Donald Trump: El Loco

El profesor Renato Garín, un gran analista internacional, recordaba la famosa estrategia del loco, Richard Nixon, llevada a cabo por Henry Kissinger, para amenazar a los enemigos de Estados Unidos, cuya fuerza de aplicación sería más fuerte si los países en cuestión no aceptaban las propuestas del Secretario de Estado

Por Director

16/04/2017

Publicado en

Política / Portada

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El profesor Renato Garín, un gran analista internacional, recordaba la famosa estrategia del loco, Richard Nixon, llevada a cabo por Henry Kissinger, para amenazar a los enemigos de Estados Unidos, cuya fuerza de aplicación sería más fuerte si los países en cuestión no aceptaban las propuestas del Secretario de Estado. Nixon no aceptaba las reglas de la política internacional: hizo lo que le vino en gana con Chile para hacer aullar la economía. En su país, se permitió espiar a los Demócratas – Watergate – pero el pueblo no le permitió que le mintiera al negar su intervención personal en este caso, y todo vale para los norteamericanos, salvo mentir – no en vano son calvinistas ´trabaja y di la verdad´-, por ejemplo, nadie condenó a Clinton por su affaire con Mónica Lewinsky, sino que haya mentido.

El veto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hoy no sirve para evitar ninguna guerra, ni intervención norteamericana: es tanto o más inútil que La Liga de las Naciones, antes de la Segunda Guerra Mundial; que exista un orden internacional, ante hechos consumados es muy discutible, pues los Presidentes norteamericanos se han saltado a Naciones Unidas a su amaño. Aún está el recuerdo de la decisión George W. Bush de invadir a Irak bajo el pretexto de que Saddam Hussein guardaba armas químicas entre sus arsenales armas, lo cual se comprobó que era falso, e hizo caso omiso del rechazo internacional apoyándose en los traidores Tony Blair y José María Aznar, entre otros líderes. (Hay que reconocer que en Chile, “San” Ricardo Presidente Lagos fue muy valiente al rechazar las presiones de su amigo Tony Blair, sumándose a la llamada telefónica del Presidente Bush, para conseguir el voto de Chile en el Consejo de Seguridad).

No es de extrañarse que el “loco” Trump cambie, radicalmente, de estrategia, pues, por ejemplo, pedirle a un personaje de televisión, cuyo fin es el éxito de audiencia – el rating – que tuviera una estrategia coherente en el tiempo, sería absurdo: de la misma manera que anunció en su campaña a la Casa Blanca que no iba a intervenir en los conflictos internacionales, ahora lo hace al centrar su política internacional en el intervencionismo. Decía que no tenía interés en desestabilizar el gobierno sirio de Bashar Al Assad, pero ahora bombardea bases militares del gobierno sirio, so pretexto del uso de gas sarín. Antes declaraba su amistad “incondicional” a Vladimir Putin, hoy las relaciones son frías y distantes.

Donald Trump estaba en su peor momento en su política interior, y la adhesión ciudadana disminuía – hay que recordar que los norteamericanos son, sobre todo, televidentes y que lo importante es saber interpretar sus pasiones, odios y miserias en el quehacer cotidiano, y la intervención del gobierno de Rusia en la campaña presidencial había dejado secuelas importantes. Más grave fue el fracaso para poner fin al Obamacare, que contaba con gran apoyo popular e, incluso, entre algunos Republicanos.

Esta nueva fase de la política de Trump está determinada por el Pentágono, que un Presidente lejano a la política, pero dotado de audacia para llevar a cabo los escenarios bélicos que el Pentágono le proponía. A diferencia de J.F. Kennedy, el Pentágono no ha encontrado nunca resistencia alguna en los Presidentes republicanos – Nixon, Reagan y los dos Bush (padre e hijo) -.

La estrategia de Estados Unidos consiste en ir probando la reacción de sus rivales Rusia, Irán China, e, incluso, Turquía en el caso de Siria, frente a acciones quirúrgicas de alta precisión, como ocurrió con los misiles lanzados contra la base aérea siria. (Hay que considerar que Trump no tuvo ningún problema en comunicar previamente a los rusos sobre este ataque).

El temor del Pentágono radicaba en la eventual consolidación de una poderosa alianza en el Medio Oriente, entre Rusia, Irán y Turquía. Hasta el momento China no se ha pronunciado, pero podría ser el fiel de la balanza. La audacia y el poco respeto a las leyes internacionales por parte de Trump, hasta ahora le están dando buenos resultados y, a la vez, ha logrado solidificar su alianza con Alemania, que estaba a muy mal traer, y con Francia e Inglaterra. La OTAM, antes denostada por Trump, ahora se ha convertido en su aliada principal, que lo secunda en todas sus aventuras imperialistas.

Donald Trump, entusiasmado con sus éxitos militares, ordenó lanzar la bomba más poderosa convencional, llamada “la madre de todas las bombas”, la MOAB, con 10 toneladas de peso y un alcance de 1,5 kilómetros, y hasta se dice que mató a 36 combatientes de ISIS. Como elemento de comparación, las bombas lanzadas por Estados a Viet Nam pesaban 10 toneladas. El objetivo de esta intervención era destruir las cuevas donde se refugian los combatientes de ISIS. La mayoría de los militantes del EI se encuentran en Irak y Siria.

Ahora Donald Trump amenaza a Corea del Norte, país ultratotalitario, protegido por China. El Presidente norteamericano ha expresado que si China no logra detener los ensayos nucleares de Pyongyang, Estados Unidos actuará unilateralmente. Ya se ha instalado en las costas de la península coreana el inmenso portaviones Carl Vinson, con una capacidad de albergar más de cinco mil marineros, es decir, una verdadera ciudad flotante.

Corea del Norte es un país hermético, por consiguiente, es imposible saber, hasta ahora, su potencial bélico, como también de la capacidad de los misiles, capaces de transportar ojivas nucleares, y si podrían llegar a las costas norteamericanas, como respuesta al ataque de Estados Unidos.

Hoy, 15 de abril, se recuerda los 106 años de nacimiento del líder y dios de los norcoreanos, Kim Il Sung. Su nieto, Kim Jong-un, actual tirano de ese país, amenaza con una gran sorpresa para este día, llamado El Día del Sol.

Es evidente que hay un cambio de estrategia entre las grandes potencias, pero lo cierto es que estamos muy lejos de una tercera guerra mundial, un caza bobos para neuróticos atemorizados, que el espejismo del Armagedón los acompaña en su vida.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

15/04/2017

 

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