El dinero y las finanzas acosan a la política: Lasso en Ecuador, Piñera en Chile

Alberto Mayol, académico Universidad de Santiago, Director Centro de Investigación Sociedad, Economía y Cultura y actual candidato a presidente de Chile, dentro de la primaria del Frente Amplio, realiza un análisis que tanto a chilenos como ecuatorianos, nos debe hacer reflexionar.

Por Director

02/03/2017

Publicado en

Latinoamérica / Política / Portada

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La política contemporánea ha visto surgir un nuevo tipo de especie: se declaran liberales, pero pueden ser al tiempo conservadores; hablan del bien común, pero han dedicado su vida a los intereses particulares; hablan de política, pero son expertos en finanzas. En un mundo donde la política ha perdido poder y las grandes corporaciones empresariales dominan el escenario mundial, esta nueva especie de político ha logrado relevancia, pues dice ser capaz de navegar el mar del nuevo poder mundial: el dinero. Y como han hecho fortuna, hay electores que les creen. Hoy Ecuador ve aparecer en la segunda vuelta presidencial a un político de esta nueva especie: Guillermo Lasso, empresario, destacado ejecutivo bancario y propietario además de un banco principal en Ecuador, prohombre del sistema financiero. Es el tipo de político que no le importa demasiado cual es el principio político que lo inspira, que es capaz de subir impuestos gobernando y prometer bajarlos de candidato; es el tipo de candidato cuya doctrina política está en función del éxito coyuntural. No desea instalar un ideario para su país, solo le importa ganar la elección y aumentar su caudal de poder e influencia comercial.

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El descrito es un fenómeno que conocemos bien en Chile y que ya comienza a conocerse en Argentina. Lo vimos aparecer con Sebastián Piñera en Chile y luego con Mauricio Macri en Argentina. El primero (Piñera) es verdaderamente una ilustración perfecta, un himno grandilocuente de lo que implica y representa esta política controlada desde el dinero. Sebastián Piñera llegó al gobierno con un discurso de un gobierno de excelencia, ofreciendo una presunta gran capacidad técnica, acompañado de exitosos empresarios, de ejecutivos muy capaces devenidos en ministros. Las artes del dinero al servicio de la política. Sin embargo, su mandato implicó el fin de la legitimidad del mundo empresarial y marca, hasta hoy, el ciclo de crisis política que vive Chile.

El resumen de Sebastián Piñera como Presidente y su permanente juego al límite de los conflictos de interés es evidente: varios de sus ministros y subsecretarios han sido procesados por la justicia, ya sea por fraude al fisco, cohecho o negociaciones incompatibles. Él mismo hoy está procesado por un caso de información privilegiada que podría demostrar que invirtió dinero en una empresa peruana que se vería beneficiada de un fallo internacional que result´`o perjudicial para Chile. Aparentemente Sebastián Piñera habría participado en monitorear esa y otras operaciones comerciales de sus empresas siendo Presidente de la República y conociendo información privilegiada al respecto. Pero sus casos han sido muchos más y además enormes: pagó bonos a ejecutivos de un canal de televisión de su propiedad (que vendió ya siendo Presidente y solo bajo presiones) con el dinero que le entregó otro empresario para su campaña, es decir, vinculó por completo sus arcas personales, las de sus compañías y las de su campaña. Los límites de la política se pulverizaron. Tiene además un juicio por soborno en Argentina, cuando habría comprado una autoridad argentina y/o sindicatos para evitar problemas con la que era su línea aérea (entonces LAN, hoy LATAM). No vendió sus empresas a tiemo (lo hizo durante su mandato) y además realizó un fideicomiso ciego, que en realidad no involucraba a gran parte de su fortuna y que, para colmo, hoy se está denunciando que era un fideicomiso que controlaba su hijo y, dado algunos antecedentes judiciales, es pensable que el ex Presidente Piñera haya participado de las decisiones de las compañías involucradas. Dado este evidente control de las empresas de Piñera, popularmente se comenzó a reemplazar el nombre de ‘fideicomiso ciego’ (donde el propietario no ve nada de sus negocios) por ‘fideicomiso tuerto (donde el propietario parece no ver, pero lo logra hacer con un ojo).

Para colmo, durante su mandato el gobierno demostró una falta de habilidad política solo comparable con la misma habilidad para producir dinero. Se vanagloriaba que en su oficina presidencial veía en tiempo real la evolución de los precios de las principales compañías del mundo en las más relevantes Bolsas de Comercio. Nadie sabe para qué un Presidente necesita saber el valor bursátil de cada compañía en tiempo real, pero ahí estaba, el principal despacho político de Chile convertido en una compañía de apuestas bursátiles. La revista Forbes señaló que durante su mandato su fortuna creció considerablemente. Entre 2011 y 2012, mientras vivía una enorme crisis política, su fortuna se elevó en US$100.000.000, reflejando la excelente gestión de sus empresas como gran paradoja de su deficiente gestión política. Su gobierno estuvo plagado de estallidos sociales, de denuncias ciudadanas contra empresas, de la suspensión de grandes proyectos eléctricos e industriales; todo como resultado de una política debilitada frente al dinero, que terminó siendo el caldo de cultivo para una impugnación radicalizada de los ciudadanos. En Chile, 4 candidatos presidenciales entre 2013 y la fecha actual han estado involucrados por casos de financiamiento ilegal de la política y han estado procesados por delitos asociados a ese financiamiento, incluido el ex Presidente Piñera. Hoy Piñera quiere ser Presidente de Chile nuevamente, pero tiende diversos flancos abiertos, tanto en lo político como en lo judicial. La pregunta que, desde Chile, podemos hacer a los ecuatorianos es simple: ¿quieren repetir esta historia? ¿Desean entregar la política y el interés general al dinero y su interés particular? ¿Desean que los empresarios gobiernen el país? Guillermo Lasso representa el fenómeno lamentable de una política sometida a las artes del dinero y, peor aún, del mundo financiero. Lasso ya participó de un gobierno cuya relación con el sector financiero le costó mucho dinero y una gran crisis a Ecuador. Lasso ya estuvo en la escena donde los requerimientos financieros presionaron a la política hasta su propia rendición. El Banco de Guayaquil, en la crisis financiera de 1999, obtuvo ingentes beneficios económicos en medio de la crisis, por medidas tomadas desde el gobierno, donde Lasso fue Ministro.

Ecuador vive hoy una encrucijada: ¿en la próxima etapa electoral otorgará un poder enorme al dinero para controlar la política? ¿O dará atribuciones al Estado para poner al dinero en un sitial inferior al interés general? Ya me pronuncié por el proceso semejante que ofreció Macri para Argentina y que analicé en una columna en dicho país (https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-290178-2016-01-13.html). Hoy es imprescindible denunciar con la misma fuerza la gravedad que implica que en Ecuador exista la posibilidad de volver a lo peor del pasado (la inestabilidad política de gobiernos al límite de la ley) y de caminar hacia lo peor del presente (el dinero y las grandes empresas tratando de colonizar la actividad política). La elección, literalmente, está en las manos de los ecuatorianos. Hoy Lasso es un candidato que quiere ser no solo Presidente de una Nación, sino que además desea configurar un grupo controlador que dirija el directorio de un Estado que, desde su ideología, es solo un grupo económico más y que puede ser tomado en sus manos sin necesidad siquiera de comprarlo.

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