Los think tanks de la izquierda

El auge del Pensamiento Zurdo

Desde grupos de estudio universitarios, a fundaciones con orgánica de directorio, surgen desde los movimientos sociales diversos centros de pensamiento de izquierda que quieren disputar los sentidos comunes de la sociedad y aportar con ideas el debate de la opinión pública.

Por paulwalder

01/09/2015

Publicado en

Política / Portada

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Cuando en abril de 2014, la derecha dijo que instruiría a sus representantes para que estudiaran a Gramsci, porque la izquierda había ganado el debate cultural, todos se extrañaron por este nivel de sensatez. “Primero fue la derrota cultural, porque desde 2011 se fue imponiendo un lenguaje cargado negativamente y se asumió como tal: modelo de derecha, multinacionales, lucro. Todo lo que antes se usaba en neutro, se comenzó a usar como sinónimo de lo que había que erradicar”, dijo en su momento el diputado de la UDI, Felipe Ward. Extrañamente estaban transparentando algo que siempre han sabido, pero que ocultan a ojos de los votantes: todo es ideología; todo es política.

Lo dijeron también los nóveles diputados ex dirigentes estudiantiles: las movilizaciones de 2011 corrieron “el límite de lo posible” bastante más allá de la “medida de lo posible” de Aylwin y ahora las matrices de discusión están más coloradas que en los ’90. Actualmente, sólo los siúticos se alarman por decir que la UDI es la ultraderecha chilena. Y ellos, a su vez, insisten en llamarse de centro derecha. “Amarillean” su discurso porque también entendieron que post-2011, la hegemonía es progresista.

Esta construcción que se profundizó, lucha mediante, en toda la población, no surge de repente, espontáneamente. Son largos procesos de acumulación de experiencias y saberes. Y son esos conocimientos los que se construyen de forma independiente y sin método claro durante cierto tiempo, hasta que decanta en grupos de estudios, centros de pensamiento, fundaciones u otro tipo de orgánicas que le den forma y sistematicen todas esas discusiones, esas asambleas de debate eterno o esos pasquines con ideas de vanguardia. Ahora, con el sedazo académico, convergen hacia el creciente malestar social.

HEGEMONÍA Y CONTRAHEGEMONÍA

Pero seamos realistas: esa hegemonía no es tal en Chile. Si así fuera, otro gallo cantaría. Todavía es un proceso en disputa, donde el escenario es el sistema neoliberal y estos centros juegan de visita. Aún la investigación social de la izquierda es contrahegemónica, aún débil.

Con el mismo diagnóstico, el pasado 8 de julio, el Grupo de Estudios Sociales y Políticos (GESP), organización creada por estudiantes de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Santiago, convocó a distintos Centros de Estudios Independientes al taller de análisis “Hegemonía y Contra-hegemonía de la Investigación Social en Chile. Rol político y Praxis de los Centros Independientes de Estudio en Chile”. Largo nombre para un encuentro que tuvo como finalidad “analizar el rol y repertorio de acción que los grupos de investigación ubicados en el espectro de la izquierda pueden tener para posicionarse como agente fortalecedor de la reorganización del movimiento social y del proceso de repolitización del país”, cuenta Héctor Ríos, coordinador del GESP y uno de los organizadores del encuentro.

Participaron el “Núcleo de Investigación, Poder y Movimientos”, “Estudios Nueva Economía” (ENE), “Grupo de Investigación OIKOS”, “Centro de Estudios de Contrapsicología” (CEC), “Grupo de Estudios Interdisciplinarios del Trabajo” (GEIT), “Centro de Acción Crítica en Salud Mental” (CAC), “Fundación CREA”, y el “Grupo de Estudios Sociales y Políticos” (GESP).

El diagnóstico fue unánime para señalar que el principal problema para el fortalecimiento de estos centros, es el mismísimo sistema neoliberal, como ideología dominante, ya que se “instala una barrera en múltiples niveles y campos sociales, desde lo disciplinar, hasta el sentido común, eficacia que dificulta la búsqueda de alternativas reales para el desarrollo de los sectores críticos del capitalismo, como también impide el reconocimiento de experiencias emergentes de lucha que favorezcan el desarrollo de estas alternativas”, comenta Héctor Ríos.

Y si es difícil para los movimientos sociales instalar sus demandas y generar los cambios que ansían, también se constata esto en el campo del desarrollo investigativo extra-académico. Los mismos centros son conscientes de sus limitaciones y creen que “sigue siendo una tarea compleja el desarrollo de la investigación crítica y más aún la socialización y circulación masiva de estas ideas, que tienden a ser más bien esporádicas, ocasionales y con un impacto indirecto y poco duradero”, comenta Ríos.

Hay coincidencia en que están frente a una oportunidad que, en el diagnóstico de Víctor Orellana, director de Nodo XXI -ligado a Izquierda Autónoma-, se explica porque los think tanks tradicionales, “todas esas voces dominantes y que dominaron la visión tecnocrática de la política en los ’90 y los 2000, hoy día en conjunto con la clase política son cada vez menos oídas como voces intelectuales. Quedan más bien como puros espacios de reducción técnica de la discusión”.

En contraposición a estos centros tradicionales, explica Carla Amtmann, directora de la Fundación CREA -emparentada con la Unión Nacional Estudiantil-, están los que “adscriben a una vereda de transformaciones profunda, ya que todo proceso revolucionario, de cambios radicales, ha implicado a su vez importantes aportes y reflexiones políticas, teóricas y programáticas, que van de la mano de esos movimientos”.

PENSAMIENTO Y ACCIÓN

La disputa ideológica es un ámbito que los sectores progresistas y revolucionarios no quieren entregar tan fácil. Así es como asistimos a una emergencia de grupos de estudio, que puede situarse como inicio, desde 2006 en adelante y que toma fuerza nuevamente en 2011, tras la llamada “Primavera de Chile”.

En materia educacional resalta el trabajo del Observatorio de Políticas Educacionales (OPECH), creado al alero de la Universidad de Chile, que entregó muchos insumos para el debate de las propuestas y la politización de los “pingüinos” en 2006, así como de toda la ciudadanía que requería una voz que clarificara técnicamente los temas y entregara argumentos para el debate.

Este objetivo se mantiene al revisar las conclusiones del encuentro de la Usach de este año, cuando dicen que es prioritaria “la construcción de lecturas colectivas sobre la realidad que favorezcan la acción política, desarrollo de investigación académica focalizada, sistematización de experiencias políticas emergentes e históricas, asesorías, capacitaciones a actores políticos y mecanismos de formación militante o autoformación”.

Para lo cual, dice Ríos, se requieren dos lecturas. Por un lado, la “formación de intelectuales y profesionales críticos, capaces de ubicarse en sectores estratégicos desde los cuales puedan desarrollar una disputa ideológica focalizada”, y en segundo lugar, mantener la disputa ideológica como “la producción de significados críticos para la disputa política en curso, en tanto son fuente de marcos de disputa de la sociedad dominada”.

Víctor Orellana, director de la Fundación Nodo XXI, creada en torno a los círculos autonomistas, agrega que “aún estamos en la etapa inicial y hemos avanzado siendo capaces de ser una voz que apuesta a clarificar una discusión enredada, muchas veces interesadamente y otras, donde es muy confusa de por sí. Nodo XXI se va transformando de a poco en una voz que siempre llama a la coherencia y a no perder lo sustantivo que abrió la ciudadanía en 2006 y 2011”, explica Orellana, quien fuera dirigente de la Fech en 2005, al igual que Giorgio Boccardo (2006) y Francisco Figueroa (2010 y 2011), todos actuales directores de la Fundación.

Entre sus productos destacan los informes parlamentarios, los “Cuadernos de Coyuntura”, que se adquieren previa suscripción, la vinculación con editorial Ocho Libros, las escuelas de formación, columnas en medios y performances activistas, como el Manifiesto y el Plebiscito “Por una nueva Educación”.

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Carla Amtmann comenta, sobre los productos de la Fundación CREA, que la publicación mensual, “Tendencia Nacional”, se ha posicionado, “con muchas visitas, con incidencia, presencia en medios de comunicación de masas, formación política, análisis”. Además, tienen vínculos con la editorial “América en Movimiento” y desarrollan talleres e investigaciones en materia sindical, educacional, políticas migratorias y medioambiente, en vinculación con el Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la protección del medio ambiente.

Pese a las diferencias de repertorio, cada centro, fundación o grupo de estudio, manifiesta diferentes formas de investigación y exposición, que incluyen producción de columnas en medios de divulgación masiva,  construcción de lecturas colectivas, sistematización de experiencias políticas y mecanismos de formación militante o autoformación.

Esta es una lógica similar al trabajo de los tradicionales centros de pensamiento de la derecha, liberales o socialdemócratas. Para Orellana, muchos de los “que se generaron durante los años 90’, en realidad eran partidos políticos disfrazados de verdad técnica, que esconden una orientación política ante una aparente neutralidad técnica y, si aunque han perdido la capacidad de decir qué es lo bueno y qué es lo malo, si tienen la capacidad de confundir, porque te llevan la discusión al detalle, porque copan la agenda, salen en los diarios. Entonces ese es el desafío de los centros de pensamiento que defienden los intereses de la población, de ir dotándola de sentido”.

LA PLATA NO MANDA

El caso SQM ha salpicado con ventilador a todo el espectro político. Y uno de los fragmentos se encuentra justamente en el financiamiento que la minera no metálica entrega a algunos centros de estudio ligados a la Concertación, como Chile 21, que dirigió Francisco Vidal. Ante el conocimiento de las boletas falsas, dijo que “en ocasiones hay que cerrar los ojos” para recibir los aportes.

“Estás muerto si piensas eso”, emplazó Orellana, desde Nodo XXI. “Nosotros creemos trabajar a favor de los intereses democráticos de las mayorías sociales y eso no lo puedes hacer: si te financian los actores políticos y sociales que están en contra de esos intereses, es un contrasentido”.

En la misma vereda están en CREA cuando Amtmann dice que “las grandes fuentes de financiamiento de estos centros informales independientes, son por proyectos de investigación o por donaciones. Nosotros no tenemos personas que tengan la posibilidad de hacer donaciones cuantiosas, porque no representamos los intereses de empresarios ni personas con muchos recursos”.

Es por eso que cada aporte, aunque parezca menor, es valorado en este contexto de fragilidad financiera de los centros. En el caso de Nodo XXI, la situación parece un poco más promisoria, debido a las asesorías parlamentarias que realizan en ocasiones para Gabriel Boric y algunas campañas de financiamiento. Para CREA es más incierta, porque las investigaciones que asignan fondos “están muy centradas en temáticas que no son las que nos interesan a nosotros investigar, por lo tanto siempre la dependencia a estos proyectos puede llegar a significar la pérdida del foco de lo que te interesa llegar a investigar”.

Una de las conclusiones del foro de la Usach, apunta a la acción conjunta de estos grupos. “Surgió la necesidad común de generar vínculos formales que permitan, desde la interdisciplinariedad, amplificar el campo de impacto y circulación de los productos e insumos que cada grupo genera, y que permita compartir y extender la difusión de actividades de los centros afiliados con medios y actores de sociales y políticos”, cuenta Héctor Ríos, desde la organización. 

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