clasismo, esta vez, por parte del Club de Golf Las Brisas de Chicureo. La comunidad -en una carta- recordó a sus socios que “debido al aumento de niñeras en el sector piscina”, estas deben vestir siempre su uniforme para que se les identifique como tales cuando acompañen a los niños.

Este episodio se suma al ocurrido a principio de año cuando se dio a conocer la fotografía de una trabajadora de casa particular que -evocando a la esclavitud, propio de tiempos de la colonia- sujetaba un quitasol para proteger a una mujer que descansaba en Concón.

El rechazo de parte de la ciudadanía hacia este tipo de conductas discriminatorias no pasó inadvertido. Cientos de personas criticaron duramente al establecimiento y a los miembros del círculo de golf en las redes sociales virtuales. El Sindicato de Trabajadoras de Casa Particular de Chile (Sintracap), presentó un recurso de protección en la Corte de Apelaciones de Santiago y la Asociación Nacional de Empleadas de Casa Particular (Sindutcap), acordaron, por su parte, reunirse el próximo domingo 15 de enero en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) para discutir acerca de mejoras en las condiciones laborales y los actos de discriminación a las que son sometidas. A esto se suma que el diputado Tucapel Jiménez (Partido por la Democracia, PPD) pidió a la Ministra del Trabajo, Evelyn Matthei que ponga urgencia al proyecto de ley que prohíbe el uso de uniformes a trabajadoras de casa particular en lugares públicos.

La presidenta de la Sindutcap, Emilia Solís, aclaró que no hay que dejarse llevar solamente por el caso reciente, ya que este solo refleja “una cosa pequeña” comparado a todas las humillaciones que deben soportar en su trabajo.

“El tema no es el uniforme -sostuvo-, sino las excesivas horas de trabajos; que no se respeten los feriados; que uno no tiene tiempo ni de comer y termina trabajando hasta las 11 de la noche (…) el otro día una niña -colega- me llamó llorando, me dijo que tuvo que salir escondida a buscar un pedazo de pan porque no tenía para comer, no le habían dejado nada para comer”, relató Solís.

Palabras que complementa el estudiante de Pedagogía en Historia de la Universidad de la Frontera, Diego Vrsalovic -hijo de una asesora del hogar- con una carta que envió al Club de Golf Las Brisas, expresando su malestar por el trato injusto que reciben tantas empleadas de casas particulares como lo es su madre:

“Cómo es que las nanas, esas nobles y abnegadas trabajadoras, son miradas en una categoría inferior por la condición laboral con la que conviven desde hace siglos. Pensé, por un minuto, que esta realidad había cambiado, pero en realidad no es así. Quiero arrogarme en esta oportunidad el representar a muchas nanas y familias de tales que no tienen voz: Soy orgulloso hijo de una y no podía quedarme callado. Menos imaginándome a mi madre que, ante la falta evidente de dinero, estuvo a un paso de trabajar para gente como ustedes”, señala Vrsalovic en su carta.

 

“EXISTE UNA CONCIENCIA MAYOR”

Para el sociólogo Manuel Antonio Garretón, existe una “mayor conciencia” por parte de la población que ha ido en aumento en respuesta a los altos y evidentes niveles de segregación que existen en Chile y que van en aumento. “Las cosas que antes se habrían aceptado, hoy se rechazan, esto se viene dando desde la dictadura en adelante (…) a mi juicio -agregó- esa idea elitista es cada vez más rechazada”. Garretón explicó, además, que las demandas mapuche que se han sostenido en el último tiempo, también han ayudado a generar mayor consciencia y rechazo a la discriminación.

En el escenario de este reclamo, en la medida que una sociedad tenga conciencia del poder que puede tener una protesta justa, organizada y con la debida resonancia mediática, también se generan las condiciones para una transformación posible.

Hace un año, en medio de una sociedad adormecida, es posible que ni siquiera se hubiera escuchado este reclamo. Hoy, luego de la huelga de hambre mapuche, después de las movilizaciones estudiantiles, existe la percepción de que sí sirve protestar y levantar la voz en contra de situaciones injustas y discriminatorias como las que protagonizó el Club de Golf Las Brisas.

Por Esteban Acuña Venegas

El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones