Cómo pacificar al Boko Haram: un cambio de la perspectiva occidental es clave

Muchas veces, el conflicto en Nigeria se describe como una “insurgencia islamista” sin dar a conocer el estado de otros sectores del país, o cómo este “extremismo” se ha desarrollado durante los años. En un análisis sobre las causas que promueven la violencia, la economista Kate Meagher muestra cómo la desigualdad entre regiones ha aumentado con un crecimiento económico en el país, alimentando a las tensiones mediante la pobreza y falta de oportunidades para la población al norte del país.

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El hecho de que se explique un conflicto bélico en términos de “religión” y “etnia” parece poco fructífero, ya que uno tiende a perder la vista de las causas que en el fondo promueven una disputa bélica y la violencia que ocurre bajo su pretexto, a modo de ejemplo, la pobreza y la desigualdad económica como causa de extremismo.

Mientras que el mundo queda aterrado por la violencia y los brutales ataques contra la población civil ocurridos en el norte de Nigeria, muchos siguen viendo la insurgencia y el extremismo como un movimiento violento sin raíces en procesos económicos y sociales.

“Abordar la insurgencia de Boko Haram al norte de Nigeria requiere que los políticos miren más allá de las plantillas de seguridad occidentales del terrorismo islámico para entender las causas subyacentes,” destaca Kate Meagher, profesora asociada del Departamento de Desarrollo Internacional en London School of Economics.

En su informe “Más allá del terrorismo: abordando el desafío de Boko Haram en Nigeria” la investigadora menciona los cuatro factores explicativos que promueven la violencia en el conflicto que ella denomina como principalmente nacional. La autora subraya la marginalización económica, los fracasos por parte del gobierno, las operaciones extremistas y los fallos de seguridad, como componentes claves de este conflicto.

“Un factor crítico detrás del surgimiento de Boko Haram es la profunda pobreza y las privaciones que afectan a los musulmanes al norte de Nigeria,” señaló Meagher en la publicación. “Aunque Nigeria en su conjunto ha disfrutado de una década con un crecimiento promedio de 7% por año, la naturaleza de este crecimiento ha agravado, en lugar de aliviar, la desigualdad regional.”

Además, expresó que Nigeria está socioeconómicamente dividida entre el sur y el norte, donde la mayoría de la población en el norte es musulmán y el cristianismo domina en el sur. Los niveles de pobreza muestran esto de manera explícita, donde el norte tiene un 40% más pobreza que el sur y las regiones norteñas sufren de una tasa tres veces más alta que el sur.

Las diferencias en oportunidades también se muestran en niveles de educación y en posibilidades de acceso al oficio público. En el estudio “Los desequilibrios regionales y las desigualdades en Nigeria” del año pasado, los autores concluyeron que: “Los grupos en la región sureña del país han tenido tradicionalmente niveles mucho más altos de educación y empleo en el sector público que los grupos en el norte.” Además destacaron que “Gran parte de la política del país gira en torno a los métodos para prevenir o resistir los temores de dominación de una región o grupo étnico sobre los demás.”

Sin embargo, Kate Meagher destaca que la polarización de los pueblos no se debe solamente a la desigualdad económica, sino también a un juego de poder económico entre las élites del país africano.

“El aumento del terrorismo islámico no es simplemente el resultado de la pobreza y la desigualdad, sino de cómo estas cuestiones han sido conformadas por factores religiosos y políticos,” destacó la investigadora. “La escalada de la desigualdad es acompañada por la polarización religiosa severa a nivel nacional. Una proporción bastante igual entre musulmanes y cristianos en la sociedad nigeriana ha fomentado una política arriesgada y competitiva entre las élites cristianas y musulmanas en las luchas por el control de la riqueza petrolera del país, fomentando el aumento de la violencia entre cristianos y musulmanes desde los años 1980.”

En el año 2012, protestas violentas surgieron contra la desigualdad y la alocación de los recursos de petróleo en el país, en un movimiento que se denominó #OccupyNigeria. En las protestas murieron varias personas, tiroteadas por la policía nigeriana.

Cabe recordar que Boko Haram no es el único perpetrador de abusos violentos contra la población civil nigeriana. La organización Human Rights Watch ha emitido reportes sobre las agresiones violentas por parte del ejército regular nigeriano.

“Las fuerzas de seguridad del gobierno también han participado en numerosos abusos, incluidas las ejecuciones extrajudiciales, que están en contra del derecho internacional de los derechos humanos y también pueden constituir crímenes contra la humanidad,” destaca la organización internacional de los derechos humanos. “Las fuerzas de seguridad han matado a cientos de sospechosos de Boko Haram y otros miembros del público sin vínculos aparentes con el grupo, en el nombre de poner fin a la amenaza del grupo a los ciudadanos del país.”

Mucha de la tensión social en Nigeria también viene provocada por una mala gobernanza. Boko Haram surgió como un movimiento de resistencia contra el gobierno, donde la amplia corrupción ha empeorado las relaciones sociales. Sin embargo, para abordar el tema de la violencia en una manera exitosa, parece necesario tener en cuenta los componentes que han contribuido al surgimiento del grupo armado violento.

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