De nostalgias del pasado a nostalgias del presente

La Concertación parece emprender inexorablemente su ascenso al poder

Por CVN

08/09/2014

Publicado en

Chile / CiudadanoTV / Política

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La Concertación parece emprender inexorablemente su ascenso al poder. Heredera y ejecutora de privatizaciones, y carente aún de ideología, se inicia como una de las expresiones políticas mas fundamentalistas del concierto político chileno.

Fundamentalismo centrado en no intervenir el “modelo”. En Chile nada podría ser más concreto que una sugerente alternancia en el poder, algo surgido de una circunspecta acción de institucionalizar un modelo gestado en dictadura, por cierto anglosajón, pero que mostró clara efectividad técnica en el seno de una sociedad que tiende a polarizaciones y cíclicos cuestionamientos históricamente incómodos. De allí que la izquierda, me refiero a la más consagrada, desarrolló en el devenir del tiempo una lógica del arrepentimiento.

El ápex histórico contextual de la izquierda, se vio innegablemente afectado por la implosión del campo socialista, lo cual sellaba una lógica circunscrita a los aterrizajes forzados de una alternativa de transición que tan necesaria nos fue en lo que me atrevo a denominar como negociación necesaria. En efecto, negar la prudente y sabia acción democristiana sería negar el eslabón más fuerte de lo que constituiría la proa del arco iris, con la finalidad de terminar con la dictadura.

Poco podríamos agregar si entendemos que las alternativas de una izquierda “auténtica” venían empañadas por la inercia de un sesgo propio de dogmas y “cientificismo”, herencia de lo que quedaría del muro de Berlín o de la gerontocracia de los “socialismos reales”. Lamentablemente, y tal vez por ello, transición y transacción otrora tan necesarias, lejos de ser un resabio coyuntural y táctico en la lucha por la representación política pasaron a convertirse en nuevas sacrosantas verdades y dogmas. La Gobernabilidad debía garantizarse bajo un manto de pertinente reverencia, donde solo lo posible seria necesario.

Por otra parte, poco se habla de lo necesario que a su vez era para el modelo exportador el nuevo cambio de faz que representó la esperanza del arco iris, la expectativa de la misma dejaba poco margen de negociación sustancial respecto a cuestionar la alta concentración de poder económico en manos privadas y los enclaves autoritarios tan propios de la herencia pinochetista.

Ambos aspectos, lejos de recibir una adecuada respuesta transformadora, han constituido desde la perspectiva estructural un acicate para su permanencia definitiva y constituyen la esencia del modelo chileno. Todo lo cual es independiente de si el acento se pone en salidas elitistas o colectivas en el modelo explicativo de la transición. Esto dado simplemente por un hecho: la manipulación de los afanes colectivos se vio y se ve a buenas cuentas subordinada a la efectividad económica del modelo.

Resulta paradojal que quienes desde la izquierda criticaron los pilares esenciales de la alta tendencia a la acumulación de capital en pocas manos, detenten hoy por hoy en Chile, las más firmes posiciones en defensa de los enclaves y de las causas que la producen. Centrándose de forma obsecuente en la agenda de crecimiento, asentada esta ultima en la irrestricta explotación y exportación de materias primas.

Es en efecto lo anterior, más el fantasma inflacionario, lo que ha frenado “técnicamente” la postergada agenda distributiva del ingreso. La alta concentración económica en Chile, tuvo otrora una acerada crítica, pero con el devenir del tiempo sus autores se convertirían en acérrimos defensores de la política económica instaurada en dictadura.

Mirando hacia la derecha podemos constatar que la frustrada realización liberal ha hecho trizas las expectativas en la gestión del modelo por parte de sus fundadores. El saliente gobierno de derecha fue virtualmente incapaz de darle propulsión política a su propio proyecto, lo cual pone en evidencia que la política no se sustituye por medio de tecnicidades y que no se puede ser liberal en lo económico y conservador en los temas valóricos, incluidos en este ultimo los grados de inserción, inclusividad y representatividad por parte del mundo laboral y estudiantil.

El ascendente movimiento social ha propugnado serias transformaciones que golpean de manera medular al modelo, su afán no es otro que zafarse del gran salvavidas de plomo que pesa sobre las condiciones de existencia de gran parte de la ciudadanía.

Es curioso que hasta lo reformista suena a revolucionario en un sistema instaurado para el cual un sector ha impuesto la mayordomía de izquierda, y ha arriado con su accionar banderas fundamentales. No es deseable para la democracia que la abstención electoral se convierta, irónicamente, en una opción democrática, con un sentido y consecuencias inversas.

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