Dedocracia: la ilusión democrática en Chile y el deber ciudadano de revertir sus inconsultas disposiciones

Vuelve a suceder lo mismo, la dedocracia, el elegir a dedo de los mandamases, se impone para nombrar senadores en territorios que nada tienen que ver con el centralista Santiago

Por Director

16/01/2011

Publicado en

Editorial / Política / Portada

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Vuelve a suceder lo mismo, la dedocracia, el elegir a dedo de los mandamases, se impone para nombrar senadores en territorios que nada tienen que ver con el centralista Santiago. Esto se produce en el marco de la salida de varios ministros del gabinete Piñera, que en sus errores comunicacionales y actuar empresarial han sido reemplazados por hombres y una mujer con más fogueo político para ponerla en frente de los trabajadores de Chile. Un sector no representado en varias ocasiones, por la tibieza patente de la burocracia sindical que espero sepa retirarse a tiempo y dejar paso a nuevos liderazgos y fraternidades federadas con sentido más claro, alejadas de la cooptación realizada por las cúpulas de partidos enclenques en cuanto a su definición política contra el modelo neoliberal imperante.

Para la Región de Los Ríos ya ha sido nominado el presidente de RN Carlos Larraín, para suplantar la senatoría obtenida de forma blindada por el ex “senador designado” Andrés Allamand, quien hoy va a encabezar el Ministerio de Defensa.

En medio de ese nombramiento, un territorio con bandera propia y cruz del Sur brillando se ha alzado mediante Asamblea Ciudadana para oponerse al alza del precio del gas en su territorio, movilización y organización social que tiene al Gobierno ideando nuevas propuestas para presentar y entonces buscar negociar con los australes habitantes de la faja llamada Chile.

En estos días ha salido a relucir en algunas columnas de opinión la palabra balcanización a raíz de la movilidad social en Punta Arenas, concepto que tiene que ver con la fragmentación geopolítica de un Estado o un territorio, idea que si bien puede estar lejos de llegar a una concreción en nuestras latitudes, pueda ser el proceso que necesita vivir Chile y sobre todos sus pueblos para tomar decisiones sobre el destino de sus planes de vida, más allá de lo que pueda decir Santiago y sus contertulios oligarcas.

En una edición anterior de El Ciudadano llevamos de tema de portada la presencia del Nacionalismo en Chile, concepto amplio y que no pudimos abordar con toda la profundidad que merece la ideología en cuestión. Lo sabemos y es por ello también este texto, pues creemos que dentro de esa línea de pensamiento que no compartimos en sus extremismos irrespetuosos de los derechos humanos, existen valores que rescatar a la hora de hacer valer nuestros derechos frente al territorio que habitamos.

Decimos que a Chile le hace falta un proceso de balcanización sin caer por ello en un enfrentamiento armado entre las regiones, en el sentido de que se hace necesario prestar mayor atención a las demandas de los pueblos y territorios que componen este Estado que aún no explicita en su Constitución, su carácter plurinacional teniendo un criterio de realidad de quienes habitan el país.

Creemos necesario así avanzar hacia esa “balcanización” o mejor dicho un Chile Federal en la línea de devolver la potestad soberana a las decisiones comunales a los habitantes que engendran el desarrollo económico y social de los territorios que componen Chile, pues lo único que hemos tenido hasta ahora son sólo una serie de instituciones desplegadas en pos de recoger de los pueblos el fruto de su trabajo, vulnerando derechos y aprovechándose del uso irracional de palabras y medidas para extraer la riqueza de los suelos, apoyados por órganos de comunicación aliados con el modelo acaparador.

Volviendo al tema de la dedocracia, creemos que es propio del abuso centralista que máquinas partidistas impongan sobre hombres lúcidos que existen en el territorio de la Región de Los Ríos a un hombre que nada sabe de nuestra historia, que se imponga abiertamente una persona que discrimina a humanos por su preferencia sexual hacia el mismo género comparándolos con zoófilos.

Es así también impresentable que hombres como Eduardo Frei y Andrés Allamand se hayan hechos ciudadanos firmando el registro electoral en La Unión y fijando domicilio en comunas de la circunscripción para poder optar a un cupo senatorial, es mediocre y falsa la democracia con la que enjuagan sus discursos. Artificioso y caradura su proceder.

Está todo claro, diseñaron un modelo a su medida que hoy disfrutan a sus anchas amparados en el binominal, y es sabido que ronda la idea de ampliar los escaños para simularse más democráticos y paliar su desprestigiado desempeño con honrosas excepciones. Está claro y es que el capital más concentrado que nunca, cogobierna con el clientelismo de los partidos.

No obstante, también es cierto que en adversidad de oportunidades para generar un cambio social hacia el cooperativismo y la autodeterminación de los pueblos, ya dejando los pañales, avanza un grupo no menor de correligionarios(as) poco conocidos para las multitudes desinformadas por los mass media, no solo en Chile si no el Orbe. Hombres, mujeres y humanos de carne y hueso que viviendo la indiferencia, y a veces su criminalización por parte del acomodado Olimpo, observantes de la falacia de su sistema financiero, trabajan en surgimiento de nuevos referentes y liderazgos basados en códigos socialistas y libertarios caminando por el desierto lo que sea necesario –esperemos no mucho más- para a tiempo llegar junto a los pueblos decididos y conscientes al nacimiento de un orden federado por intereses respetuosos de la Madre Tierra y la voluntad ciudadana de cada comunidad.

Ciudadanos (as) vivimos el comienzo de una nueva centuria, que las agujas que marcan el devenir de nuestras vidas y territorios no sean determinadas por quienes tanto temen ceder o perder el poder del que gozan, seamos nosotros unidos, de pie y con la razón de estandarte capaces de superar las disposiciones inconsultas del corporativismo y su desenfrenado afán de lucro, tal como han sabido despertar la ciudadanía magallánica en un naciente 2011.

Por Bruno Sommer Catalán

Director-Fundador de El Ciudadano

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