El resurgir de las banderas negras en Concepción

Con la intención de recuperar la memoria histórica de la resurrección del movimiento libertario en Chile (desde 1987 en adelante), iniciamos una serie de artículos en donde los protagonistas de este proceso nos darán a conocer sus recuerdos y vivencias

Por Director

07/08/2009

Publicado en

Actualidad / Política

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Con la intención de recuperar la memoria histórica de la resurrección del movimiento libertario en Chile (desde 1987 en adelante), iniciamos una serie de artículos en donde los protagonistas de este proceso nos darán a conocer sus recuerdos y vivencias. En esta primera entrega, dejamos con ustedes el relato de un conocido personaje penquista.

Estábamos en el 86 cuando en Perales (Talcahuano) se nos ocurrió celebrar o mejor dicho conmemorar el 1º de Mayo en el MJP (Movimiento Juvenil Perales), grupo con quienes compartíamos nuestra lucha contra la dictadura de Pinochet. En ese acto se leyó las últimas palabras de los Mártires de Chicago; entre las alocuciones me llamó la atención que se ponía énfasis en la sociedad sin amos ni patrones, sin autoridad y sin caos, en la sociedad anarquista. Esta sería la primera vez que se oía “anarquía” con una acepción positiva de sociedad sin autoridad pero con orden natural, no impositivo.

A partir de ese hecho y gracias a un reportaje de la revista Apsi (1) -donde se hablaba de la historia del anarquismo en Chile-, motivó mi búsqueda: ¿Qué era eso de anarquía? En ese proceso, y ya autodenominado como “anarquista”, se realizó la primera salida con bandera negra en un acto contra Pinochet, para sorpresa de los viejos militantes de diversas orgánicas y partidos. Un anarquismo muy intuitivo, donde la base de ello era una sociedad anarquista sin capital ni estado, sin dictadura -ni militar ni proletaria-; en esos tiempo cuando la revolución vía insurrección popular se veía como posibilidad real y factible –y aún los “socialismos reales” existían-. Este período de soledad militante duró hasta que el año 88 comenzó un lento acercamiento a otro grupo que en Concepción se autodenominaba anarquista –en ese tiempo el “anarcómetro” no existía-.

La lucha continuaba contra el dictador y, de anarquismo anónimo, se pasó rápidamente a uno más relacionado; así, en el 89 nos contactamos entre los pocos que en Talcahuano nos auto declarábamos “anarcos renacientes” y los compañeros del Tasys -seguidores de la figura de Clotario Blest-, quienes desde antes del 80 ya algo hacían por la vida libertaria. Este primer encuentro se transformaría en una relación de amistad y de compañerismo que perdura hasta ahora, muchos años después. Es en el local del Tasys -Heras 855-, donde el anarquismo en Concepción resurgió con fuerza en el 90 para sumar a muchos ex cualquier cosa, militantes, pololos, esposos y esposas, y unos poetas -hermosos y hermosas- que años después harían un libro con poemas de amor y lucha que está en el Centro de Documentación Anarquista de Penco.

Con este grupo de personas comenzamos el andar en la senda libertaria; con grupos de diversa denominación y designación se llegó al Primer Congreso Anarquista en el 91, en el Tasys, primero entre primeros -después vendrían muchos primeros encuentros anarquistas-. En este congreso se habló de mujeres y feminismo, del lenguaje como forma de exclusión, de religión y anti-religión, de creencias y ateísmos, de amor y rabia.

En el año anterior un trío de anarcos se dieron a la tarea de recuperar la calle de la Universidad para que dentro de ésta algo se moviese; se saliera de la modorra de la nueva democracia de ricos que comenzábamos a vivir, salidas que crecieron en número y personas en el tiempo. Hasta que, en el 95 se realizó un video llamado “Los hijos del Golpe golpean”, en homenaje a una consigna estudiantil del año 94; un video con más emociones que técnicas, que nos gustó y punto. Paralelo -y continuando-, se luchó contra la cárcel de alta seguridad, en conjunto a miristas, lautaristas y otros amantes de la libertad, con quienes tomamos un pasaje donde se cocinaba la política del PPD, en calle Maipú, casi llegando a Tucapel, en Concepción.

Muchas historias que involucran activismo callejero, organizaciones culturales, grupos diversos, ocupaciones frustradas o desalojadas antes de nacer, convivencias en casas cedidas o arrendadas, son parte del quehacer libertario. No tan político como querría el compañero Pepe Toño o Tombolini -a quienes queremos mucho, porque son de estas épocas, de estas convivencias ácratas, de buenas intenciones y malas prácticas. Pero así somos los anarcos de acá, malos para negociar, algo dogmáticos, que no aceptamos algunas prácticas electorales o malas actuaciones entre compañeros. Si bien no crecimos en número para hacer masas de posibles electores, sí ayudamos a compañeros en sus luchas sindicales, sociales y por tierras. O simplemente por la libertad de los secuestrados por el Estado en las cárceles de la ignominia.

Del Colectivo Liberación al Kolektivo Anarquista Liberación pasó un buen tiempo, como del Arbol Negro al Colectivo de Acción Libertaria, otro tanto, otra gente. De Solidaridad Obrera a Sociedad de Resistencia, muchas experiencias y muchas vivencias que hoy dan fruto.

Otros tantos colectivos como el Grupo Anarquista Germinal, el Centro Social Claudia López de Penco -que en la actualidad aún resiste en pie, aunque sea sostenido en algún poste de la buena intención de compañeros.

Por ultimo, el Centro de Documentación Anarquista en Penco, donde pueden encontrar material que afirme o contradiga la memoria de este texto, el cual es un breve recorrido por una memoria particular y subjetiva de una historia de anarquismo y anarquistas. Y digo breve porque hay muchos que quedan fuera, por efectos del tiempo y de las pocas neuronas que aún guardan la emoción y los buenos momentos vividos.

Por Eduardo Torres U.
Sociedad de Resistencia (Concepción)

(1) Revista Apsi, ediciones de diciembre 86 y enero 87. Reportaje de Marcelo Mendoza P.

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