Perfil de Bernie Sanders

EEUU: ¿Quién es el socialista que podría destronar a los Clinton?

El precandidato demócrata a las elecciones presidenciales ha logrado en pocos meses acumular una alta popularidad entre los estadounidenses, especialmente entre la población más joven, a través de un discurso que apuesta de forma contundente por una "revolución política".

Por Meritxell Freixas

12/02/2016

Publicado en

Mundo / Política / Portada

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Bernie Sanders

Hasta hace pocos meses, Bernie Sanders era un auténtico desconocido para la mayoría de la población estadounidense. Fue a finales de abril del año pasado cuando el senador por Vermont anunció su intención de ser presidente de los Estados Unidos.

Desde entonces, ha conseguido seducir a un electorado mayoritariamente joven que ha encontrado en sus postulados sobre la “revolución política” una opción para canalizar la indignación hacia la clase política tradicional y sus vínculos con los grandes corporaciones financieras. Así se crea una particular paradoja intergeneracional, teniendo en cuenta que se trata del político de mayor edad en el Senado de EEUU.

Bernie Sanders

Trayectoria progresista

Bernie Sanders, nacido en Brooklyn (Nueva York) en 1941 en una familia humilde de origen judío, es un enemigo declarado de las políticas que han favorecido a las multinacionales y a los intereses económicos y financieros de los grandes inversionistas. Sus tesis, en cambio, abogan por la expansión de beneficios sociales y el aumento del salario mínimo.

Su trayectoria como activista es completa y recoge desde el apoyo a la campaña de Martin Luther King a favor de los derechos civiles de la población afroamericana, en los años 60, hasta el apoyo a movimientos sindicales, feministas o ambientales.

Elegido como representante en el Congreso en 1991 como candidato independiente, a pesar de que se autodeclara como socialista -adjetivo que para los norteamericanos tiene una importante carga peyorativa-, Sanders participa en las elecciones presidenciales con los demócratas porque considera que sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca se reducirían si se presentara como candidato de un tercer partido.

Una de las hazañas de campaña que consiguió el candidato, quien también fue alcalde de la ciudad de Burlington (Vermont), fue la recaudación de más de US$1,5 millones de donaciones de sus seguidores por Internet durante las primeras 24 horas después de su anuncio. En el último trimestre la cifra alcanzó los US$33 millones. Eso, para evitar la gran recaudación de fondos instalada en los procesos electorales norteamericanos.

En este sentido, se convirtió en un acérrimo competidor de los hiperbólicos engranajes de influencia y recursos económicos de la campaña de Hillary Clinton que, como el resto de candidatos, a través de los llamados Super PACs recibe la mayoría de los fondos de grandes empresas amigas del establishment, que mantienen una enorme influencia también en la mayoría de los medios de información y persuasión del país.

En sintonía con los jóvenes

Su sinceridad, entusiasmo y contundencia son algunos de los atributos del discurso de Sanders que más engancharon a los jóvenes, quienes han hecho que su imagen como nuevo presidente de los Estados Unidos hoy no sea un hito imposible.

Para ello, las redes sociales –en las que supera en número de seguidores a Clinton– han sido una herramienta imprescindible de acercamiento a los menores de 30 y de desarrollo de su campaña.

Un apoyo juvenil que se ha trasladado también a muchas escuelas y universidades a través de organizaciones de base. Según informaba el diario The New York Times, en estos momentos Sanders cuenta con comités de campaña en más de 220 universidades de todo Estados Unidos

Propuestas “revolucionarias”

Frases como «el gobierno le pertenece a la gente y no sólo a los ricos» o “ya es muy tarde para los mismos viejos políticos y economistas. La gente quiere un cambio» forman parte de los recursos discursivos que Sanders espeta en sus actos de campaña.

El revelador candidato demócrata habla sin complejos de temas como la sanidad pública universal, la educación superior gratuita, la reforma migratoria, el sistema judicial, el mayor control de Wall Street y sus bancos o la lucha contra el cambio climático.

En materia de relaciones internacionales, quizás uno de los ámbitos al que menos se refiere el candidato demócrata, es conocida su férrea posición contra la invasión de Irak, en 2003; se opuso también al bombardeo de Libia y al golpe contra Moammar al-Gadaffi. En los últimos meses, se mostró partidario de no seguir una política de confrontación con Rusia e Irán y también rechazó el Acuerdo Transpacífico (TPP). Por lo contrario, Hillary Clinton apoyó todas estas iniciativas.

Sin embargo, está por ver cómo serían las relaciones que el precandidato a la presidencia mantendría con la OTAN, a la que ya anticipó que quiere destinar más fondos y cooperación, para defenderse de posibles agresiones externas.

En lo concreto, las propuestas estrella del autodenominado socialista pasan por dividir los grandes bancos en entidades más pequeñas y que además devuelvan el rescate de fondos públicos que los salvó del colapso (con intereses incluidos) cuando estalló la crisis; poner en marcha la transición de las fuentes de energía fósiles a las renovables o establecer una reforma sanitaria (Single payer), para garantizar la universalidad del acceso al sistema sanitario que, según sostiene Sanders, se sostendría a través de una financiación pública, a través del pago de la ciudadanía a una agencia pública –en lugar de pagar a las compañías de seguros privadas- que le garantizaría una cobertura sanitaria completa.

Junto con estas, Sanders aboga por permitir el acceso universal a todos los niveles del sistema educativo (desde las escuelas de infancia a las universidades), independientemente de la clase social de sus padres; reducir el gasto militar significativamente; prohibir las inversiones de las grandes empresas en los paraísos fiscales y obligarlas a pagar impuestos; y aumentar la carga fiscal de las grandes fortunas.

Aún falta mucho para que los 51 estados de la federación en su totalidad opinen sobre si prefieren que sea Bernie Sanders o Hillary Clinton quien represente a la bancada demócrata en las presidenciales del próximo noviembre. Su próxima cita electoral será el 20 de febrero en Nevada, donde las encuestas otorgan un nuevo empate –como ya ocurrió en Iowa- entre ambos candidatos.

Un largo camino en el que el rumbo de los comicios puede dar aún muchos giros inesperados. Sin embargo, lo que sí está claro, hasta el día de hoy, es que el socialista ha logrado provocar en Clinton, en particular, más de un escalofrío, y en la clase política estadounidense, en general, más de un espasmo por ser capaz de convencer a masas de electores con un discurso que parecía que nunca podría escucharse desde los grandes altavoces de este país.

Meritxell Freixas

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