EDITORIAL

El mercado desregulado como origen de la corrupción

En nuestra historia reciente nunca han calzado de manera tan precisa los intereses de los grupos económicos con los de la clase política, Pablo Longueira, como emblema mediante. Una elite hermética se ha adueñado del país, afirmación que está más que confirmada en la no pocas estadísticas sobre distribución de la riqueza.

Por paulwalder

10/03/2016

Publicado en

Editorial / Política / Portada

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pablo-longueira-renuncia_2El Chile neoliberal es la concentración del poder, de los grupos económicos y sus amanuenses políticos, de sus ganancias y sus operaciones.  Unas pocas manos mueven los mercados y un puñado de cabezas toman las decisiones. El resto, es espectáculo, coreografías, movimientos inútiles. Lo que señalan las estadísticas sobre obscena desigualdad en Chile, el país que lidera el PIB per cápita más grueso y más desigual en Latinoamérica, se expresa día a día en “irregularidades” que son llanamente grandes estafas de delincuentes de cuello y corbata sobre el trabajo y el consumo de millones de ciudadanos. Aquellos casos que la prensa ha nombrado como los carteles del confort, las farmacias, los pollos están relacionados con otros como Ley de Pesca, Ley Minera, Caval, Cascadas, Penta, Soquimich que cierran el círculo de la corrupción entre los controladores del poder económico y el político. En nuestra historia reciente nunca han calzado de manera tan precisa los intereses de los grupos económicos con los de la clase política, Pablo Longueira, como emblema mediante. Una elite hermética se ha adueñado del país, afirmación que está más que confirmada en la no pocas estadísticas sobre distribución de la riqueza. Si la economía crece, ésta se concentra en las elites. Si baja, la asume la ciudadanía.

 

Este fenómeno es un efecto claro y directo del modelo neoliberal instalado durante la dictadura tras represión y muerte por los Chicago Boys y aplaudido y reforzado posteriormente por todos los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría. Un modelo que se ha adueñado de todas las actividades humanas lucrables y potencialmente rentables, las que se extienden desde la salud y la educación, los afectos y la sexualidad, la alimentación, el transporte y  la vivienda, a la entretención y la misma muerte, por nombrar sólo algunas. En todas ellas, la industria creadora de sentidos y contenidos, como la publicidad y los medios de comunicación, terminan por atar bien en un paquete precintado todas estas necesidades y ofrecerlas como producto de consumo de masas. Y en todas éstas, la corrupción y colusión no deja de estar presente. Chile, el mercado total.

 

Los oficiantes del mercado han perdido su compostura y la poca vergüenza. En el espacio que se presenta y se reproduce deja su huella de depredación, mentiras y corrupción. Afortunadamente, el año pasado estuvo marcado por múltiples y continuos destapes de casos de corrupción, que lejos de ser hechos aislados o extremos, confirmaron los ilegales mecanismos sobre los cuales se ha apoyado el modelo neoliberal de libre mercado desregulado. Un proceso que sigue y se ensancha y no da muestras ni de amainar ni de purgar.

 

Los numerosos casos de corrupción observados durante el año pasado y en estos mismos días nos confirman  también otra cosa. Los mismos rostros están implicados en estafas y desfalcos que saltan desde distintos rubros y áreas de la industria, los servicios, las finanzas y la política. Los mismos que han depredado nuestros mares son los que compran a impúdicos políticos para que legislen a su favor, los mismos que explotan plantaciones forestales sobre el territorio reclamado por el pueblo mapuche son los que han engañado con sobre precios en el papel higiénico por más de diez años a todos los chilenos, los mismos que se adueñaron mediante privatizaciones espurias de las empresas eléctricas del Estado chileno son los que controlan uno de los mayores clubes de fútbol.

 

Al observar los millonarios escándalos, que van desde todo el espectro político, las finanzas, la industria al fútbol, podemos ver a unas pocas manos aplicando el mismo modo de gestión tramposa que en sus otras inversiones. Una visión que  nos entrega suficientes argumentos para confirmar que la concentración del poder a los niveles que existen en Chile sólo pueden suceder cuando el poder es absoluto. El poder absoluto corrompe absolutamente, dice Lord Acton. Y poder absoluto es lo que existe cuando un grupo de inversionistas controlan todos los mercados, la política y el mismo Estado. Una cofradía que impone desde allí sus reglas, las que no duda en violar cuando les conviene con la convicción de que las penas, de haberlas, serán ínfimas.

 

 

 

 

 

 

 

 

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