Latinoamérica

Los medios hegemónicos en Latinoamérica: el aprovechamiento o la demonización de la protesta social

Con la convivencia de gobiernos neoliberales y populistas en el continente, la postura de los medios hegemónicos con respecto a la protesta social queda en evidencia. Según el país y el reclamo, las movilizaciones ciudadanas pueden ser denominadas como una "jornada histórica" o una "movilización desestabilizante". En esa misma dirección, los manifestantes pasan de ser héroes de la democracia o personas llevadas a cambio de dinero o planes sociales.

Gustavo Yuste (Foto: Daniel Mordzinski)

Latinoamérica vive tiempos convulsos. Con la llegada de gobiernos de corte neoliberal en sus principales potencias (Brasil y Argentina), el continente vive un giro a la derecha que se ve contrastado con lo que sucede en países como Bolivia o Ecuador con la reciente victoria del movimiento encabezado por Rafael Correa. Hay quienes hablan de un «fin de ciclo» y otros que se muestran mucho menos alarmistas con respecto al futuro del progresismo en el continente.

Ante este escenario, el rol de los medios de comunicación hegemónicos ha empezado a quedar (aún más) en evidencia ante las masivas movilizaciones que se llevan a cabo en toda la región, siendo el caso de las protestas por la suspensión de la enmienda constitucional en Paraguay el caso más cercano. Dependiendo el país o los reclamos que movilicen a las masas, la protesta social puede ser endiosada o demonizada por los grandes medios.

En esa dirección, no es novedoso que cuando se trate de marchas a favor de un gobierno populista o progresista, los medios empiecen a machacar con la idea de personas llevadas a las movilizaciones como si fueran ganado. Muchas veces se refuerza la idea del dinero dado a cambio o la presión de punteros políticos para que todos asistan. Así, el conflicto por el que la protesta tuvo lugar, queda en un segundo plano.  Ajustes contra los sectores más desfavorecidos, aumento de tarifas, despidos y pérdida del poder adquisitivo son ocultados de la agenda mediática para hablar de masas que no tienen ningún pensamiento propio.

A esa estrategia, ahora se ha sumado la de llamar de «desestabilizadora» a las marchas en contra de un gobierno neoliberal. El caso de Macri en Argentina es quizás uno de los más obvios, donde tras un mes de marzo marcado por la protesta social, solo se hacía hincapié en «cuidar la democracia» y los intereses de la oposición de que el gobierno del empresario devenido en político terminara antes del año 2019. Las movilizaciones eran mostradas como grupos de piqueteros que eran acarriados por partidos políticos a cambio de dinero, comida y planes sociales. Nunca como gente que no tenía trabajo o reclamaba una mejora salarial digna.

El colmo de este accionar fue durante la marcha por el Día de la Memoria en Argentina, la cual tiene lugar todos los 24 de marzo para recordar el inicio de la última dictadura cívico militar que tuvo lugar en el país. Allí, los diarios más importantes, junto a portales web  y programas de radio y televisión hicieron foco en un manifestante que se acercó con un helicóptero de cartón a la marcha.

El particular objeto hacía referencia al año 2001, cuando el gobierno de Fernando De la Rúa abandonaba la Casa de Gobierno en helicóptero tras dejar a la Argentina en la peor crisis económica y política de su historia. Esa consigna, totalmente ajena a la organización central del acto (a cargo de los organismos de Derechos Humanos) y que nació de un grupo muy minúsculo de manifestantes, tomó un lugar desproporcionado en los grandes medios de Argentina. De esa manera, se ocultó el reclamo por continuar con los juicios a los torturadores, cómplices civiles y la búsqueda de los casi 400 bebés apropiados durante el golpe. Tampoco se habló de los más de 760 militares presos por crímenes de lesa humanidad desde la reapertura de los juicios.

Como contraposición a ello, el pasado sábado 1 de abril tuvo lugar una movilización a favor de Macri, la cual se llamó «Marcha por la Democracia». La concentración de gente, aparentemente voluntaria, fue puesta en contraposición con los reclamos sociales que tuvieron lugar en las semanas anteriores, destacando la «calidad» de la movilización social a favor del presidente argentino. El propio Macri grabó un video en redes sociales donde destaca a quienes fueron «sin colectivos ni choripanes», para así distinguir a estos manifestantes de los otros.

Movilizaciones en países como Venezuela, Ecuador y Brasil también sufren la misma suerte. Miles y miles de personas son llevadas de las «narices» por Maduro, Correa o Lula respectivamente. En cambio, cuando la movilización viene de la derecha, no existe ninguna organización partidaria ni recursos económicos para el funcionamiento de la marcha. Todos los presentes parecen ser «gente trabajadora» con los recursos necesarios para asistir, ganados con el sudor de su frente y no como los pobres del continente, que parecieran elegir vivir mal antes que trabajar.

La manipulación mediática y la creación de sentido común no hace más que generar fanatismos y grietas en los pueblos latinoamericanos que terminan combatiendo entre sí antes que mirar a los verdaderos responsables de la condición social de millones compatriotas. Es trabajo de los comunicadores sociales y los medios alternativos ayudar a desterrar estos prejuicios en búsqueda de información transparente y ejercicio crítico.

Por Gustavo Yuste
@gusyuste

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