Salvador Allende: El legado vigente de un adelantado

Una revisión crítica y analítica a la experiencia socialista encarbnada por Salvador Allende, y el legado que la misma tiene en el mundo del siglo XXI, particularmente, para el proceso del Presidente boliviano evo Morales

Hace un tiempo me contaron una anécdota. La historia pasó en 2003, año en que se conmemoraba los 30 años del Golpe Militar y la muerte del presidente Allende, en una ceremonia organizada por el Partido Socialista. Allí entre todos los oradores, el actor y cineasta Gregory Cohen realizó una perfomance (sin, al parecer, que todos se dieran cuenta inmediata que lo hacía) declamativa, más o menos en el siguiente tono:

“¡Compañeros y compañeras! ¡Nos encontramos esta tarde aquí reunidos, para conmemorar el aniversario número 30 de la valiente y gloriosa defensa que hiciéramos del gobierno popular aquel 11 de septiembre, cuando salimos a las calles a defender el gobierno democrático ante el levantamiento golpista, deteniendo la intentona de las fuerzas armadas y los grupos reaccionarios, cumpliendo nuestro objetivo de preservar la democracia y los progresos revolucionarios en un día que será recordado en la historia! –ante los atónitos asistentes, Cohen pudo continuar un poco más– ¡Es cierto que hubo caídos –héroes–, pero su legado será la continuidad del avance popular para las generaciones venideras, que hoy seguimos profundizando, y el saber, en suma, que murieron combatiendo por una causa que les era propia, por su libertad, por la de las siguientes generaciones, por sus derechos, por su patria y por su gobierno!”

No alcanzó Cohen a avanzar mucho más (insultos y acusaciones de irrespetuoso con los trágicos episodios que ahí se rememoraban lo sacaron, prácticamente, del lugar de exposición), pero la provocación, de alcances más profundos que los aparentes, ya estaba hecha.

EL PROYECTO CHILENO Y LA DEFENSA QUE NO FUE

En efecto, ese mismo partido, que en aquel momento trató de sacrílego al artista provocador, el partido del presidente a la postre mártir, fue, desde dentro, uno de sus principales “opositores”, abogando por la radicalización del proceso, contrariando, inclusive, el propio programa del gobierno popular (“fuego enemigo” le llaman a esto en el mundo militar), y en definitiva, debilitando la propia base en que el mandatario se sustentaba. Ese mismo partido, hoy atestado de lobbystas, renovados, moderados y patrocinadores de los “acuerdos transversales”, entonces promovía, –oficial o extraoficialmente–, junto a otras agrupaciones, la vía armada para avanzar el proceso revolucionario (avanzar sin transar), atentados y la desestabilización, incluso, en la mira de saldar todo con una guerra civil que forzara el triunfo total, rápido e impositivo de un bando, en este caso, el popular[1]. El presidente Allende siempre se opuso a tal fórmula, y, aunque comprendía la naturaleza que alentaba tal mirada en los radicales hombres y mujeres de aquella época y facción, tenía una ruta muy clara e inclusiva para “la vía chilena al socialismo”[2].

Para Salvador Allende, que por otros medios quiere conseguir lo mismo” le escribió en la dedicatoria Ché Guevara al obsequiarle un ejemplar de su Guerra de Guerrillas en la Cuba de 1959. “¿Cómo ordenes? –ironizó el mismo Allende al fragor de los ataques a la moneda aquel 11 de septiembre– ¿no eran ustedes lo que estaban a cargo del aspecto militar?[3] Tal respuesta fue la que le dio a los emisarios del Partido Socialista y el Mir, que llegaron aquella mañana a pedirle instrucciones.

No obstante, el propio Presidente pidió a sus partidarios por radio, y a sus colaboradores (los sin preparación ni armas) personalmente, que no combatieran, que permanecieran en sus casas y trabajos o activaran los operativos de seguridad pensados para una eventualidad así (para el caso de los más comprometidos). No quería el derramamiento de sangre[4], así como tampoco él lo incitó como una condición o fase para llegar a la revolución “con empanadas y vino tinto”. No era la realidad de Chile, decía probablemente con razón.

Sin embargo, lo cierto es que el golpe se efectuó, que no fueron de mucha significación (en términos de proporciones) los actos defensivos del régimen democrático que se hicieron por partidarios de izquierda, y que la represión, “la noche”, el terror y la dictadura, fueron terribles, peor y más larga, quizás, de lo que muchos, de distintos lados, pensaron …Y el pueblo no defendió al Compañero Presidente, ni el (su) Partido Socialista… Efectivamente los rockets (en definitiva el mismo, pero en el contexto del complot, el ataque, la sublevación y la ilegitimidad del levantamiento) silenciaron “el metal tranquilo de su voz”, y el anhelo de millones de chilenos (en marzo de 1973, ya con una inflación galopante y una crisis política y económica evidente, el 43% de los votos en las elecciones parlamentarias de entonces fue para la UP ¡Aumentando del 36% con que su candidato –Allende– fue electo! “Este es un gobierno de mierda –recordaría Gonzalo Vial que rezaba un cartel en una manifestación durante los últimas días de la Unidad Popular– pero es el mío[5]).

Y, no obstante, ¿tendría en ese contexto sentido las palabras de Gregory Cohen en el acto organizado 30 años después del golpe ante un reenjuagado partido socialista? O ¿sería tan solo una herejía, una bravuconada cómoda –como tantas– en la tranquilidad de una transición insuficiente, pero donde no peligra la vida ante intervenciones como estas?

EL CASO VENEZOLANO: UN GOLPE FRUSTRADO

No queda otra que remitirse al antecedente más cercano del que tenemos noticia, y, aunque sabemos que los hechos en historia son irrepetibles, y que no se trata acá de hacer una aproximación “confractual”[6] a la disciplina, este es el más similar en su contexto: la reacción (no orquestada ni dirigida desde “arriba”) del pueblo venezolano ante la asonada golpista que llegó incluso a apresar al presidente Chávez en 2002 (y que un entonces presidente Ricardo Lagos, otrora adalid de la constitucionalidad y los DD.HH. y ex perseguido por la dictadura, ¡celebró!). La sorprendente reacción de los venezolanos “bolivarianos” fue de tal magnitud que en 48 horas, y con tan solo el ejercicio activo y público de la ciudadanía, derrotó a los sediciosos militares y oligarquía golpista que ya incluso había nombrado a su nuevo presidente (un encumbrado dirigente empresarial, el entonces presidente de Fedecámaras Pedro Carmona –equivalente a la CPC chilena–), volviendo al presidente Chávez al poder y salvando, con sus propias y límpidas manos, la democracia, el estado de derecho y el gobierno democrático.[7] Al menos demuestra una cosa, que hasta entonces, podría mantenerse “objetivamente” como un mito: se pudo, se puede, y en teoría, se podría detener un golpe por la acción decidida, rápida y oportuna de la sociedad civil[8].

Aunque, concedamos también al hecho, el peso y la herencia de la historia. La experiencia del golpe en Chile no solo es conocida, sino también resulta trágicamente emblemática en el mundo entero. Parte de este “crédito” se debe al presidente Allende, que aunque no sobrevivió al golpe y la posterior dictadura y genocidio que le siguieron, en su sublime y cargado de significado sacrificio –y su mismo proyecto político incluso–, dieron un tono especial a la experiencia chilena, a su quimera, a su utopía…[9]

BOLIVIA: LA INQUIETUD DE UN CUADRO QUE SE REPITE

Y sin embargo, la historia continúa, sigue, marcha, y tal como en el deporte, de vez en cuando, ofrece revanchas, oportunidades y desquites, aunque también marca con sinos, reiteraciones y karmas… Los ojos del mundo se han vuelto a Bolivia, en donde, tal como entonces en Chile, ocurre una primera vez, una primera vez que inquieta, exaspera y preocupa a algunos… Por vez primera un indígena llega al poder; peor, un indígena de izquierda, un indígena que tiene una mayoría de adhesión a nivel nacional (del 54% de los sufragios con que resultó electo, creció al 65% en el recién ejecutado referéndum revocatorio)[10], pero cuyo poder solo es letra y papel: la Constitución. Un poder nada ordinario, por el contrario, sostén de la República, la soberanía, la legalidad, la democracia, el estado de derecho, pero que, pese a todo, a veces, es un poder frágil: es el mismo que tuvo Allende, es el mismo que tuvo (y, pueblo mediante, recuperó) Chávez. El mismo Presidente Morales aludió a la figura de Allende para advertir de la situación que acechaba al pueblo y gobierno boliviano hace algunos meses. Pese a todo, el hostigamiento mediático (en casi todo el globo vinculado a la derecha o a progresismos “moderados” –como los mostrados por el ex presidente Lagos, por ejemplo–) no cesa, alentando una polarización sediciosa y orquestada desde grupos de interés que resulta trágica y lamentablemente familiar para los que nos interiorizamos en nuestra historia nacional reciente.[11]

No es lo único similar.

Resultando incapaz de ganar una guerra de ocupación territorial, Washington recurre a la guerra indirecta, la guerra por intermediarios –señala el intelectual belga Michel Collon, recientemente en Bolivia, invitado junto a otras pensadores de la cultura y las ciencias sociales Actualmente, su estrategia es intentar causar una guerra civil en Bolivia. Para eso, las provincias controladas por la derecha y que contienen las grandes propiedades agrícolas vinculadas a las multinacionales así como la mayoría de las reservas de gas y petróleo, estas provincias multiplican las provocaciones para preparar una secesión.

“Personalmente estudiando la acción secreta de las grandes potencias para hacer estallar Yugoslavia, desee llamar la atención de los bolivianos (…)

“Aquí tiene los ingredientes de su acción: 1. Inversiones masivas de la CIA. 2. Un embajador especializado en la desestabilización. 3. Fascistas con experiencia. Con estos ingredientes, puede preparar un golpe de Estado o una guerra civil. O los dos.

Primer ingrediente. Como en Venezuela, la CIA invierte mucho en Bolivia. A través de sus mamparas habituales: USAID, Nacional Endowment for Democracy, Instituto Republicano Internacional, etc. Se subvenciona a las organizaciones de la derecha separatista de forma abundante. El USAID, por ejemplo, financió a Juan Carlos Orenda, consejero del Comité cívico de Santa Cruz de extrema derecha y autor de un plan que preveía la división de esta provincia.

“Pero también de las organizaciones más discretas encargadas de sembrar la confusión y preparar una propaganda anti-Evo. En la universidad San Simón de Cochabamba, la Fundación del Milenio recibió 155.000 dólares para criticar la nacionalización del gas y defender el neoliberalismo. Trece jóvenes dirigentes bolivianos de derecha fueron invitados a seguir formaciones en Washington: 110.000 dólares. En los barrios populares de El Alto, USAID pone en marcha programas para «reducir las tensiones en las zonas propensas a conflictos sociales». Léase: desacreditar la organización social de izquierda.

“En total, se pagaron varios millones de dólares a todas clase de organizaciones, entre las que se contaban grupos estudiantes, periodistas, políticos, magistrados, intelectuales, hombres de negocios. El partido popular español, en torno a José María Aznar, participa en las maniobras.

Segundo ingrediente. ¿De dónde viene Philip Goldberg, el actual embajador de Estados Unidos en Bolivia? De Yugoslavia, donde acumuló una rica experiencia sobre la manera de hacer estallar un país. De 94 a 96, trabajó en Bosnia para el embajador Richard Holbrooke, uno de los estrategas en la desintegración. Luego, fomentó los desordenes en Kosovo y la escisión entre Serbia y Montenegro. Un experto, como se le llama… Y no inactivo.

“Como lo dice el periodista argentino Roberto Bardini: «El 28 de junio pasado fue detenida en el aeropuerto de La Paz la estadounidense Donna Thi, de 20 años y proveniente de Miami, por intentar ingresar con 500 cartuchos calibre 45 que había declarado en la aduana como «queso». En la terminal aérea la esperaba la esposa del coronel James Campbell, jefe del grupo militar de la embajada de Estados Unidos en Bolivia. El representante diplomático norteamericano, Philip Goldberg, intervino inmediatamente para gestionar la libertad de la mujer y declaró que se trataba de «un error inocente». La munición, dijo el funcionario, estaba destinada para «deporte y entrenamiento». En marzo de 2006, otro ciudadano estadounidense, Triston Jay Amero, alias Lestat Claudius, un Californiano de 25 años, portador de quince documentos de identidad diferentes, hizo estallar trescientos kilos de dinamita en dos hoteles de La Paz.

“¿Por qué se exportó a Goldberg de los Balcanes a Bolivia? Para transformar, estoy seguro, este país en una nueva Yugoslavia. El separatismo es un método favorecido por los Estados Unidos para reanudar el control de riquezas naturales o regiones estratégicas cuando los Gobiernos se muestran demasiado independientes, demasiado resistentes a las multinacionales.

Tercer ingrediente. Fascistas con experiencia. En Bolivia, Goldberg sostuvo abiertamente y colaboró con hombres de negocios croatas a la cabeza de la secesión. Especialmente, Branko Marinkovic, miembro de la Federación de los empresarios libres de Santa Cruz (provincia secesionista). Enorme propietario de tierras, Marinkovic extrae también las cuerdas de Transporte de Hidrocarburos Transredes (que trabaja para Shell).[12]

Las analogías con la experiencia chilena de hace 35 años resulta evidente. Valga la pena recordar las subvenciones estadounidense (agencias varias, mediante) al diario El Mercurio, a la Democracia Cristiana, la orquestación del “gambito Frei”, del secuestro al general René Schneider, o el complot a la minería chilena luego de la nacionalización, expresada por ejemplo en la amenaza del embajador Korry, quien advirtía –incluso antes que Allende fuera electo– que “ni un tornillo ni una tuerca” llegaría a Chile como repuesto a la maquinaria de la industria, o la (aún más) indicativa expresión de Richard Nixon, quien se propuso “hacer aullar” la economía chilena.[13]

Y ¿que ha hecho el Presidente Morales en sus ya dos años de mandato? (de esto nuestros medios tampoco nos dicen nada, si notará nuestro atento lector): el mismo Michel Collon lo resumirá así:

Nacionalizó el petróleo y el gas. ¿Quieren saber por qué, en nuestros medios de comunicación, se dice cosas buenas del Presidente colombiano Uribe y malas de Evo Morales? Muy simple. El primero hizo pasar los impuestos sobre las multinacionales de 14% a 0,4%. Para facilitar la instalación de estas multinacionales, sus paramilitares expulsaron de sus tierras cuatro millones de campesinos. El segundo se atrevió a devolver a la nación boliviana las riquezas que le pertenecían a fin de combatir la pobreza.

“Al nacionalizar los hidrocarburos, Evo multiplicó por cinco las rentas del Estado y dedicó los recursos de aliviar los males más urgentes: analfabetismo en una disminución del 80%, vuelta a la escuela de una parte de los niños que trabajaban en la calle, creación de escuelas en las lenguas indias aymara y quechua (veinte mil diplomados), asistencia sanitaria gratuita inmediata para la mitad de los Bolivianos, pensión Dignidad para los mayores de 60 años, crédito a cero por ciento para productos como el maíz, el trigo, la soja y el arroz. Gracias a la ayuda de Venezuela, se ofrecieron seis mil ordenadores, sobre todo a escuelas. Gracias a la ayuda de Cuba, se operó a doscientas sesenta mil personas de los ojos, que en otros países de América Latina, quedarían condenados a la ceguera por ser pobres.

“Además las inversiones públicas aumentaron, permitiendo desarrollar la economía. Bolivia colmó su déficit fiscal, reembolsado la mitad de su deuda exterior (de 5 a 2,2 mil millones de dólares), reconstituyó una pequeña reserva financiera, multiplicando por cuatro el empleo en las minas y la metalurgia, duplicando la producción y las rentas de estas industrias. El PIB industrial pasó de 4,1 a 7,1 mil millones de dólares en tres años. Se distribuyeron mil tractores a campesinos. Se construyeron nuevas carreteras.

En resumen, Agrega Collon Bolivia avanza. No lo bastante rápido, dicen algunos para los que Evo no es bastante duro contra la derecha y los grandes propietarios. Es un debate que debe llevarse entre los que viven allí y pueden apreciar la situación, sus posibilidades, sus peligros. Sabiendo que no basta con decir «Allí tienen que hacer tal o cuál…» para sacar un país de la pobreza y la dependencia. Sabiendo que es necesario tener en cuenta la relación de fuerzas con la derecha que se agita mucho y sabotea. Teniendo en cuenta el ejército (¿Todos sus jefes serán honestos hasta el final?).[14]

El sentido de estos logros y medidas también nos resultan familiares… (nacionalización del cobre, estatización de la industria productiva estratégica, medio litro de leche para cada niño en Chile, profundización de la reforma agraria, etc…)

ALLENDE: EL LEGADO DE UNA VÍA Y DE UNA EXPERIENIA

¿De qué sirve la experiencia chilena, en todos sus contextos y sentidos, para la situación boliviana? No hay que buscar muy lejos cuando el “para que nunca más en Chile” (o “nunca más” a secas) se ha vuelto una frase común, casi un cliché de buena crianza. Pero la cuestión pasa más allá de declamaciones vacías y retórica post traumática. Se trata de estar alerta y activar las luces rojas de defensa y protección de la democracia y la solidaridad internacional (de Perogrullo también las propias medidas internas del pueblo boliviano) antes de que el pueblo y sus líderes se vean en la disyuntiva de salir a defender la legitimidad del gobierno democrático o salvar el propio pellejo. Se trata de que la historia SIRVA, y que el legado, el más triste, del Presidente Allende y sus partidarios –su derrota por el golpe– sea lo suficientemente experiencia viva, para que se evite su repetición en suelo americano y en cualquier suelo de nuestro planeta.

En esta suerte de paralelismo –no por ello determinista, pero si, peligrosamente similar– el presidente Morales ha salvado una valla a la que Allende no llegó: El referéndum, del que resultó triunfador. No obstante, nadie sabe si ante similar resultado, las hostilidades contra el primer mandatario chileno hubiesen cesado, y para el caso boliviano, al parecer las hostilidades y el boicot no van a cesar pese a la reciente votación, por tanto, la alerta, internacional e interna, debe seguir[15].

Salvador Allende no solo ha dejado un legado trágico-romántico, no solo es el presidente mártir, el símbolo del “nunca más”, la evocación inspiradora, pero estéril de un mañana mejor… No. Ha dejado un legado señero en algo en que poco y mal se reconoce en nuestro país. Es un iniciador, un “adelantado a su tiempo”, un abridor de alamedas. Fue quien primero encabezó, desde muy temprano y mucho antes de obtener el gobierno de su país, el sueño de una revolución en democracia, con la participación y expresión de la voluntad de todos, respetando las reglas de un sistema plural, y avanzando con el pueblo, “empuñando” los votos, liderando, a la vez, una revolución cultural, lo que podría denominarse un cambio “desde abajo y desde dentro”, como se dice ahora.[16]

Es una convicción profunda en Salvador Allende, llegando a comprender y solidarizar activamente con otras vías como la cubana, pero entendiendo las diferencias entre cada una de las realidades y por tanto, de sus caminos o vías. En esto, también es una de las figuras que anticipa a Chávez y Morales, quienes han replicado con “el socialismo del siglo XXI” esta ruta, haciendo verbo aquello de la dialéctica, clave en el marxismo, al que han entendido como sistema de interpretación histórica, social y política, más que catecismo dogmático, doctrinarizante y rígido (¿habría indignado otra cosa más al inquieto intelectual que era Karl Marx?)

¿Cómo honrar al Presidente Allende en su centenario? ¿descubriendo bustos? ¿derrotando a Prat, Violeta Parra, Víctor Jara, Lautaro o Pablo Neruda en ese torneo de “popularidad” absurdo y kitch que es “Grandes Chilenos”?[17] Me parece que una buena forma (no la única, por cierto) sería recogiendo aquel mensaje “construido” en las que probablemente fueron sus horas más dramáticas, graves, testimoniales y trascendentes:

El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse.

(…)

“En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. (…) Esta es una etapa que será superada.

(…)

“Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

(…)

“Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor (…) Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.…[18]

[1] Sobre el particular, en 1972 la integrante del Comité Central del Partido Comunista y ex Ministra del Trabajo de Allende hizo una ácida crítica en los siguientes términos: “La ultraizquierda ha hecho daño al proceso revolucionario y no hemos hecho todo lo necesario para dar una batida ideológica a las posiciones del extremismo de izquierda (…) El revolucionarismo pequeño-burgués se encontró con el sol de la revolución y lo encegueció, queriendo hacerlo todo en 24 horas reemplazando la dirección serena y consecuente de la clase obrera” citado por Jorge Escalante, “Allende y las dos almas de la Unidad Popular”, en Allende,100 Miradas, Edición Especial diario La Nación, Santiago, 26 de junio de 2008, p 21.

[2] Allende definió en innumerables ocasiones el socialismo chileno como “libertario, democrático y pluripartidista”. Lo anterior se fundamentaba en el ideario del presidente, expresado en la siguiente posición: “Rechazamos en lo más profundo de nuestras conciencias las luchas fraticidas –agregando que– el respeto a los demás, la tolerancia hacia el otro, es uno de los bienes culturales más significativos con que contamos” o esta otra sentencia “El partido socialista no propicia la dictadura del proletariado (…) he sostenido y sostengo que el marxismo es un método para interpretar la historia, no es un dogma ni algo inmutable o falto de elasticidad.” Esta profunda convicción humanista, socialista y revolucionaria lo llevaría a una consecuente y poco acomodaticia toma de posiciones en los diversos hitos de la historia mundial que le tocó vivir: “desde la tribuna que le daba el senado (…) criticó el nazismo, la guerra civil española, el imperialismo soviético, la intervención de EEUU. en Centroamérica, hasta conflictos internos como la matanza ocurrida en Puerto Montt en 1069. También criticó fuertemente la “Ley maldita” que proscribió al partido comunista en el gobierno de González Videla. En otra muestra y marcando diferencia con la URSS de Stalin, en 1948 diría: “Los socialistas chilenos, que reconocemos ampliamente muchas de las realizaciones alcanzadas en Rusia Soviética, rechazamos (…) la existencia de un solo partido, el partido comunista. No aceptamos tampoco una multitud de leyes que en ese país entraban y coartan la libertad individual” (Allende, 100 Miradas, Op. Cit.).

[3] Gonzalo Vial Correa, Allende en su Centenario. Capítulo VI, página IV, Santiago, 4 de julio de 2008 (Serie en fascículos editada por el diario La Segunda)

[4]El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.” (Mensaje del Presidente Allende emitido por radio Magallanes, 11 de septiembre de 1973)

[5] Gonzalo Vial Correa, Op. Cit. Página III.

[6] Sobre historia confractual ver Sergio Flores, “La historia confractual: un viaje hacia un tiempo imaginario”, en Notas Históricas y Geográficas Nº 9-10, Facultad de Humanidades Universidad de Playa Ancha, Valpraíso, 1998 – 1999.

[7] Ver más del Golpe de Estado de 2002 en Venezuela en: http://es.wikipedia.org/wiki/Carmonazo

[8] En rigor, en correspondencia privada, Fidel Castro había reconocido, considerado y advertido a Allende de la opción de que el pueblo defendiese al gobierno democrático en caso de un golpe de estado. La misiva en cuestión reza: “Pero en caso de que la otra parte, cuyas intenciones reales no estamos en condiciones de valorar desde aquí, se empeñase en una política pérfida e irresponsable exigiendo un precio imposible de pagar por la Unidad Popular y la revolución (…), no olvides ni por un segundo la formidable fuerza de la clase obrera chilena y el respaldo enérgico que te ha brindado en todos los momentos difíciles, ella puede, a tu llamado ante la Revolución en peligro, paralizar a los golpistas, mantener la adhesión de los vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el destino de Chile. El enemigo debe saber que está apercibida y lista para entrar en acción. Su fuerza y combatividad pueden inclinar la balanza a tu favor aún cuando otras circunstancias sean desfavorables.

“Tu decisión de defender el proceso con firmeza y con honor hasta el precio de tu propia vida, que todos te creen capaz de cumplir, arrastrarán a tu lado a todas las fuerzas capaces de combatir y a todos los hombres y mujeres dignos de Chile. Tu valor, serenidad y tu audacia en esta hora histórica de tu patria y, sobre todo, tu jefatura firme, resuelta y heroicamente ejercida, constituyen la clave de la situación.” (Fidel Castro R., “Un ejemplo que perdura”, en Allende,100 Miradas, Op. Cit. pp 23. También versión electrónica en el diario Granma: http://www.granma.cu/espanol/2008/junio/vier27/reflexiones.html)

[9]Señalo mi voluntad de resistir con lo que sea, a costa de mi vida, para que quede la lección que coloque ante la ignominia y de la historia a los que tienen la fuerza y no la razón. (…) El holocausto nuestro marcará la infamia de los que traicionan la patria y el pueblo”. Mensaje del Presidente Allende emitido por radio Corporación, 11 de septiembre de 1973.

[10] Ver resultados en http://www.cne.org.bo/proces_electoral/Revocatorio2008/

[11] Ver los siguientes artículos de Luís Cuello en el sitio Otra Prensa: “Triunfo de Evo y Telepatía Conservadora” (http://www.otraprensa.com/triunfo-de-evo-y-telepatia-conservadora/) y “Bolivia está tan Lejos” (http://www.otraprensa.com/bolivia-esta-tan-lejos/).

[12] Michel Collon, ¿Está Evo en peligro?, en Piensa Chile: www.piensachile.com/content/view/4474/1/

[13] Sobre la actuación de EEUU. para con el gobierno de Allende, el ex secretario de estado del país del norte, Colin Powell, señaló, “no es una parte de la historia estadounidense de la que nos sintamos orgullosos” (en Allende 100 Miradas, Op. Cit., p 27)

[14] Ibidem.

[15] Ver nota informativa del 20 de agosto de 2008 por AFP “Tres regiones bloquean carreteras en Bolivia y aumenta la tensión política” en http://noticias.cl.msn.com/articulo.aspx?cp-documentid=9571061 También en Granma “Gobierno boliviano denuncia que escalada de violencia de la oposición atenta contra la seguridad nacional” en http://www.granma.cu/espanol/2008/agosto/sabado23/bolivia.html

[16] Un entonces Mapu José Antonio Viera Gallo exponía en 1972 estos principios: “Hay que devolver la esperanza a la gente que realmente somos la mayoría, debiéramos serla, y si no lo somos, perdón que lo diga, pero no se puede hacer una revolución en contra de la mayoría. La revolución es una obra de masas, y si las masas no están en la revolución, no hay revolución (…) Es iluso pensar en un socialismo en Chile por obra de las minorías. La dictadura del proletariado, pese al proletariado”. Citado en Jorge Escalante “Allende y las dos almas de la unidad Popular” en Allende 100 Miradas, Op. Cit. pp 21.

[17] Sobre el programa de TVN, ver “Grandes Chilenos de Nuestra Historia: ¿democratización cívica o indigno concurso de popularidad?” En blog del autor:

http://jorgediazarroyo.blogspot.com/2008/08/grandes-chilenos-de-nuestra-historia.html

[18] Mensaje del Presidente Allende emitido por radio Magallanes, 11 de septiembre de 1973.


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