Acusan falta de información y representatividad

La resistencia en Isla de Pascua a proyecto de parque marino: «Es una manipulación, jamás el pueblo Rapa Nui lo ha solicitado”

“Se están utilizando las consultas para violar los derechos de los pueblos indígenas más que para protegerlos", acusa el representante ante la Conadi, Rafael Tuki Tepano.

Por Gabriel Muñoz

08/06/2017

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Distintos voces se han pronunciado desde Rapa Nui luego de los anuncios presidenciales del pasado 1 de junio, principalmente por la idea de reflotar el proyecto de un parque marino en Isla de Pascua.

“Se están utilizando las consultas para violar los derechos de los pueblos indígenas más que para protegerlos. El pueblo jamás pidió una figura de protección ni parque marino. Nosotros queremos una ley especial que reconozca que el mar es del pueblo Rapa Nui y será protegido”, indicó el representante del pueblo Rapa Nui ante la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), Rafael Tuki Tepano.

Anuncios versus voluntades

«Tanto con los parques marinos como los parques terrestres estamos cimentando las posibilidades de éxito en reducir nuestras emisiones de CO2, tal como comprometimos ante el mundo con la firma en París del Acuerdo de Cambio Climático. Con su ratificación por el Congreso a principios de este año, Chile asume una serie de compromisos climáticos, entre ellos la reducción de sus emisiones contaminantes en un 30% al año 2030 y una importante reforestación. Enfrentados al mayor desafío ambiental que tiene hoy la humanidad, nuestro país decidió ser parte de la solución», destacó la presidenta Bachelet en su cuenta pública del pasado 1 de junio en Valparaíso.

Sin embargo, las y los habitantes del territorio insular expresan desconocer las razones de estos anuncios. Es más, acusan que una gran cantidad del pueblo Rapa Nui no quiere el parque. Se desconfía de las declaraciones de áreas de reserva o de protección.

“Chile económicamente no es un país que sustente un parque marino, porque no puede solventarlo. Si se pusieran embarcaciones que vigilen la sumatoria de las millas entre las islas Sala y Gómez e Isla de Pascua -la extensión completa- estaríamos bien. Se crearía una piscina abundante donde se criarían los peces, se ayudaría a generar más vida en el Pacífico», señala un habitante quien además añade que -por el contrario- «hoy sólo hay depredación: 40 embarcaciones se han encontrado fuera de las millas, esperando cazar a los peces”.

El mar que rodea a la insigne tierra de moais e idílicas playas corresponde al triángulo polinésico. Es decir, ni siquiera corresponde a las 200 millas denominadas como zona exclusiva de los pascuenses. A juicio de los habitantes de Rapa Nui, existe una civilización que se llama polinésica, compuesta por ellos y los territorios de los hoy llamados Hawai y Nueva Zelanda, cuyos pueblos están peleando porque se les reconozca como un sólo territorio. Teniendo claro que los polinésicos consideran a esto como su mar, Chile tampoco tendría asegurado que el mar que rodea esta isla sea chileno.

“Hay que entender que esto es un compromiso internacional del canciller (Heraldo) Muñoz. Las zonas parques son transados internacionalmente como áreas de bono verde. No me extraña que esté dentro de los acuerdos de París, en torno al cambio climático. Esta es la solución desde Chile para el cambio climático. Es toda una manipulación, jamás el pueblo Rapa Nui ha solicitado un parque marino”, señaló el consejero ante la CONADI, Rafael Tuki Tepano.

Dificultades de la realidad

“Nos demoramos un día en barco para llegar a Sala y Gómez, cinco para llegar a Juan Fernández. Nuestros pescadores dicen que han visto barcos a 80 millas de la isla, pero ¿qué pueden hacer? ¿Avisar a Chile continental? Un avión demora 5 horas en llegar a la isla, un barco demora 6 días en llegar. ¿O usamos la lancha Tokerau, que es solamente para salvataje? Lo que pesca un pescador en 10 años, lo pesca en un día un pesquero. Son ellos los que exterminan las especies”, cuestiona una residente de Isla de Pascua.

Bajo el gobierno de Sebastián Piñera se creó el Parque Marino Motu Motiro Hiva, entre la isla Juan Fernández y las también llamadas Sala y Gómez. Al intentar generar el mismo proceso en Rapa Nui, chocaron con la voluntad de las y los isleños. El convenio Nº169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su artículo Nº 67, obliga al Estado a que hayan instancias para validar los procesos antes de cumplir los compromisos internacionales. Por ello se hizo un cabildo que intentó entregar los resultados como un acuerdo donde el pueblo pedía la protección de su mar. “Trataron de manipular a la comunidad. Iban a declarar el parque el año pasado en un encuentro en Viña del Mar. Gracias a nuestra intervención no se logró”, señala Tuki Tepano.

El dirigente no se guarda opinión alguna y agrega que “la zona exclusiva económica del país debe estar protegida y es mentira. O simplemente son ellos mismos que venden sus cuotas a empresas pirata. Con la legislación actual se puede proteger de la pesca ilegal, si esa es su preocupación».

Sin embargo, pone en cuestión que este sea efectivamente el interés de la autoridad.  «Me extraña que la contaminación que viene desde Fukushima, que contamina todo el océano Pacífico hasta la costas de Chile, no haya generado ninguna preocupación al Ministerio de Medio Ambiente. Los peces tienen radiación nuclear. La idea de protección del mar no es más que una excusa”, apunta.

Consultas impuestas

El pueblo Rapa Nui declara que el mar es suyo. Su territorio es un maritorio, es decir, que no se entiende a la isla y al mar como si fueran una cosa aparte; es un todo. Lo que ha pedido, entonces, es que se reconozca que el maritorio es de ellos. De esta forma, la tricontinentalidad no es tan clara como se plantea. Y como se debe considerar a los 36 honui o clanes, que son las organizaciones representadas en cada familia -que, a su vez, entregan la potestad y escogen un representante en una cúpula mayor-, sus habitantes están creando la organización nación Rapa Nui para ir al Comité Especial de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y exponer sus anhelos de libre asociación, al igual como fue redactado en el tratado de 1888, entre el rey Atamu Tekena y Estado de Chile.

Algunos voceros del pueblo no quieren la independencia, pero sí administrar su territorio. Eso les da la posibilidad de crear propias leyes, a juicio de sus habitantes, la única herramienta para salvarse del «genocidio silencioso» que están viviendo. No obstante, estas ideas chocan con los intereses foráneos.

Desde la oficialidad, se  conformó una mesa técnica de recursos naturales -llamada Mesa del Mar- donde concurren pescadores conscientes de que la isla está siendo depredada; los representantes de las familias originales de la isla; la organización Ma’u Henua (el nuevo administrador del Parque Nacional Rapa Nui, que también está viendo la posibilidad de administrar el mar ), y representantes de una ONG llamada PEW. No obstante, sus decisiones no son taxativas: deben exponerlas ante el honui.

Según Rafael Tuki, el ex alcalde configuró la Mesa del Mar gracias a acuerdos con la ONG estadounidense PEW para trabajar el parque marino. “El ejercicio que se ha hecho es dejar que organizaciones sociales, que componen la Mesa del Mar, elijan entre un área de reserva marina o un parque. Para ello, tienen distintas formas de difundir, con talleres en los colegios, en los jardines infantiles, por radio, por televisión. Pero la posición de PEW no es relevante para los honui porque no es el pueblo Rapa Nui, ni su opinión ni su alternativa”, señala uno de las 36 voceras de los clanes existentes en la isla .

“La Mesa del Mar está invalidada y me preocupa que en un proceso de consulta se diga que el mar pertenece al Estado de Chile. Participó el sindicato de pescadores, pero eso no tiene nada que ver con los derechos de las organizaciones, se tiene que consultar a los propietarios del territorio. No se puede suplantar ni hacerlo pasar como una mesa Rapa Nui. Estos son procesos de asimilación que utilizan las consultas para sus fines, siendo que son para el proceso de autodeterminación de los pueblos”, denuncia, por su parte, el consejero CONADI.

El factor conectividad

Los dilemas que existen frente a las definiciones de parque marino tornan a las opiniones cada día más polarizadas. Con respecto a ello, la ley chilena dice tajantemente no tocar (artículo 3, letra d, Ley General de Pesca y Acuicultura). Es decir, no podrá efectuarse ningún tipo de actividad, ya sea por alguna embarcación propia de los Rapa Nui o  alguna expedición científica sin autorización del Ministerio del Medio Ambiente.

A ello se suma que la organización Ma’u Henua informó que existe una propuesta de Estados Unidos y China para poder ingresar fibra óptica por los 166 km2 de tierra de la isla. Por su ubicación, sería una estación. Pero su imposición acarrearía un sinnúmero de problemas, sobre todo contra quienes buscan preservar y conservar el legado cultural de sus ancestros.

Tomando en cuenta la legislación vigente- como la establecida para el Parque Marino Motu Motiro Hiva– no se permitiría que se instalara la fibra óptica. Sin embargo, la última palabra no está dicha. Bajo el pretexto de mejorar las comunicaciones, generando cambios tanto en precios como en la calidad de acceso a Internet, y debido a que existen grandes intereses económicos en juego -hay dos cables de fibra óptica que unen Chile con Estados Unidos y ya existe un preacuerdo con la transnacional china Huawei para el tercero-, los planes de conservación y resguardo podrían mutar.

No obstante, la mayoría de los habitantes del ombligo del mundo abogan por proteger su maritorio, para que sus descendientes conozcan la herencia que han recibido. Preservar es el concepto. Y la última palabra la tiene el pueblo.

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