Municipio de Santiago / El ciego que no quiere ver (primera entrega)

Los vendedores ambulantes/discapacitados del centro de Santiago están en huelga hace ya 15 días por una situación que es, por un lado vergonzosa y, por otro, injusta. No tienen permisos para trabajar y han sido retirados del lugar que han ocupado por años. El municipio, si bien realizó un proceso de regulación y de postulaciones para ocupar los espacios, omitió algo que, a mí juicio, es fundamental de considerar a la hora de rediseñar cualquier aspecto urbano-social: la antigüedad de los vendedores y su condición de discapacidad.

Por Arturo Ledezma

11/06/2014

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“Hay una condición peor que la ceguera, y es ver algo que no es.”

Thomas Hardy

 

Cuento conocido

Nadie dice que la regulación es mala, pero el mundo no siempre se construye con formularios y notas de factibilidad. Hay cosas que no se solucionan con un decreto o con una ordenanza municipal. En el caso de los puestos que la municipalidad ha dispuesto para desarrollar el comercio ambulante de la comuna de Santiago se pasó por alto la historia misma de la ciudad y se dejó en la calle a la gente que ha trabajado toda una vida en ella. La alcaldesa Carolina Tohá no ha sabido dar respuesta a las peticiones de los más de cuarenta trabajadores que han sido despojados de su posibilidad de trabajo y, además, no ha ofrecido solución a las personas que se han tenido que montar en huelga frente al municipio exigiendo una solución.

Hasta el momento del cierre de esta nota no hemos tenido respuesta por parte de la alcaldía y, salvo escuetas palabras de algún funcionario, todo parece indicar que la técnica de resolución se reduce a esperar que la lluvia y el frío hagan la tarea de quitar de encima a los ciegos y cojos (perdónenme las palabras) que están tapados con un nylon esperando a que les den un tiempo o al menos una solución real.

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Antenas de tele, pinches, gorros de lana, lentes de sol

Yo he caminado toda la vida por el centro. Y durante toda la vida he sabido que los ciegos venden antenas para la tele y cuando se me rompía las partìa a comprar ahí. Si se me pierden los anteojos los compro en ahumada y si me quiero hacer unas papas fritas corte americano compro el cortapapas afuera del banco Estado. Eso lo sabe cualquier persona que haya vivido en esta ciudad por más de un año. Sin embargo, ni la alcaldesa ni los empingorotados funcionarios del municipio parecen saberlo (quizá nunca han cortado papas o usado antena). Al menos no han sabido darle importancia al hecho de que, más allá de que a los vendedores les falte la vista o las piernas, ellos son parte fundante de una ciudad capital llena de smog y de cafeterías, pero falta de memoria y corazón.

Los ambulantes no están pidiendo nada gratis, eso hay que dejarlo en claro. Por el contrario, reclaman por un derecho y por un sistema de patentes que los incluya y los vea. Pues paradógicamente los que tienen los ojos buenos han sido los que pasaron por alto que hay gente que lleva 20, 30 y hasta 50 años trabajando en la comuna y eso, más que un dato urbanístico es un fenómeno social. Ya que cuando una persona pasa la mayor parte de su vida en una comuna no importa en donde duerme o donde apunta su residencia, pues es parte también del lugar en el que trabaja y se merece incluso un respeto mayor, una consideración mayor, a la hora de tomar decisiones respecto del espacio social del que forma parte.

Imaginario social / identidad cultural

Yo no quiero empezar a gritar injustamente en contra de la alcaldesa y de la gente del municipio. Me cae bien Tohá. Pero me parece impresentable que una comuna establezca sus políticas públicas sin tomar en cuenta su identidad cultural. En el caso de los ambulantes de Santiago Centro no estamos hablando de un caso nuevo o de personas que llegaron hace dos semanas a vender super8, sino que nos referimos a tipos y tipas que han pasado una vida entera en la comuna y han visto el paso de los alcaldes, han luchado con los pacos en la peor pieza de nuestra historia y han sabido hacer sus vidas y criar a sus familias con el sueldo que les provee la gente que les compra al pasar las innumerables cosas que han vendido siempre. Por lo tanto no hay postulación que valga cuando se omite de la ecuación a las mismas personas que en tiempos de campaña electoral se las abraza con fervor y se posa para la foto que saldrá en los mismos medios que hoy día han desaparecido de la suma como siempre lo hacen cuando la noticia no involucra semáforos rotos o tetas al aire.

Lluvia, frío, mundial de fútbol

Los vendedores tienen tres cosas en contra (aparte del municipio) que son: la lluvia que les ha tocado soportar y con ella el frío que todos hemos sentido desde nuestras casas, pero que han tenido que aguantar con frazadas húmedas y té con limón. A eso tenemos que sumarle la obvia y nula presencia de los medios que no han querido darles minutos en sus noticieros porque, claramente, son muy pobres y muy poco importantes como para quitarle minutos a noticias tan relevantes como la exnovia de Pinilla o las zapatillas personalizadas de Gary Medel. Esto último se va a acentuar mañana cuando empiece el mundial y nadie tenga tiempo de preocuparse de un grupo de personas que duermen bajo la lluvia. Seguramente el municipio limpiará la pantalla gigante para que la atención se vaya a los goles de la selección y nadie tenga tiempo de mirar a los tipos que se están muriendo de frío frente al antiguo y mal ponderado edificio del cabildo.

Pregunta estúpida aprovechando el espíritu mundialero: ¿Si hacemos una pichanga entre los ciegos y los cojos la alcaldesa saldrá a mirar por la ventana?

Primera entrega / primer tiempo

Por ahora me quedo con este avance de lo que ocurre a los ambulantes del centro y los invito a preguntar, a pasar por ahí y dejarles quizá una moneda para la olla común.

No hay nada concluyente en esta historia excepto la típica y conocida cantaleta de siempre entre autoridades y los problemas sociales que se arreglan mejor con agua (quizá el guanaco es una metáfora de la lluvia). Supuestamente tienen que haber soluciones en lo que corre esta semana, espero que así sea, sin embargo, independiente de cualquier respuesta que pueda dar la alcaldesa, les dejo la siguiente pregunta: ¿es necesario que la gente tenga que hacer huelgas bajo la lluvia para que un alcalde escuche y mire?.

Tengo todas las ganas de escribir el final alegre de esta historia y me gustaría escribirla pronto. Carolina Tohá, tú que puedes mirar, pues mira, al frente de tu oficina hay gente que te quiere decir algo. Para estar ad-hoc con la tendencia digamos que la pelota está en tu lado de la cancha.

Artículo y fotos: Arturo LedeZma @arturoledezma

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