Súperclasico del fútbol chileno: Cuando el deporte y la pasión se utilizan para dividir

Hoy, las hinchadas tienen el desafío de contrarrestar la nefasta influencia mediática y social del discurso dominante y hegemónico: uno para el que la violencia y división de los pueblos resulta funcional, bajo cualquier excusa. Y el amor por la camiseta es sólo es una más.

Por Vanessa Vargas

01/10/2016

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hinchasUcc

Durante el próximo domingo, al mediodía, se vivirá la edición 181 del Superclásico del fútbol chileno, que enfrenta a Universidad de Chile y Colo-Colo. Ambos clubes llegan al encuentro viviendo un momento deportivo complejo: mientras el cuadro azul comienza a dar sus primeros pasos de la mano de los resultados junto al recién ingresado cuerpo técnico -integrado por Víctor Hugo Castañeda, Luis Musrri y Cristián Castañeda-, Colo-Colo avanza a tropezones hacia sus objetivos junto al DT Pablo Guede.

Actualmente, ninguno de los dos equipos lidera la tabla de posiciones ni el protagonismo futbolístico, pero -obviando el centralismo que cada fin de semana se hace sentir también en el deporte rey chileno- el del domingo es un partido lleno de tensión y rivalidad, un encuentro funcional a los intereses de la prensa, que ya se frota las manos ante las innumerables polémicas que servirán para multiplicar los clics y vender numerosas portadas durante el lunes.

Esta semana, siguiendo la vieja lógica de «calentar el clásico», diversos medios de comunicación deportivos han reproducido material que sólo pareciera tener por objetivo encender aún más los ánimos y las discusiones entre hinchas ad portas del partido. Notas de contenido infantil y otras de dirección más preocupante que poco aportan a la superación de la enemistad profunda, exagerada y a veces irracional entre hinchadas rivales.

Si hace unos días la noticia de medios como Cooperativa, El Gráfico y CHV, entre otros, destacó la insignia de Colo-Colo como una de las mejores del mundo, pocos días después la novedad de las mismas tribunas noticias apuntaron a un listado de un medio inglés llamado FourFourTwo, que señaló al escudo de la Universidad de Chile como uno de los más «feos del mundo». Una comparación dudosa, infantil e intencionada, que además se replicó como pan caliente entre los sitios chilenos, motivados por la fiebre del clic que fomentan las redes sociales y, por el deseo de avivar la cueca entre archirrivales.

Una intención que llega mucho más lejos durante este viernes, cuando los medios replican un video que muestra al ex sicario de Pablo Escobar, Jhon Jairo Vásquez, más conocido como «Popeye», lanzándo un mensaje a favor de Colo-Colo tras un encuentro con el ex barrista -declarador admirador de Pinochet- «Pancho Malo». En el mismo tono de las «informaciones» acerca de los escudos, la noticia fue difundida casi con un tono humorístico, sin advertir la profunda provocación a la violencia que implica viralizar el video de un criminal llamando a uno de los equipos a ganar en este contexto.

Durante estos días, al calor de la obsesión de la prensa por «calentar el clásico», también se dieron a conocer otras informaciones, esta vez de carácter relevante: un hincha de Colo-Colo recibió un disparo en la cabeza, cuando se trasladaba en un bus del Transantiago. El hecho ocurrió luego del partido del martes entre el Cacique y Huachipato, debido de que el chofer no abrió las puertas a otro grupo de hinchas al no tener espacio en la máquina.

Además del lanzamiento de objetos contundentes, se registraron disparos. En el lugar también estaban presentes un grupo de hinchas de la Universidad de Chile, pero aún se desconoce quiénes fueron los autores del ataque. Mientras, el joven de 18 años permanece en el Hospital Barros Luco en riesgo vital. Pero eso no fue todo: casi en el mismo día, un hincha de la U fue apuñalado dos veces por un fanático del equipo rival, con un poco más de «suerte»: hoy se recupera fuera de peligro.

EL DESAFÍO DE LAS HINCHADAS

Insignias-Colo-Colo-Universidad-de-Chile-620x330Casi como una tradición insana a la que parecemos habernos acostumbrado, el súperclasico del fútbol chileno se realiza cada torneo bajo estos mismos códigos. Y así, también, se suman año a año las víctimas fatales de los enfrentamientos que hipócritamente condenarán después los medios de comunicación. Nadie se hace cargo de la provocación previa y parece no importarles, porque la mayoría de esos hinchas pertenecen a un grupo que implícitamente la sociedad ha apuntado como «delincuentes».

Lógicas de festín y violencia simbólica se escudan, por estos días, en el supuesto folclore del fútbol. Una de sus expresiones se construye en el lenguaje mismo que algunos hinchas defienden, pese a la utilización de apodos de innecesaria y evidente denostación del género femenino: «Madres, monjas y zorras», son los epítetos ya naturalizados con los que los fanáticos -incluso mujeres- ofenden y agreden al equipo rival. Símbolos de sexismo futbolero que además no dan cuenta de la integración de las mujeres a la escena del fútbol, en sus diversas áreas, pero principalmente como hinchas.

El escenario es desalentador para quienes se declaran amantes del deporte rey y no pretenden hacer del juego una excusa para la guerra hacia el archirrival y la violencia. Sobre todo, si ese rival es su vecino, alguien nacido y criado bajo las mismas carencias y pesares que diariamente se hacen sentir en la población. El espectáculo del fútbol, un deporte que nace para poner en valor sobre la cancha el espíritu de lucha y solidaridad de un equipo, parece haber sido trastocado por el mercado para transformarse en una razón más de enemistad entre los pueblos. 

Un escenario que enfrenta a las y los hinchas al desafío de pensarnos también como un elemento de cambio del orden putrefacto en el que nos encontramos. Porque el fútbol es parte de las reivindicaciones del pueblo: y en este sentido fueron pioneras, hace un mes, las organizaciones y corporaciones de fanáticos de diversos clubes del fútbol chileno -incluso miembros de los archirrivales Colo-Colo y Universidad de Chile- que se reunieron en la ANCOH, una experiencia que busca aglutinar el malestar de los seguidores del fútbol hacia un enemigo común: las sociedades anónimas y su proyecto mercantilizante.

Un hecho inédito en la historia de las hinchadas chilenas y que fue totalmente omitido por la cobertura de la mayoría de los medios deportivos, para los que la noticia fue menos relevante que el ranking que un medio inglés realizó sobre las insignias de los clubes chilenos.

Hoy, las hinchadas tienen el desafío de contrarrestar la nefasta influencia mediática y social del discurso dominante y hegemónico: uno para el que la violencia y división de los pueblos resulta funcional, bajo cualquier excusa. Y el amor por la camiseta es sólo es una más. Cada uno verá si acepta que su pasión sea convertida en un motor de enemistad e individualismo que seguirá dando de comer al apetito morboso e irresponsable de la prensa. Cada uno verá, si al final, el odio al otro se vuelve más importante que la fidelidad y el respeto al equipo de sus amores.

Vanessa Vargas Rojas

El Ciudadano

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